Hoy quiero escribirles, acerca de mi propia aventura, como misionero juvenil, es decir, en medio de las experiencias de mi edad y momento. Mientras algunos se “quiebran” la cabeza, ideando y esquematizando, yo he descubierto una buena opción para impulsar la nueva evangelización, sobre todo, en aquellos sectores o contextos, marcados y definidos por el secularismo. Creo que una de las mejores maneras que existen para dar a conocer el proyecto de Dios, consiste en dar testimonio de su amor, insertados en medio de la sociedad, para hacernos presentes en los diferentes lugares y contextos, llegando incluso a sitios insospechados, pues para evangelizar, no sólo hay que hablar de templos y parroquias, sino también de bares y discotecas. Es decir, demostrarle al mundo, a partir de nuestra propia vida, que podemos divertirnos, sin pasar por encima de los valores que Cristo nos ha enseñado.
Como jóvenes, no podemos evangelizar, si nos quedamos encerrados en la realidad de nuestro grupo parroquial, pues vale la pena ir a nuevos lugares, ampliando el radio de acción de nuestra misión. Desde luego, esto no quiere decir, que si los demás se envician, tengamos que enviciarnos, pues la idea, no es confundirse y perderse, sino convertirse en un buen punto de referencia, especialmente, para los que piensan que buscar el rostro de Cristo es una cosa imposible o del otro mundo. Ahora bien, ¿cómo evangelizar en la discoteca? Ciertamente, no lo haremos con palabras, porque estaría fuera de lugar, sino con actitudes; de tal forma, que quienes entren en contacto con nosotros, descubran a un grupo de jóvenes, capaces de divertirse, sin tener que caerse por las escaleras bajo los efectos del alcohol. Es decir, beber, pero siempre con moderación.
Si aprendemos a evangelizar, desde dentro, nuestros compañeros y compañeras de generación, se atreverán a plantearnos incluso sus dudas y temores sobre la fe, rompiendo el silencio, aún cuando sean las cuatro de la mañana, es decir, después de la fiesta. Nunca es tarde para evangelizar. Muchas veces, en plena madrugada, me ha tocado hablar con varios amigos sobre Dios, pues al verme en igualdad de condiciones, es decir, hablando su mismo lenguaje, se sienten con la confianza de hacerme algunas preguntas, lo cual, me abre la posibilidad de plantearles la propuesta de Jesús. Desde luego, mi intención, no es sustituir al sacerdote, pero dado que en su mayoría, no ponen un pie en la Iglesia, a través de mí, puede darse dicho contacto. No es lo mismo acercarse directamente al párroco, que empezar a través de un amigo que te entiende, porque ha vivido muchas experiencias en común.
En síntesis, como jóvenes católicos, no se trata de aislarnos del mundo, sino de encararlo, con la fuerza de nuestro testimonio, sabiendo que no vamos a título personal, sino como enviados de Cristo Sacerdote y Víctima. ¡Ánimo!, no se trata de hablar todo el tiempo de Dios, cayendo en un discurso rebuscadamente piadoso, sino de vivir con coherencia y transparencia. Vale la pena dejarnos llevar por el Espíritu Santo, siendo audaces en la causa de la nueva evangelización.