El preu de la traïció
Miquel Mir publicó hace un año junto al Hno. Mariano Santamaría un nuevo libro titulado “El preu de la traïció”, editado por Ediciones 62 en catalán.
En la Barcelona de 1936, con un Gobierno autónomo de la Generalitat en teoría y en la práctica unos comités revolucionarios que han asumido el poder que emplean sus armas en la retaguardia y en la represión, encontramos un caso terrible: el intento de soborno a 172 maristas para salvar su vida y su posterior asesinato. Esto salpica directamente a un icono de la transición: Josep Tarradellas, ex presidente de la Generalitat. El autor sostiene que fue una traición por parte de dirigentes de la CNT-FAI que ocupaban cargos de responsabilidad en la Consejería de Interior de la Generalitat y en el Gobierno central de la República.
 
Mir explica que en el verano del 36 las patrullas de la CNT-FAI estaban en manos de un hombre sin escrúpulos, Aurelio Fernández, secretario general de la Junta de Seguridad de la Generalitat. Los Hermanos Maristas desde Francia, alarmados por las noticias que llegaban sobre el asesinato de 37 hermanos de su orden en España, iniciaron gestiones con los Consulados y la Generalitat y fueron remitidos a Aurelio Fernández, que pactó con la institución la entrega de 200.000 francos franceses a cambio de la inmunidad y salida de España de estos maristas. Tarradellas, como conseller de Finances, cobró, pero ellos fueron ejecutados.
El libro explica que “los responsables de todo lo que pasaba eran Manuel Escorza, del Comité de Investigación de la FAI; Dionís Eroles, cabeza de Servicios de la Comissaria General de Ordre Públic; Josep Asens, cabeza de las Patrulles de Control; Aurelio Fernández, secretario general de la Junta de Seguretat e Interior de la Generalitat de Catalunya; Silví Torrentes, cabeza del cuartel de Sant Elies”.
 
Asunto Ordaz
Mir documenta el encuentro, en el café Tostadero, de la plaza Universitat, donde se pacta la entrega de 200.000 francos a cambio de la inmunidad y salida de España de los maristas que habían salvado la vida.
La cita, dice Mir, era en el puerto, donde les esperaba un barco, fletado por Francia, que les debía llevar a Marsella. Los maristas, confiados, abandonaron sus escondites y se dirigieron el barco. Sólo tenían que dar la contraseña pactada: “¡Asunto Ordaz!”, para que les dejaran pasar. Iban a una ratonera. Al día siguiente los desembarcaron, los metieron en dos autobuses y los llevaron a Sant Elies (una checa). Allí, Aurelio Fernández, dirigiéndose a los patrulleros, les felicitó: ¡Buena caza, compañeros, os felicitamos! ¡Cómo os divertiréis con estos conejitos! ¡Qué tengáis buena puntería!”.
El 8 de octubre mataron a 46 religiosos en Montcada. El fusilamiento de un segundo grupo quedó frustrado porque un patrullero de Sant Elies, Vicenç Subirats, reconoció a Pere Soler, hermano de un amigo suyo, teniente de los Mossos d´Esquadra, quien consiguió llegar hasta Companys e informarle de lo que sucedía. Según Mir, así se consiguió salvar la vida de 62 maristas. Los hechos tuvieron lugar ya en octubre, pasados los meses del terror.
¿Qué hicieron los anarquistas con los 200.000 francos? Según Mir, que cita el diario de José Asens, fueron entregados a Josep Tarradellas, conseller de Finances. En la declaración del 27 de octubre de 1936 ante el juez, el dirigente anarquista Joan García Oliver testimonia que fue a pedir a Tarradellas cinco mil francos para el Comité de Milicias y que Tarradellas le dijo: Ten los cinco mil francos. Todavía están calientes, porque pertenecen al paquete de miles de francos que acaba de entregarme Aurelio, procedentes del intercambio por la libertad de maristas”.
Asens, en su diario, asegura que después Tarradellas le entregó 100.000 francos para comprar armas en Suiza y 200.000 más para meter en una cuenta bancaria a nombre de la Conselleria de Finances. Asens partió en un buick a Suiza. Un accidente llamó la atención de la policía, que los detuvo de inmediato. Desde el calabozo, Asens logró enviar un mensaje enrollado en una patata para que detuvieran en Barcelona al director de Hispano-Suiza, Braget, y a cuantos suizos pudieran. La orden se cumplió de inmediato y las autoridades suizas, asustadas por la suerte de sus ciudadanos, lo liberaron. Las armas llegaron a Barcelona camufladas en cajas de verduras.
Esta es la historia martirial que se prepara.
           
El buque-trampa Cabo San Agustín
La hora del martirio estaba próxima para casi cincuenta hermanos Maristas. En 1928, el Hermano Laurentino (Mariano Alonso Fuente) había sido designado Provincial de la Provincia de España. Cuando estalla la guerra tiene la posibilidad de trasladarse a Italia, pero prefiere quedarse con sus hermanos perseguidos. Logra hacer pasar a Francia a 117 jóvenes formandos, pero él y otros 106 hermanos caen en una trampa tendida por la FAI.
Cambios y más cambios confundirán a los religiosos que están al frente de la operación. Cuando manifiesten sus dudas, Antonio Ordaz les dirá muy amablemente: “La operación se hará tal como les indiqué en la reunión de ayer. Les esperamos a todos en el barco Cabo San Agustín a las ocho de la tarde y no se asusten si ven patrulleros por el muelle. Si tienen algún problema, no se olviden de dar la contraseña: ¡Asunto Ordaz!”.
El 7 de octubre de 1936 los maristas van llegando poco a poco al muelle Balears, en la Barceloneta. Esta noche la pasarán en los camarotes intentando descansar un poco. No se han dado cuenta pero, en realidad, quedan arrestados en el buque Cabo San Agustín, que tendría que haberles llevado a Francia después de haber pagado la cantidad de dinero acordada con la FAI. El barco se convierte en una ratonera.
 
Buque Cabo San Agustín fue construido por Ybarra SA de Sevilla en los astilleros de la Sociedad Española de Construcción Naval en Sestao, en 1931. Con capacidad para 12 pasajeros de segunda y 500 de tercera clase, comenzó  su viaje inaugural el 25 de septiembre de 1931, desde Génova a Marsella, Montevideo y Buenos Aires. En 1934 el tonelaje fue aumentado a 12.589, aumentando su capacidad para pasajeros de segunda clase a 200 o más personas. Utilizado por la Compañía Ybarra en sus líneas con los puertos de Montevideo y Buenos Aires, era gemelo del Cabo San Antonio. Fue incautado por la marina mercante rusa y dedicado al transporte de material bélico durante la II Guerra Mundial. Terminaría siendo hundido por una torpedera alemana en el Mar Negro.
 

El Hno. Policarpo Luis
Un hermano marista que logró sobrevivir narra su testimonio:
 
“-Lo vi con mis ojos (se refiere al anarquista Josep Serra). Entró en mi camarote y nos pidió que le entregáramos todo lo que teníamos de valor: "-Para pasar a Francia es condición necesaria hacerlo sin nada de dinero, ni relojes... Ya que allí lo requisan todo", dijo. Nos mintió y nos saqueó”.
 
Cuando el tal Serra entró en el camarote del Hno. Policarpo Luis y se disponía a vaciarle los bolsillos, éste “obedeció la orden sin rechistar y le dio las dos pesetas y media que llevaba antes de encomendarse a Dios: Ya se mascaba el engaño y la tragedia”, afirma. “Nos hicieron salir del barco y vimos como desvalijaban nuestras maletas. Unos anarquistas se probaban nuestra ropa mientras otros nos ponían en fila y nos dirigían a dos autobuses Roca de dos pisos”. En total estaban 107 maristas.
El Hno. Policarpo Luis todavía recuerda lo que sucedió con uno de los hermanos al llegar a la checa de Sant Elias:

"El Hno. Baudilio bajó atenazado del autobús y entró llorando al convento San Elías, que la FAI había expropiado a las monjas clarisas y donde encerraron a los maristas antes de ejecutarlos. “-¡Nos van a matar, nos van a matar!”, sollozaba el pobre Hermano, en el que había sido el lavadero de las religiosas, reconvertido en aquel momento en celda de frailes".


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Mañana tendrá lugar otra nueva matanza en Montcada i Reixac.