El martes pasado oí por RADIO MARÍA a Mons. Munilla, Obispo de San Sebastián, uno de sus excelentes comentarios, que hace cada día, al CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, y se me ocurrió difundir algo de lo que él dijo.
Muchas veces nos hemos preguntado el por qué Dios no perdonó a los ángeles si perdona a los hombres pecadores.
La razón es que Dios no puede perdonar al que no se arrepiente, y los ángeles no se arrepintieron.
Y no se arrepintieron porque al ser espíritus puros están fuera del tiempo.
El arrepentimiento supone un antes y un después. Y esto no se da en los espíritus. En ellos su decisión es instantánea e irrevocable.
Por eso, ni ellos se arrepintieron, ni Dios puede perdonarlos.
Y esos ángeles pecadores son los demonios, como nos dice San Pedro.
La existencia del demonio es dogma de fe.
Está definido en el Concilio Lateranense IV.
Conviene advertirlo porque hay personas que se creen que el demonio es el mal abstracto.
El demonio es persona. La Biblia lo llama mentiroso. Y dice San Pedro (1ª,5,8) que “anda buscando el modo de hacernos daño”.
Dice San Agustín que es un perro atado: sólo muerde al que se le acerca.
Pero el que no cree en él favorece a que en la hora de la muerte se le haga presente para llevárselo.
JORGE LORING, S.I.
jorgeloring@gmail.com
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