Esta semana han tenido lugar dos acontecimientos muy dispares que van, sin embargo, en el mismo sentido: la persecución y hostigamiento contra los cristianos. El más grave, la represión sufrida por los coptos en Egipto. El menor, la propuesta electoral del Partido Socialista de España para, si gana las elecciones, quitarle a la Iglesia un supuesto privilegio, que consiste en poder escriturar los bienes que históricamente le pertenecen pero cuyos registros notariales se han perdido.
Lo de Egipto es grave y preocupante. Tras la revolución popular que derribó a Mubarak, algunos abrigaron esperanzas de que pronto se convirtiera en una auténtica democracia. No como Turquía, donde los cristianos siguen reprimidos, sino como cualquiera de las democracias europeas donde un cristiano puede hacerse musulmán sin que le pase nada. La masacre contra los coptos, llevada a cabo por el Ejército, ha borrado esa esperanza y muestra una vez más que los llamados “musulmanes moderados” no abundan en los países de mayoría islámica y que sólo alzan su voz en los países de Occidente, para que no se les acuse de estar de acuerdo con lo que hacen sus correligionarios donde pueden.
Lo de España no tiene comparación con lo de Egipto, pero va en el mismo sentido. Esta modificación de una antiquísima costumbre, no va a suponer mucho dinero en ingresos para el Estado y probablemente la Iglesia podrá arreglar sus documentos antes de que entre en vigor la ley, suponiendo que gane el Partido Socialista, lo cual no es precisamente lo más probable. Todo eso lo sabe el candidato Rubalcaba. Lo mismo que sabe que atacar a la Iglesia le produce votos, porque es uno de los “tics” más firmemente arraigados en los “progres” españoles. Echar los católicos a los leones, aunque sea sólo como un amago, gusta a los votantes del PSOE, que –según parece pensar Rubalcaba- estarían dispuestos a ir a las urnas cantando la Internacional para ir desde allí a prender fuego a los templos como en el 36. Por desgracia para él, los que piensan así son muy pocos –ya se vio lo que dio de sí el llamado “movimiento 15M”- y esos pocos ya le van a votar o al menos van a votar a sus correligionarios comunistas, con los que tendría el gustazo de gobernar si le fuera necesario.
No pueden dejar a los cristianos en paz. Y eso que no nos metemos con nadie. ¿O será porque no nos metemos con nadie y eso es precisamente lo que les molesta y les provoca? Ni los leones de Rubalcaba ni los de los musulmanes van a poder con nosotros, como no pudieron los de Nerón. Morderán y harán daño, pero no tienen futuro porque sólo saben sembrar odio y violencia y con eso no se construye un hogar donde el hombre pueda habitar con paz.
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