Es imposible enumerar los asaltos republicanos contra obras o templos religiosos, ya que en la zona republicana prácticamente todos los pueblos los sufrieron. A día de hoy todavía se silencia o dulcifica con expresiones como “el incendio que hubo en el 36”, o “el incendio que se produjo en el 36”, pero nunca se habla de quién lo provocó y el por qué. Son muchas, cada vez más, las obras que se han dedicado a mostrar la barbarie ocasionada.
La Asunción de Onda
Por ejemplo, más del 90% de las imágenes patronales de los pueblos y ciudades de la Comunidad Valenciana fueron destruidos en la guerra en los asaltos de milicianos republicanos (se puede consultar “Imaginería Patronal destruida en la Comunidad Valenciana durante 1936”, con cientos de fotografías, de Andrés de Sales Ferri Chulio).
La iglesia de la Asunción de Onda (Castellón) se empezó a construir en 1727 en estilo barroco sobre el solar de otro anterior. El primitivo, de estilo gótico, construido en el siglo XIV, sufrió un incendio el día 18 de diciembre de 1467, que por su rapidez y voracidad destruyó el templo. Se trata de una construcción de planta en cruz latina, con nave única. Adosado a su lado este y a los pies, se emplaza la Capilla de la Comunión, de planta de cruz griega; tras ella la torre campanario, de planta cuadrada y el patio de acceso a la puerta del crucero oriental.
La escultura de la Asunción que se encontraba en la hornacina de la portada fue destruida, junto a otras obras de arte y de culto, en el saqueo del 10 de agosto de 1936 y el pavoroso incendio provocado por milicias de una facción del Frente Popular el 9 de octubre de 1936.
La Catedral del Mar
Con este hermoso titulado popularizó hace unos años, con sus más de dos millones de ejemplares vendidos, Ildefonso Falcones la iglesia barcelonesa de Santa María del Mar.
Bien, pues este es el aspecto que presentaba en octubre de 1936, cuando el fotógrafo Jaime Ribera Llopis (1878 - 1948) tomó esta impresionante placa de Santa María de la Mar.
Escribe Joan Bassegoda Nonell que “la tragedia artística más sensible y más sentida que ha sufrido la ciudad de Barcelona es el incendio y saqueo de la famosa basílica de Santa María de la Mar, que en todos los tiempos y algaradas había siempre infundido un respeto catedralicio”.
Los avatares históricos del templo en nada se pueden comparar a la destrucción casi total del 19 de julio de 1936, cuando la furia desatada contra la iglesia católica provocó el incendio de todos los templos de la ciudad. Santa María del Mar estuvo ardiendo durante once días seguidos. Se destruyó el magnífico altar barroco, todas las imágenes, excepto una del Santo Cristo, (que pasó desapercibida) el fabuloso órgano mayor, todos los archivos que estaban situados en los altillos construidos en las capillas que dan a la puerta del Born y fueron abiertas y profanadas todas las sepulturas. Sólo quedaron las paredes, las columnas y algunas vidrieras más altas a las que no llegó el fuego.
Cuenta Bassegoda Nonell que “volviendo a los años de guerra, mosén Llombart, que permanecía en Barcelona escondido, recibió a primeros de octubre de 1938 la visita de un feligrés de Santa María que había tomado a su cargo la llave de la puerta del Borne, única practicable del templo ya que, una vez incendiada la iglesia los arquitectos Buenaventura Bassegoda Musté, Luis Bonet Garí y Jerónimo Martorell Tarrats consiguieron que la Generalidad cerrara las puertas con muros de ladrillo para evitar la continuidad de los saqueos. La puerta del Borne conservó sus grandes hojas de madera recubiertas de plancha de hierro, pero la bella imagen de la Inmaculada en el tímpano pereció en el asalto.
El feligrés antes referido aconsejó al párroco que entrara en el templo con el fin de recoger algunos objetos y libros que aparecían esparcidos por el suelo. Esta entrada en Santa María coincide con un tardío intento de restauración… Con anterioridad el templo estuvo cerrado y abandonado y solamente se tiene noticia de la entrada, en octubre de 1936, del fotógrafo Francisco Ribera Llopis que obtuvo unas impresionantes placas de la martirizada iglesia.
Pocos días después de la conversación entre feligreses y párroco, éste se acercó a las nueve de la mañana a la puerta del Borne esperando hallada abierta, según lo convenido. Sin embargo, encontró la puerta cerrada y a poco se enteró que su feligrés había sido detenido acusado de organizar reuniones clandestinas de curas en el interior del templo. Pudo demostrar fácilmente lo absurdo de la acusación y fue dejado en libertad. Entonces pudo entrar mosén Llombart en Santa María. La descripción que hizo de la iglesia en aquellos dolorosos momentos es sumamente valiosa y merece la pena transcribirla fielmente:
“Di una mirada a lo largo de la nave lateral y se ofreció a mi vista un cuadro de desolación, sepulturas abiertas, profanadas, huesos humanos entre montones de escombros, muros y pilares carcomidos por las llamas, rejas violentadas, ventanales con las vidrieras rotas o desaparecidas, dando libre paso a la luz del sol que revelaba escandalosamente los espacios antes sagrados ... Sentí un escalofrío y pensé retroceder, pero me atraía la capilla del sacramento que había corrido la misma suerte que el resto del templo, pero en la que seguía en píe, enhiesto, triunfante, la gran imagen del crucificado, cual bandera de victoria sobre un montón de ruinas y sacrilegios. Caí de hinojos y lloré”.
Después de la guerra, mosén Llombart publicó un artículo en la revista parroquial en el que se reiteren las circunstancias de su difícil visita a Santa María en 1938. Es uno de los raros testimonios de aquellas terribles profanaciones, puesto que pocos fueron los que pudieron ver el estado de las iglesias después de los incendios y, cuando en 1939, volvieron al culto se intentó borrar las huellas del desastre lo más pronto posible, por lo que el aspecto interno de tantos monumentos religiosos en aquel trienio se ha olvidado casi completamente.
El martirio del arte
El martirio del arte
Termino con este sencillo pero impresionante video que está en nuestra web, donde se puede encontrar más material sobre el tema… Y, digo lo de siempre, en nuestra bendita Castilla-La Mancha, por estos meses de 1936, nunca podremos realizar las impresionantes muestras de arte de Las Edades del Hombre que realizan nuestras diócesis hermanas de Castilla-León.