Cuando oigo algo así, no puedo evitar pensar que si a esa persona se le plantea un conflicto de intereses entre su catolicismo (es decir, Dios) y su carrera profesional, probablemente elegirá lo segundo. O si el conflicto de intereses es entre Dios o algún negocio, también elegirá esto último. Y si es entre Dios y su dinero, o entre Dios y su voto, o entre Dios y lo que sea… pasará lo mismo. En definitiva, esto me suena a “Yo tengo varios intereses: mi trabajo, mi familia, mis amigos, mi dinero… y Dios es uno más de ellos. Y en cada momento elegiré el que más me convenga”.
Dicho en plata, como dicen en mi tierra, esta persona será muy católica en la iglesia, seguro que no falta ni un domingo, ya que ese es “su” momento para Dios. Es la “zona” de Dios. Pero el lunes por la mañana es la zona del trabajo y cualquier cosa que perjudique los intereses de esa zona pasará a mejor vida. Y cuando esté con los amigos será la zona de los amigos, y ocurrirá lo mismo que con la anterior; y le siguen la zona del dinero, y la de la política, y la de… Esta es la actitud del cristiano “zónico”: poner a Dios en el mismo plano que el resto de cosas, de forma que le considera “uno más de sus intereses”.
No se da cuenta esta persona que Dios no puede ser una mera zona de su vida, que no puede reducirle a un apartado, sino que Dios está por encima de todas las zonas y todas las zonas –profesión, amigos, familia, negocios…- han de supeditarse a Él. Eso es precisamente lo que significa aquello de “amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu”…
Aramis
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