La puntilla estuvo a punto de tener firma de autor, y su nombre hubiera sido Papandreu. Pero Papandreu no es sino miembro de la camada política, y cual zorro astuto, traicionó a los suyos para salvar su nombre. Quizá vinieran a su mente aquellas escenas de meses atrás en que un ministro de su gobierno estuvo al borde de un linchamiento en la plaza pública, y quizá se viera a sí mismo en ese lugar a consecuencia de un acuerdo de rescate por el que millones de griegos verán mermar sus ingresos, derechos y servicios. No, había que salir victorioso de aquello, que fueran otros los que obligaran a tal acuerdo. El referéndum fue estrategia explosiva. La Europa democrática debería aceptar los mismos fundamentos de su sistema, o desenmascararse. Se desenmascaró, amenazó a Grecia, tirando los fundamentos democráticos a los pies de los caballos de los intereses financieros, de modo que los poderosos de Europa salvaron a su banca contra la idea de una Europa unida de pueblos diversos: ya ni siquiera una unidad económica, simplemente business us usual.
Esta realidad se ha puesto de manifiesto días atrás. La careta pedió la goma y cayó al suelo dejando al descubierto la mísera realidad y el cinismo que hay detrás. La apariencia de normalidad, del todo está bien, de repente, del modo más sorpresivo, se derrumbó con el anuncio de Papandreu. Temblaron los mercados, tembló Europa, y por fin el ciudadano medio percibió que algo grave pasaba… El esfuerzo por contener la situación, por aparentar “hasta que pueda ser resuelto el problema sistémico”, hizo aguas. La realidad quedó a la luz, lo que hizo al lobo perder su disfraz de oveja democrática y manifestarse como el animal peligroso que es: el pequeño habrá de someterse a las decisiones de los grandes y punto. Es la nueva Unión Europea.
¿Qué podrá pasar? ¿Hacia donde converge cuanto está sucediendo? Ciertamente los hechos de esta semana pasada han vuelto a traer a mi memoria la ironía con que un apreciado sacerdote recordaba a Jose de Vatopedi.
José de Vatopedi perteneció a ese grupo selecto de santos monjes ortodoxos que hizo de nuevo del monte Athos el centro de una espiritualidad profunda y admirada. Muerto en junio del 2009 su fama de santidad creció con la extraordinaria “manifestación” de la que fueron testigos sus hermanos una vez muerto. Y es que el que murió sin sonreir sonrió después de muerto. Lo narran los propios monjes del monasterio de Vatopedi: “Los dos monjes que estuvieron al lado del Anciano José hasta el último momento, se apresuraron a notificar al Anciano Efraín y al resto de los padres del reposo del Anciano José, sin haber notado que dejaron el cuerpo con su boca entreabierta. Los monjes asistentes amortajaron el cuerpo del anciano José con su manto monástico, según la costumbre establecida. El proceso incluye zurcir el manto, cerrándolo sobre su rostro y cuerpo con puntadas a lo largo del manto, un procedimiento que tomó 45 minutos. Finalmente, los asistentes recortaron la tela que cubría su rostro – también de acuerdo al orden previsto – y al descubrirle encontraron al Anciano con una sonrisa.”
Y es que José de Vatopedi había anunciado que la tercera guerra mundial tendría causa en un conflicto turco-griego. El desarrollo profético de tal conflicto embarca en la guerra a Estados Unidos y la Unión Europea en alianza turca contra una Rusia unida a Grecia. Lo que de allí se deriva para el Geronta José era la derrota de USA y el poder de Rusia como superpotencia. Amen de los cambios internacionales que depararía tal conflicto y victoria. Pero mirando lo profetizado con lo que ocurrió este septiembre se percibe una desproporción tal que hizo a muchos torcer el gesto con ironías lógicas y coherentes. No, lo que dijo en su día José de Vatopedi empieza a cobrar sentido desde otra perspectiva global y económica en la que los hechos recientes, más que relegar estas profecías al baúl de los ridículos, nos hacen percibir que cuanto sucede puede tener una trascendencia mayor de lo que aparenta a simple vista.
Grecia, para José de Vatopedi, sería origen indirecto del fin de la hegemonía de Occidente. La semana pasada Grecia ha estado a punto de dar la puntilla a una Europa tal como lo conocemos. Las aguas simplemente han dejado de subir, pero su nivel se mantiene en los mismos indicadores de peligro de la semana anterior. Y a la vista de tal realidad he de reconocer que al venerable anciano de Vatopedi le miro ahora con otros ojos.
x cesaruribarri@gmail.com