Comenzamos el año litúrgico y, con él, el tiempo santo de Adviento, en el que nos preparamos para recordar la venida y el nacimiento del Señor en el portal de Belén. He aquí algunas notas breves para "vivir el Adviento" en nuestra vida.
1. A lo largo de cuatro semanas, los profetas que anunciaron la llegada del Mesías esperado, -Isaías, Zacarías, Sofonías y Juan el Bautista-, nos invitan a prepararnos para recibir a Jesús.
2. "Allanar y limpiar los caminos de nuestra alma" significa "convertirnos y cambiar interiormente", para acoger con un corazón limpio al Señor que nace, que debe nacer o renacer con mayor intensidad en nuestras vidas.
3. Adviento significa advenimiento y llegada, significa tambien encuentro de Dios con el hombre.
4. El Adviento es tiempo de desierto, de soledad y de silencio interior, tan necesarios en este mundo de ruidos y de prisas en que nos encontramos inmersos.
5. El Adviento es tiempo para cultivar nuestra interioridad: oración intensa, humilde y confiada, en la que, como los justos del Antiguo Testamento, repetimos: "Ven, Señor Jesús".
6. La oración renueva nuestra vida, nos ayuda a crecer en espiritu de conversión, a romper con aquello que nos esclaviza; por eso, es siempre escuela de esperanza.
7. Nuestro encuentro con el Señor no será posible si no está precedido de un encuentro cálido con nuestros hermanos, con actitudes de perdón, ayuda, desprendimiento, servicio y amor.
8. El Adviento es uno de los tiempos especialmente fuertes del año litúrgico y, por ello, hemos de vivirlo con intensidad y con esperanza, su virtud propia.
9. La esperanza se centra en el Dios que viene a salvarnos, que viene a dar respuesta a nuestras interrogantes, a poner bálsamo en nuestras heridas.
10. La Santísima Virgen es el mejor modelo del Adviento. Ella acogió a su Hijo, primero en su corazón y después en sus entrañas.