Amigo: ¿Son muy importantes estas elecciones? Parece que la gente se está moviendo mucho con motivo de las elecciones.
Monseñor: Y yo también estoy interesado en el resultado de las mismas, porque según quienes dirijan la política, la sociedad irá mejor o peor. Todas las elecciones son importantes, pero de manera especial, las elecciones generales, porque en ellas se eligen los que han de legislar. Por este motivo todos los partidos presentan su programa para que cada elector pueda votar al partido con el que más sintoniza.
No creo que sea el momento para analizarlos; más bien me voy a referir a algunas cuestiones fundamentales con respecto a la vida y a la dignidad de la persona humana. Y, en concreto, voy a referirme en este artículo al aborto.
Amigo: Me parece muy bien, porque en este punto hay opiniones muy distintas, incluso, contradictorias. Vamos a ver si me las puede aclarar, no todas, sino lo referente a la postura de la Iglesia. Y la primera pregunta es ¿en qué casos la Iglesia acepta un aborto, y cuándo lo rechaza?
Monseñor: Sólo unas palabras antes de contestarte, para decirte en qué consiste el aborto. Si no nos ponemos de acuerdo a la hora de definir en qué consiste, no nos vamos a poner de acuerdo a la hora de las conclusiones sobre la moralidad o inmoralidad del mismo.
Claro, para quienes el feto humano es algo parecido a un tumor, es lógico que piensen que el aborto no tiene importancia. Pero para quienes el feto humano es un ser vivo que se está desarrollando en el vientre de la madre, es decir, que es un ser humano en evolución, y es el mismo antes de nacer que cuando nace, y que cuando va evolucionando hasta la ancianidad, el aborto es un crimen. ¿Tú no crees que eres el mismo ser humano ahora que cuando eras niño o cuando estabas todavía en el seno de tu madre? ¿Qué diferencia ves entre asesinarte ahora, asesinarte recién nacido, o asesinarte antes de nacer?
Amigo: Bueno, pero supongamos que la madre está enferma, o que el niño tiene un defecto grave o que tiene el síndrome de Down; en casos así ¿no podría el Estado permitirlo?
Monseñor: El Estado podría permitirlo si pudiese permitir el asesinato de cualquier enfermo terminal, o de cualquier inválido o de quienes ya no pueden rendir laboralmente y que por tanto, pueden ser considerados como un peso para la sociedad. Pero como el Estado no puede hacer eso, tampoco puede disponer de la vida de un niño aunque todavía no haya nacido. El hecho de admitir la licitud del aborto equivale a afirmar que alguien puede disponer de la vida de un ser humano inocente; y por tanto, el Estado no sólo no puede permitirlo, sino que tampoco puede permanecer indiferente ante la violación del gran derecho a la vida. Y el gobierno actual está haciendo lo contrario.
Amigo: Y, concretamente, qué es lo que dice la Iglesia sobre el aborto.
Monseñor: Que nunca es lícito abortar, nunca y por ningún motivo. El Papa que, al hablar de la pena de muerte, dice que los casos en que pueda tolerarse son prácticamente inexistentes, al hablar del aborto lo condena de manera absoluta; dice: "El mandamiento « no matarás » tiene un valor absoluto cuando se refiere a la persona inocente” (Ev. Vit. 57). Y sigue diciendo con toda solemnidad: "Con la autoridad conferida por Cristo a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con los Obispos de la Iglesia católica, confirmo que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral” (Ibid.). Esta afirmación del Papa tiene un carácter absoluto, es decir que nadie la puede cambiar, ni siquiera un papa futuro.
Amigo: ¿Eso quiere decir que es una norma irreformable y que hemos de admitir y aceptar todos los católicos siempre?
Monseñor: Efectivamente
Amigo: Pero hay algunos sacerdotes, religiosos y cristianos que dicen que en algunos casos el aborto es lícito.
Monseñor: Ya lo sé, pero quien no acepta esta enseñanza definitiva del Papa, se sitúa fuera de la Iglesia. Lo que pasa es que algunos se creen los portadores de la verdad, cuando el Magisterio de la Iglesia es competencia del Papa y de los obispos.
De ahí, la absoluta condena de la Iglesia, hasta tal punto, que sanciona con pena de excomunión a todos los que toman parte en el aborto. Tanto el aborto como el infanticidio son calificados por el Concilio muy duramente; dice: “El aborto y el infanticidio son crímenes abominables” (G. Sp. nº 51).
Amigo: Me gustaría seguir hablando sobre este tema. Lo veo muy importante y más, en la actualidad; y más, con motivo de las próximas elecciones generales.
Monseñor: Pues por mi parte, podemos seguir hablando y comentar los argumentos que aportan los proabortistas. Lo podríamos tratar en el próximo artículo.
José Gea