Nos quejamos de muchas cosas, y a todas horas. Nos lamentamos de las barbaridades que se cometen, de la marcha sonámbula de la juventud, del anquilosamiento de la facultad de pensar, de la frivolidad en los grandes planteamientos de la vida, del vacío casi absoluto de ideales nobles, de la desorientación enfermiza de nuestra sociedad sin alma... Decimos que nos preocupa el futuro, pero no lo preparamos. Estamos enjugascados con un presente sin horizontes lejanos. Si escarbas un poco en la mente de muchos jóvenes solo encuentras basura, fútbol, alcohol, droga, sexo... y un aburrimiento que desespera al mas espabilado. Muchos llegan a plantearse si de verdad merece la pena vivir. Los suicidios juveniles aumentan en el llamado primer mundo.