Es difícil establecer en unas pocas líneas cual es la fecha en la que la Virgen del Pilar queda formalmente declarada como Patrona de la Hispanidad. Más allá de todo el proceso intelectual que da lugar al concepto de “hispanidad” y en el que participan intelectuales españoles de la talla de Ramiro de Maeztu, Miguel de Unamuno, el obispo vasco Zacarías de Vizcarra, el propio Cardenal Primado de España D. Isidro Gomá, quizás sea acertado concretar la misma entre los meses de enero y abril del año 1958, en el que se producen dos eventos fundamentales a los efectos(1).
El primero es el Decreto del Gobierno español de fecha 10 de enero de 1958 firmado por Francisco Franco y Luis Carrero Blanco, por el que sin mencionarse a la Virgen del Pilar, se establece la fecha de su festividad, el 12 de octubre, como fiesta nacional y Día de la Hispanidad.
En cuanto al segundo, probablemente por casualidad o quizás en un movimiento de algún modo concertado, Su Santidad el Papa Pío XII, poco más de tres meses después, en su Alocución a los peregrinos que asistieron al rito de beatificación de la monja española Teresa de Jesús Jornet e Ibars, de 28 de abril de 1958, llama a la Virgen del Pilar “Reina de la Hispanidad”, lo que hace al glosar que la nueva beata realizara “la fundación en Zaragoza el mismo día consagrado al culto de la Reina de la Hispanidad”.
No obstante ello, existen importantes antecedentes del hecho que queda concretado en 1958 en el modo que hemos visto. Los antecedentes legales los evoca el propio Decreto, el cual se hace eco de los siguientes:
1º.- En España, el Real Decreto firmado en el Monasterio de Santa María de la Rábida el doce de octubre de 1892, “siendo Reina Regente de España doña María Cristina de Habsburgo, y Presidente del Consejo de Ministros don Antonio Cánovas del Castillo” en el que “el Estado español, al celebrar el IV Centenario del Descubrimiento, manifestaba de modo explícito su propósito de instituir como Fiesta Nacional el aniversario del día en que las carabelas de Palos de Moguer arribaron a las costas de Guanahaní, con el pendón de Castilla en la proa, y en la vela del trinquete, la Cruz”.
2º.- En Argentina, el Decreto del Presidente Irigoyen de 1917 en el que declara “Fiesta Nacional el doce de octubre de cada año” consagrando “esa festividad en homenaje a España, progenitora de naciones, a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento”.
3º.- En España también, la Ley de 15 de junio de 1918, firmada Alfonso XIII con el refrendo de su Presidente del Consejo de Ministros, Antonio Maura, en el que se lleva a la práctica el deseo expresado en el Real Decreto del doce de octubre de 1892.
Por lo que se refiere al Papa Pío XII también él, antes de 1958, había realizado una mención especial de la Virgen del Pilar que la unía irrevocablemente con su patronazgo de la Hispanidad, al llamarla el 28 de octubre de 1945 “gran madre de la Hispanidad” en su Radiomensaje a los fieles argentinos en el I Centenario del apostolado de la oración, en el que recuerda a los argentinos “el ejemplo de tantas naciones, hermanas vuestras de lengua y de sangre, y de la misma gran madre de la Hispanidad”. Un discurso en el que, como se ve, vuelve a aparecer el notable protagonismo argentino tras el hermoso concepto de la hispanidad, que une a los españoles con tantas otras naciones del mundo en todos los continentes, pero muy especialmente en el americano.
En 1981, por último, ya en plena democracia, el Real Decreto 3217/1981, de 27 de noviembre, establece en su artículo único:
“El doce de octubre, fiesta nacional de España y Día de la Hispanidad, tendrá con carácter permanente consideración de fiesta laboral de ámbito nacional”.
(1) El presente artículo bebe en dos fuentes que recomiendo vivamente:
Este último de mi compañero en este medio el Padre Angel David Martín Rubio.
©L.A.
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