23 de julio, en la Estación de Manzanares Los siete restantes quedan malheridos. Los milicianos, inmisericordes, a cierta distancia se divierten viendo cómo se levantan y vuelven a caer. A las diez de la mañana, un camión recoge los cadáveres, que son conducidos al depósito; a los heridos, los trasladan en una furgoneta al hospital municipal. Mientras se les sube a la furgoneta, algunas personas se acercan para insultarlos y darles golpes. Ya en el hospital, el Beato Fulgencio Calvo Sánchez (19 años), que llegó inconsciente, moriría en la habitación.
Natural de Becerril del Carpio (Palencia), nació el 15 de marzo de 1898, siendo el menor de once hermanos. Murió su madre cuando aún no tenía dos años y por ello creció al cuidado de una hermana. Tenía 14 años cuando conoció a los padres pasionistas porque predicaron una misión en su pueblo. Se sintió atraído por esta congregación y el 12 de diciembre de 1912 ingresaba en el estudiantado de Corella. Al cumplir los 15 años ingresó en el noviciado y hacía la profesión religiosa el 25 de mayo de 1914 con el nombre de Ildefonso de la Cruz. Estudió humanidades y filosofía y para la teología lo destinaron a Roma a donde llegó el 15 de diciembre de 1920. Aquí haría la profesión perpetua el 6 de enero de 1922. Aquel año, en noviembre, regresaba a España y era destinado a Corella y luego a Daimiel. El 7 de diciembre de 1924 se ordenó sacerdote. Recibió varios destinos, entre ellos el de superior de la casa de Daimiel (1932), ejercitándose mucho en la predicación y el confesonario. Terminado su rectorado, solicitó ser destinado a América y, en efecto, se le asignó para la casa de Valencia, en Venezuela, pero la revolución española torció estos planes y lo llevó al martirio. Nació en Alba de los Cárdanos (Valencia) el 19 de agosto de 1910. Por un tío suyo, novicio pasionista, conoció esta congregación y decidió unirse a ella, ingresando el 29 de septiembre de 1920. Inició su noviciado el 28 de septiembre de 1925 y un año más tarde hacía la primera profesión con el nombre de Justiniano de San Gabriel de la Virgen Dolorosa. Hizo los estudios en Daimiel y pasó luego a Zaragoza para estudiar teología. El 12 de septiembre de 1931 hacía la profesión perpetua. Se ordenaba sacerdote el 15 de abril de 1934. Permaneció en Zaragoza hasta el 24 de agosto de 1935 en que se trasladó a Daimiel como profesor. Aquí le llegaría la oportunidad del martirio. Había nacido en Salinas de Pisuerga (Palencia) el 13 de marzo de 1915. Asiduo a la parroquia y piadoso desde muy niño, ingresa en la congregación pasionista el 26 de febrero de 1927 en Zaragoza. Al proclamarse la República, en abril de 1931, hubo de volver a su pueblo, pero el 12 de septiembre estaba de nuevo en Zaragoza y empieza el noviciado el siguiente 4 de octubre, superada una crisis vocacional. El 23 de octubre de 1932 pronunció los votos religiosos con el nombre de Eufrasio del Amor Misericordioso. Siguió en Corella, y en agosto de 1934 fue trasladado a Daimiel. Pasadas las elecciones de febrero de 1936 escribió una carta a su casa en la que manifestaba su disponibilidad para el martirio.
Natural de La Lastra (Palencia), nació el 21 de abril de 1917 en una familia muy cristiana. Por contacto con un padre pasionista ingresó en la congregación en Zaragoza el 13 de septiembre de 1928. Debió volver a su casa cuando se proclamó la República pero regresó a principios de septiembre. Un año más tarde -22 de octubre de 1932- tomaba el santo hábito y al año siguiente hacía los votos religiosos con el nombre de Honorino de la Virgen Dolorosa. Prosiguió un año en Corella y luego marchó a Daimiel el 18 de septiembre de 1934, donde prosiguió sus estudios. En su última carta a sus familiares pedía oraciones para seguir fiel a su vocación. Cuando fue llevado al hospital de Manzanares tras el primer fusilamiento, animó a quienes temían hacerle sufrir al curarle las heridas con esta afirmación: “-Soy pasionista”. Había nacido en Tabuenca (Zaragoza) el 22 de febrero de 1915 en una familia cristiana. En 1927 ingresó el seminario de Belchite, pero en 1930 cuando vio el efecto espiritual que había causado en su parroquia la predicación de los padres pasionistas, optó por esta congregación, ingresando el 28 de septiembre de ese año. Hubo de regresar a su casa cuando la proclamación de la República pero en septiembre volvió a Zaragoza. Tomó el hábito en Corella el 22 de octubre de 1932, y el 19 de octubre del año siguiente hacía los santos votos con el nombre de Tomás del Santísimo Sacramento. Permaneció otro año en Corella y en 1934 pasaba a Daimiel para proseguir los estudios. Aquí encontraría el camino del martirio. Hermano del Beato Tomás Cuartero, había nacido en Tabuenca (Zaragoza), el 29 de abril de 1918. Ingresó con su hermano en la congregación, volvió a casa con él en abril de 1931 y regresó en septiembre. Admitido al noviciado en octubre de 1934, pronunciaba sus votos religiosos el 23 de octubre de 1935 con el nombre de José María de Jesús. Estando en Daimiel recorrió con su hermano el camino del martirio con el doble fusilamiento. Sólo tenía 18 años.
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Los cuerpos de doce pasionistas de la Comunidad de Daimiel (Ciudad Real) yacen esparcidos en la cercana estación ferroviaria de Manzanares (Ciudad Real), se trata del paraje conocido como “La Vereda de Valencia”.
Los esperaban en la estación desde el día anterior. En el despacho de billetes ha tenido lugar un forcejeo. El Subjefe de Estación ha vendido los billetes al grupo de religiosos para que continuaran su viaje. En ese momento, el jefe del Comité del pueblo, lo impide amenazando al ferroviario. El Padre Nicéforo suplica clemencia:
-Por favor, no le haga nada a él. Máteme a mí, si es preciso…
Pero los marxistas no están ahí de paso o por casualidad. Antes de que el Padre Nicéforo Díez Tejerina (43 años) salga del despacho, se agrupan los milicianos que, armados, merodeaban por la estación. Obligados a andar por la vía, los doce religiosos caen bajo una lluvia de proyectiles. Con el Padre Nicéforo murieron allí mismo los más jóvenes: Beato José Estalayo García (21 años), Beato Abilio Ramos (19 años), Beato Epifanio Sierra Conde (20 años) y Beato Zacarías Fernández Crespo (19 años).
Testigos presenciales cuentan también que el Beato Nicéforo, después de haber sido fusilado y ya próximo a morir, levantó sus ojos al cielo, volvió su rostro hacia sus asesinos y les ofreció una sonrisa, lo que les desconcertó hasta el punto de que uno de ellos, todavía más enfurecido, le recriminó: “Cómo, ¿todavía sonríes?” Y le disparó a bocajarro otro tiro, que acabó con su vida acá en la tierra.
Al Hospital de Manzanares llegó el Padre Ildefonso García Nozal (38 años) con lesiones graves en las piernas; Justiniano Cuesta Redondo (26 años) que tenía un ojo perdido; Honorino Carracedo Ramos (19 años), con un brazo atravesado por un tiro; José María Cuartero Gascón (18 años) con las mandíbulas desencajadas; su hermano Tomás (21 años) con un tiro en el pecho y Eufrasio de Celis Santos (21 años) con graves lesiones en la cara. Cuando le dijeron al Padre Ildefonso que había muerto Fulgencio, comentó:
“-¡Feliz él! Nosotros hemos tenido la palma del martirio en la mano, y se nos ha escapado”.
Con una continuada actitud martirial, Honorino animaba a las enfermeras:
“-No teman… duele, ¡pero soy pasionista!”.
Beato Ildefonso García Nozal
Beato Justiniano Cuesta Redondo
Beato Eufrasio de Celis Santos
Beato Honorino Carracedo Ramos
Beato Tomás Cuartero Gascón
Beato José María Cuartero Gascón
Segundo martirio
No sabemos si los seis últimos que quedaron con vida después del fusilamiento de Manzanares llegaron a enterarse de lo ocurrido a los demás grupos. Los pobres pasionistas, además de soportar el dolor de sus heridas, tenían que aguantar permanentemente la agresividad hiriente de los milicianos:
“-Hay que curarlos pronto para fusilarlos otra vez…”
“-Cuanta más sangre recuperéis más perderéis después…”
A medida que fueron valiéndose por sí mismos, les dieron algunas ocupaciones en el propio hospital. Fue un acuerdo de los médicos, porque sabían que si les daban el alta serían nuevamente fusilados.
La hora del segundo martirio llegó la mañana del 23 de octubre. Se les hizo subir en una furgoneta. Se les dijo que había orden del gobernador de llevarlos a Ciudad Real para una declaración. Los religiosos no se llevaron a engaño, y el Padre Ildefonso dio a todos la absolución.
Camino de Ciudad Real pasaron junto a la parroquia de Daimiel. El gobernador se lavó las manos:
-Cada comité tiene que asumir sus propias decisiones…
La furgoneta dio media vuelta, camino de Manzanares. Después de pasar nuevamente por Daimiel y a pocos kilómetros de volver al punto de origen, obligaron a descender a los pasionistas y los acribillaron a balazos. Los de la FAI no querían más complicaciones con aquellos religiosos. El tiro de gracia no falló esta vez.
“Vida y testimonio. Homenaje a los 26 Mártires Pasionistas de Daimiel”
del Padre Fernando Piélagos (Zaragoza 1989), págs. 219-221; 226-229.
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