Querida Paloma, en todos los jóvenes, y en todos los que hemos estado con ellos participando de esta JMJ, ha estado presente de forma muy especial su fundador, el beato Juan Pablo II, que presidió ocho jornadas. Tú que le acompañaste dando unas 29 vueltas al mundo, es decir a 160 países en 104 viajes (cinco de ellos en España), y que le conociste tan bien de primera mano, ¿qué crees que hubiera pensado, sentido o dicho a los jóvenes y a su amigo Benedicto XVI, de asistir a esta JMJ de Madrid y podértelo decir en persona?
Desde arriba debe estar feliz porque realmente ha sido la más hermosa, más espectacular y más intensa jornada con los jóvenes que yo he visto nunca. Como ninguna, absolutamente como ninguna otra. Y eso sí, la JMJ lo ha tenido de copatrón pero lo está viviendo. Para él tuvo que ser una alegría tan grande como lo ha sido para Benedicto XVI, que salió impactado de la juventud española y del mundo que vió en Madrid.
Quiero agradecerte personalmente en nombre de todos los católicos españoles, pero especialmente de todos los que nos dedicamos a la información de la Iglesia a través de internet, la crónica tan completa que nos has ofrecido de la JMJ 2011 a través de Cope, Popular tv, el canal 13 tv,... Los aproximadamente dos millones de jóvenes de 194 países han llegado a sus casas muy alegres, pero también ciertamente cansados y con una gran misión evangelizadora por delante. ¿Cómo has visto a la juventud de todo el mundo en España? ¿y a los jóvenes españoles? ¿cómo esperas, tanto tú como en el entorno de la Iglesia que te mueves más próxima al Papa, que vaya a evolucionar la juventud católica en España?
Yo creo que hay dos juventudes, como siempre España está en dos partes, porque hemos vivido la juventud que reza, tolerante y alegre, pero hemos visto también la otra, la que no es tolerante y la que es agresiva. Hay dos juventudes. Vamos a ver quién puede más: esa juventud, de España, limpia, cómo consigue transmitir los grandes valores a los otros, y la Iglesia sobre todo. Ahora es ésta la tarea, porque el Papa ha sembrado y ha dicho grandes discursos pero si éstos no se llevan a la práctica, si no se cultiva, se quedarán en una siembra sobre un terreno no fértil. La labor es muy grande, porque es una siembra estupenda. Pero yo creo que muchísima de esa siembra dará grandes frutos.
Todo el mundo ha destacado del Papa su cercanía, la ternura y cariño en su mirada y la sabiduría densa de su magisterio, de su palabra. Pero seguro que, desde tu puesto, tienes una visión mucho más cercana y objetiva. Quiero que me digas brevemente cómo ha sido tu descubrimiento progresivo de la personalidad del Papa Benedicto XVI en el tiempo que llevas al lado de él y cómo le has visto en este viaje.
Cada vez es más cercano a la gente, porque como teólogo, como profesor, era un poco introvertido, porque no estaba acostumbrado a estar con tanta masa de gente. Entonces se encuentra que es Papa, a una edad ya que es difícil cambiar. Desde que lo conocí como cardenal Ratzinger siempre ha sido una persona muy afable, muy cercano, muy atento a querer escuchar a la gente, entonces se ha ido abriendo más, sobre todo con los jóvenes en Nueva York y en Sidney. Parecía que el beato Juan Pablo II le había inspirado el carisma de estar cercano a todos, de sonreír, como si dijera: “Si esta es la juventud del Papa, yo soy el Papa de esta juventud”. O sea, es un papa que ha cambiado en estos siete años. En Cuatro Vientos estaba muy feliz. Los más inmediatos con él, querían decirle que se marchara por la tormenta que no se sabía muy bien cómo iba a acabar y dijo que no, que se quedaba con los jóvenes.
Me piden algunos amigos y familiares que te pregunte si el Papa tiene algún momento en el que no esté trabajando, de descanso en su agenda diaria…
Yo creo que el Papa descansa tocando, y muy bien al piano, música clásica (le encanta Mozart, Beethoven, Vivaldi,…). La música le relaja muchísimo en su tiempo libre, como le pasa a su hermano. La música te acerca a Dios también. Sé que toca un rato todos los días que puede. Y, sobre todo, se relaja escribiendo, y está siempre o preparando discursos o con su libro “Jesús de Nazaret”, del que está terminando la tercera parte. Es un intelectual, es un grandísimo teólogo, es un hombre que se relaja trabajando.
De todo el mensaje del Papa en esta JMJ quien más quien menos ha hecho su peculiar resumen e interpretación, más o menos acertados. ¿Cuál sería tu frase, titular,... que condensase mejor su palabra en esta JMJ?
“El Papa era un joven más” sería mi titular.
Desde pequeña tú pensaste en entrevistar a un Papa. En el colegio tuviste que hacer una redacción “Imagínate que vas a Roma, imagínate que ves al Papa”, a eso de los doce años y te imaginaste que estabas en Roma con el Papa... ¿Quién te lo iba a decir? Ahora, en el vuelo a Madrid para participar en la JMJ, de las cuatro preguntas que le hicisteis los periodistas ¿cuál fue la tuya?
No había ido en mi vida a Roma ni había visto al Papa. De ese vuelo de ida a la JMJ de Madrid lo que me quedó sobre todo fue que me felicitó por mi cumpleaños. Creo que le hice una pregunta pero me quedé tan en blanco porque no me lo esperaba en absoluto. Y estuvo hablando conmigo, diciéndome “decana joven”, “¡Muchas felicidades!”, y luego dijo: ”vamos a su tierra”. Y le dije, “Sí, pero no solamente a España, es que vamos a Madrid, que es donde yo he nacido”. Y me dijo, ¡ay qué alegría tendrá entonces! ”.
Acerca de mi pregunta al Papa en el avión fue ésta:
Santidad, Europa y el mundo occidental viven una crisis económica profunda, que manifiesta también señales de una grave crisis social y moral, de gran incertidumbre para el futuro, particularmente dolorosa para los jóvenes. ¿Qué mensajes puede ofrecer la Iglesia para dar esperanza y aliento a los jóvenes del mundo?
Y respondió: Se confirma en la crisis actual económica lo que ya se ha visto en la gran crisis precedente: la dimensión ética no es algo exterior a los problemas económicos, sino una dimensión interior y fundamental. La economía no funciona sólo con una auto-reglamentación mercantil, sino que tiene necesidad de una razón ética para funcionar para el hombre. Puede constatarse lo que ya había dicho en su primera encíclica social Juan Pablo II: el hombre debe ponerse en el centro de la economía y que la economía no debe medirse según el máximo beneficio, sino según el bien de todos e incluye la responsabilidad por el otro, y funciona verdaderamente bien sólo si funciona de una manera humana en el respeto del otro, en sus diferentes dimensiones: responsabilidad con la propia nación, y no sólo consigno mismo, responsabilidad con el mundo. La nación no está aislada, ni siquiera Europa está aislada, sino que es responsable de toda la humanidad y debe pensar siempre en afrontar los problemas económicos con esta clave de responsabilidad, en particular con las demás partes del mundo, con las que sufren, tienen sed y hambre, y no tienen futuro. Y, por tanto, tercera dimensión de esta responsabilidad es la responsabilidad con el futuro: sabemos que tenemos que proteger nuestro planeta, pero tenemos que proteger el funcionamiento del servicio del trabajo económico para todos y pensar que el mañana es también el hoy. Si los jóvenes de hoy no encuentran perspectivas en su vida también nuestro hoy está equivocado, está mal. Por tanto, la Iglesia con su doctrina social, con su doctrina sobre la responsabilidad ante Dios, abre la capacidad a renunciar al máximo beneficio y a ver en las realidades la dimensión humanística y religiosa, es decir, estamos hechos el uno para el otro y de este modo es posible también abrir caminos, como sucede con el gran número de voluntarios que trabajan en diferentes partes del mundo no para sí, sino para los demás, y encuentran así el sentido de la propia vida. Esto se puede lograr con una educación en los grandes objetivos, como trata de hacer la Iglesia. Esto es fundamental para nuestro futuro.
(Continuará)