Hogares de amor y perdón, como se dice en el prólogo es un libro dedicado: en primer lugar y fundamentalmente al perdón, del Padre Nuestro. En segundo lugar a la familia, como Iglesia doméstica. Y, finalmente, a la mujer; a lo que san Juan Pablo II llamó el genio de la mujer.

El libro refiere 22 historias contadas por 19 descendientes directos de quienes fueron perseguidos por la fe, testigos del Evangelio durante los años del programado exterminio de la Iglesia católica en España.

En los testimonios observamos que estas familias fueron curtidas por el perdón, un perdón generoso, desde el dolor, desde la pena, desde el terror, pero desde la serenidad del corazón. Un perdón que lleva al falta de rencor y el odio, si alguna vez lo hubo.

Nos dan testimonio directo de la pasión vivida por tantas familias cristianas y nos muestran la alegría del perdón porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, ni la enemistad, si alguna vez la hubo; perdonando encontramos paz.

Es precisamente ese perdón el que nos llevó a darnos la paz como hermanos y solo así fue posible construir la España en convivencia de la que hoy seguimos disfrutando.

Y desde ese punto de vista se puede decir, como referíamos antes, que hubo un olvido, en ese sentido de ausencia de odio o venganza hacia el asesino, pero nunca en el sentido de arrinconar a nuestros mártires, a aquellos que fueron asesinados solo por odio a la fe católica. Pues no hay que confundir perdón con olvido; el perdón sale del corazón y el olvido de la falta de memoria, como dice el padre Ángel Garralda, q.e.p.d. (al igual que Cristo nos perdonó muriendo en la Cruz, pero no quiere que olvidemos su crucifixión, la Pasión no se olvida.).

Decía en declaraciones sobre ETA, el obispo de Burgos, Monseñor Mario Iceta:

Cristo tiene en sus manos las marcas de la Cruz. Por lo tanto, la Pasión no se olvida. Queda marcada en la carne. La memoria queda no sólo en la mente sino también en el cuerpo. No se olvida lo que ha ocurrido y es bueno hacer memoria de lo que ha ocurrido. El perdón es inherente al mensaje cristiano. La palabra de perdón de Jesús en la Cruz es fundamental. La memoria es necesaria, el olvido no hace bien, uno tiene que conocer la historia, pero el perdón sana y restaña heridas. San Pablo nos dice que, como Iglesia, somos ministros de la reconciliación.

Destacar que mayoritariamente fueron las mujeres quienes quedaron solas y observamos, entonces, eso que san Juan Pablo II llamaría “el genio femenino”, como esa especial capacidad de amar, propia de la mujer que advertimos en aquellos hogares capitaneados por viudas jóvenes, madres de familia numerosas que supieron educar y transmitir la riqueza de nuestra fe católica a sus hijos.

Es un libro sencillo sin más pretensión que acercar esa realidad. Un libro que quiere, modesta y humildemente, reconocer también los grandes hombres y valores de nuestra Nación. Reivindicamos la memoria patria.

 

Ve la luz el libro 'Hogares de amor y perdón' sobre los mártires católicos de la guerra civil española - Enraizados.org