En la Prisión de Orihuela
Siervo de Dios Juan de Dios Ponce y Pozo Nació el 18 de noviembre de 1878, de padres modestos y piadosos, en la ciudad de Guadix (Granada). Estudió la carrera eclesiástica y fue alumno del Colegio Español de Roma y de la Universidad Gregoriana. Contaba en su historial académico con los doctorados en Sagrada Teología, Filosofía y Derecho Canónico. Para suplir al obispo de Orihuela, monseñor Irastoza que se encontraba enfermo y agotado, la Santa Sede pensó en el canónigo y provisor del obispado de Guadix, el doctor Ponce. El 29 de octubre de 1935 fue nombrado administrador apostólico de Orihuela (Alicante).
Son las doce de la noche; noche de hielo, como el corazón de los que en tenebroso conciliábulo maquinan la muerte de diez inocentes. El sueño tranquilo de los reclusos, se ve turbado por el ruido de las llaves, y la voz nerviosa del vigilante de guardia que grita al penetrar en la celda: “¡Esteban Zarco! ¡Eduardo Torres! ¡Juan Ponce! ¡Carlos Esquer! ¡Que se vistan para ir a Alicante a las órdenes de aquel Comité!”.
El terror es indescriptible. Y mientras los nombrados se disponen a vestirse, resuena la misma fatídica voz del vigilante en otras celdas: “¡Vicente Blanco! ¡Jaime Soriano! ¡Manuel García Riquelme! ¡Antonio Albaladejo! ¡José Aznar! ¡Ramón Juan...!”. No ignoran que ha llegado el momento del martirio.
Así lo da a entender el Señor Administrador al decir: “¡Por algo no podía conciliar el sueño esta noche!” Y luego a mi oído: “Ruegue usted a Dios por nosotros”. Y entre el silencio respetuoso de la cárcel, desfilan por los diferentes departamentos, despidiéndose más que con la palabra con la vista, aquellos diez hombres, cuyos semblantes serenos manifestaban la posesión de las promesas del Divino Maestro: “Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros”. “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus hermanos”. “Vosotros que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis el ciento por uno y conseguiréis la vida eterna”.
Siervo de Dios Juan de Dios Ponce y Pozo
Hasta octubre de 1936 pudo mantenerse a salvo bajo la protección de varias familias, que lo tuvieron oculto en Orihuela, mientras la calle respiraba hostilidad contra la Iglesia. El palacio episcopal fue desvalijado por las hordas marxistas. La presencia del doctor Ponce en los domicilios acogedores se hacía por momentos más comprometedora para sí y para los que le rodeaban. Optó, pues, por la evasión, disfrazándose convenientemente con el propósito de marchar a Barcelona. Pero un guardia de Asalto que prestaba servicio en la estación de Novelda reconoció al administrador apostólico. Lo detuvo y lo condujo esposado a la prisión local.
Pocos días más tarde lo trasladaron a la preventiva de Orihuela, donde estaban otros sacerdotes oriolanos. A las doce de la noche del 30 de noviembre de 1936, unos agentes sacaron de la cárcel al doctor Ponce y a otros nueve sacerdotes con el pretexto de una declaración que habían de hacer los presos en Alicante.
Hicieron subir en un camión a los diez hasta el cementerio de Elche, junto a cuyas tapias fueron fusilados. Sus cadáveres recibieron sepultura en el mismo campo santo, y allí permanecieron hasta su exhumación el 9 de julio de 1939.
Para conocer a los más de setenta sacerdotes y seglares, cuyas causas se han instruido en la diócesis de Orihuela-Alicante, pueden visitar la web antes mencionada:
http://testigosdelafeorihuelaalicante.blogspot.com/2009_07_01_archive.html
Hicieron subir en un camión a los diez hasta el cementerio de Elche, junto a cuyas tapias fueron fusilados. Sus cadáveres recibieron sepultura en el mismo campo santo, y allí permanecieron hasta su exhumación el 9 de julio de 1939.
Para conocer a los más de setenta sacerdotes y seglares, cuyas causas se han instruido en la diócesis de Orihuela-Alicante, pueden visitar la web antes mencionada:
http://testigosdelafeorihuelaalicante.blogspot.com/2009_07_01_archive.html