Una constante que se dio en toda la historia del pueblo de Dios, el antiguo Israel, fue el fenómeno del profetismo. Siempre que los israelitas se apartaban de la Alianza hecha con Dios, por medio de Moisés, que les había sacado, con mano poderosa, de la esclavitud de Egipto y les había hecho un pueblo libre, ante el grave y real peligro de la pérdida de su identidad, Yahvé suscitó entre ellos unos hombres, que impulsaban a los demás a rectificar, a convertirse y a no olvidar a Dios. La Biblia nos dice el fin que todos tuvieron. Uno tras otro fueron eliminados violentamente e Israel experimentó-muy a su costa- lo que era dar la espalda a Dios: la esclavitud, la deportación, la ruina, la masacre y caer y vivir bajo yugo extranjero.

La historia en los tiempos actuales, no sólo en España, sino en casi todo el Occidente cristiano, se repite. El olvido y hasta el rechazo de Dios y de su santa Ley, es algo corriente y generalizado. Está a la vista de cualquiera que no sea invidente. Por muy malos caminos vamos, dirigidos por unos gobernantes y unas leyes perversas e impías.

Hoy como en la antigüedad debían de despertar al pueblo, hombres de Dios, los profetas, que gritasen hasta la extenuación, la ceguedad y protervia con que España camina a la autodestrucción y a la ruina. Cabe preguntarse:¿Dónde están hoy día esos profetas? ¿Es que Dios se ha vuelto ciego, mudo o indiferente ante el libre albedrío de sus criaturas?

Los que oyen la voz de Dios en su interior, ¿tienen miedo al rechazo, a la calumnia ,la persecución o la muerte?.No es esto lo malo. Lo peor es la indiferencia o pasotismo de la gente, que hace oídos sordos a todo. Necesitamos más profetas en el Pueblo de Dios.

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN