El Santuario de Nuestra Señora de la Encarnación, conocido popularmente como de la Virgen del Castillo, es un santuario mariano de mucha devoción en la comarca. Está en un montículo junto al antiguo castillo, teniendo al oriente el Mar Mediterráneo, y al poniente la rica vega de Cullera y Sueca.
Antonio había nacido en Cullera el 25 de abril de 1890. Cursó sus estudios en el Seminario Conciliar de Valencia y fue ordenado Presbítero en 1913. Era doctor en Sagrada Teología y después de sus primeros años en el ministerio como párroco en Benirrama pasó a su ciudad natal como Coadjutor de la Parroquia de Santos Juanes. Era devotísimo de la Santísima Virgen María. Cuando el año 1931 hicieron salir a los franciscanos del Santuario de la Virgen del Castillo de Cullera, don Antonio se encargó del culto del mismo. Siervo de Dios Manuel Alemany Campos Don Antonio Renard y el Padre Manuel Alemany forman parte de la causa de canonización de los Siervos de Dios Ricardo Pelufo Esteve (a la derecha) y 43 compañeros mártires, en la que figuran un total de 36 religiosos franciscanos. En la actualidad, el proceso se realiza en Roma, en la Congregación para las Causas de los Santos donde fue enviada la documentación, una vez concluido en Valencia el proceso diocesano, a la espera de que puedan ser beatificados. En declaraciones a Avan, el vicepostulador de la causa, Padre Benjamín Agulló, señaló que el P. Ciscar Puig (a la izquierda), natural de la localidad valenciana de Piles, “es considerado mártir de sigilo sacramental ya que fue fusilado al negarse a revelar la confesión que administró a un religioso franciscano momentos antes de que fuera también asesinado”. Agregó que “el fraile franciscano Andrés Ivars (a la derecha) pidió ser confesado cuando se encontraba en la cárcel de Denia a finales de agosto de 1936 al intuir su próximo fusilamiento y en ese momento don Felipe Císcar fue conducido a la prisión. Tras la confesión, intentaron arrancarle su contenido y ante su negativa a revelarlo, los milicianos le amenazaron con matarle. Al verle tan seguro, le llevaron a un simulacro de tribunal donde se le conminó para la revelación del sigilo, y como aun así continuó firme en su postura, afirmando que prefería morir, los milicianos le condenaron a muerte. Subidos a un coche, Felipe Císcar y Andrés Ivars, fueron llevados al término de Gata de Gorgos y allí fueron fusilados el 8 de septiembre de 1936”. En el año 2000, Andrés de Sales Ferri publicó su obra “Escultura patronal destruida en 1936”, editada en tres volúmenes, uno referido a cada provincia de la Comunidad Valenciana. En su trabajo, reúne fotos inéditas de las imágenes destruidas durante la persecución religiosa en la que, según el autor, “se perdió más del 90 por ciento de todas las esculturas patronales objeto de devoción popular en las iglesias valencianas”. Para el autor, la foto “más impactante” es la que muestra el estado en que quedó la imagen de piedra de la Virgen del Lledó, de Castellón, que “fue golpeada con un martillo o lanzada desde gran altura, porque sólo quedaron dos trozos que fueron fotografiados luego unidos, y en los que falta la cabeza, el brazo derecho y una mano”.
Según nos cuenta la historia, la Junta Patronato de la Santísima Virgen del Castillo de Cullera presentó una solicitud al Ministro Provincial de los Franciscanos, pidiéndole aceptase una fundación para el Santuario. El 7 de julio de 1921 se admitió la nueva fundación. El 15 de abril de 1922 los franciscanos tomaron posesión de este convento. No existía en el Santuario ningún departamento que sirviese de morada a los religiosos. Se instalaron en las dependencias de la iglesia. Pocos meses después comenzaron las obras para construir unas habitaciones y terminaron cuatro años después. No llegó a diez años esta primera presencia franciscana, pues, en el año 1931, el Consistorio republicano de Cullera expulsó a la comunidad franciscana.
El santuario fue incendiado por republicanos el 31 de marzo de 1936. El 13 de mayo volvió a ser incendiado el Santuario, siendo sofocado también el fuego por vecinos que vieron el humo de lejos.
Finalmente, don Antonio Renard Martí, coadjutor de los Santos Juanes, y el francisco Padre Manuel Alemany, fueron los salvadores de la imagen de Nuestra Señora de la Encarnación del Castillo. Su silencio les costó el martirio.
Siervo de Dios Antonio Renard Martí
Nació en Benirrama (Vall de la Gallinera), en Alicante, el 29 de marzo de 1889. Sacerdote profeso franciscano. Tras las diversas expulsiones, al estar destinado en el Convento de Cullera, decidió quedarse en el pueblo.
Al arreciar la persecución religiosa del 1936, viendo que peligraba la imagen de la Virgen del Castillo, se valió de personas de confianza para esconderla personalmente en su propia casa. Había quedado en Cullera el franciscano padre Manuel Alemany Campos, como organista de la parroquia. Buscó refugio en casa de don Antonio mientras agenciaba la posibilidad de trasladarse a sus tierras. Fueron denunciados ambos sacerdotes, custodios de la Virgen del Castillo, a quienes exigieron declarar dónde estaba escondida la imagen de la Patrona de Cullera. Ante la rotunda negativa, fueron asesinados juntos el día 18 de octubre de 1936, por lo que son considerados como mártires de la Virgen del Castillo de Cullera.
Siervo de Dios Ricardo Pelufo Esteve y 43 compañeros mártires
En este grupo de 44 mártires también destaca la historia de los sacerdotes Felipe Císcar y Andrés Ivars. Con el sugerente titular “Sacerdote español martirizado por guardar secreto de confesión camino a los altares”, los medios de comunicación dieron a conocer como en la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos se seguía la Causa de canonización de este sacerdote valenciano Felipe Císcar Puig.
El Siervo de Dios Felipe Císcar Puig había cursado sus estudios en el Seminario de Valencia y fue ordenado sacerdote en 1888. Después de varios cargos en distintas parroquias, desde 1906, sirvió como capellán a las religiosas agustinas descalzas de Denia.
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Escultura patronal destruida en 1936
Ferri, director del archivo diocesano de religiosidad popular, después de años de intenso trabajo recogiendo fotografías del patrimonio religioso destruido en 1936, concluye que de las 800 parroquias con que contaba la diócesis de Valencia en aquel año, sólo quedaron 36 imágenes originales de Cristo en la cruz y 37 de la Virgen.
Entre las obras escultóricas de mayor valor que fueron destruidas en 1936, el sacerdote cita las tallas románicas de la Virgen del Olivar, de Alacuás, la del Remedio de Utiel, la Virgen del Castillo, de Chiva y la de la Murta, de Alzira. “Eran cuatro piezas excepcionales todas anteriores a 1.300 y no ha quedado nada de ellas”, señalaba.
Ferri ha destacado que muchas imágenes “las tenemos hoy gracias a la acción de muchas personas que llegaron hasta el martirio para salvarlas”. Así, por ejemplo, el caso martirial que narramos hoy en Cullera o el caso “muy singular” de Benaguacil , “donde continúa sin aparecer la imagen de la Virgen de Montiel, cuyo paradero ocultó el párroco Fermín Gil a los que le asesinaron”.