Frente a tanta frivolidad existente en el mundo del “glamour” y que llenan las revistas del corazón y los espacios televisivos de ciertos canales, es de agradecer el testimonio de coherencia que con plena lucidez, a sus 85 años, ha dado a todos, la duquesa de Alba en su tercer enlace matrimonial. Nada de tapujos, apariencias y convencionalismos.
A las claras y por directo ha dicho y hecho lo que su corazón y su fe le pedían. Contra viento y marea, venciendo reticencias y oposiciones, incluso de personas cercanas, ha unido su vida a la de don Alfonso con un amor verdadero. Ante Dios y los hombres, ha proclamado bien alto y claro su condición católica: “Soy católica y lo ejerzo”. Así es:
El casarse por la Iglesia, el recibir la eucaristía (que supone la confesión previa), el decir sin cortes ni reparos, en los medios: “Yo soy antidivorcio, antiaborto y “anti” todas esas atrocidades” es una cosa que la honra y la define como mujer y católica coherente. Muy bien sabe y lo ha dicho, que para ser feliz en el matrimonio, se necesita “comprensión, ayuda, compenetración, amor y muchas cosas más”. Que la bendición y ayuda de Dios le acompañe en su nuevo estado y su ejemplo sirva de estímulo a tantas parejas que se juntan sin saber bien lo que hacen ni por qué lo hacen.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN