El Santo Padre le dirigió unas profundas palabras que nos deben llevar a reflexionar sobre la responsabilidad, ambiental y social, que todo cristiano y católico debe asumir. Tomando como base, la vida y obra del Poverello de Asissi, San Francisco, les dijo:
Si en su trabajo, el hombre olvida que es un colaborador de Dios, puede hacer violencia a lo creado y provocar daños que tienen siempre consecuencias negativas incluso en el hombre, como vemos en tantas ocasiones, desgraciadamente. Hoy más que nunca, es evidente, que el respeto por el ambiente no puede olvidar el reconocimiento del valor de la persona humana y de su inviolabilidad, en cada fase de la vida y en cualquier condición. El respeto por el ser humano y el respeto por la naturaleza forman una sola cosa, pero ambos pueden crecer y tener su justa mesura si respetamos, en la criatura humana y en la naturaleza, al Creador y a su creación.
El respeto al ser humano nos lleva a respetar el entorno en donde vivimos nosotros y nuestros descendientes tendrán que vivir. Respetar la naturaleza no debe implicar negación de la dignidad humana, sino todo lo contrario. Dios nos hizo responsable de ella y nos pedirá cuentas, al igual que se hace evidente en la parábola de los talentos.
La razón de cuidar de la creación no es que esta tenga más dignidad que el ser humano, sino que nuestra dignidad nos responsabiliza de lo creado y puesto en nuestras manos. Es complicado unificar una postura espiritual y una postura activa en defensa de la naturaleza. Parece que fuesen dimensiones excluyentes, pero esto no es así. Muchos santos han sido personas respetuosas que veneraban a Dios en Su reflejo en todo lo creado y han amado a sus semejantes, a través del cuidado del entorno ambiental y humano.
Es evidente, que en la tierra, no hay un futuro bueno para la humanidad, si no nos educamos todos a emprender un estilo de vida más responsable frente a lo creado. Y este estilo se aprende ante todo en la familia y en la escuela. Animo, pues, a los padres a los responsables escolares y a los profesores a llevar adelante, con empeño, una constante atención educativa y didáctica con este sentido.
Los profesores de todos los niveles tener la responsabilidad de hacer conscientes a las futuras generaciones de la dignidad de cada persona y de la necesidad de que esta dignidad nos mueva a procurarnos unos a otros las mejores condiciones de vida y de desarrollo humano. Los padres también somos responsables de primera fila. Hemos de enseñar que el amor a Dios nos obliga cuidar de la creación y el amor al prójimo a cuidar el medio que nos rodea y nos alimenta.
Demos gracias a Dios por todo lo que nos ha regalado y por ser capaces de cuidarlo y darle esplendor. Estimado lector, gracias por cuidar la naturaleza que es préstamo y encomienda que Dios nos ha dado.