Estamos llegando al final de estas crónicas sobre la historia de nuestras queridas Madres Benitas. Las dificultades vividas tras la afrancesada o la desamortización de Mendizábal no mermaron el anhelo de entrega por Cristo y los hermanos de las generaciones de monjas que desde este Monasterio entregaron su vida en el claustro… hoy hablamos de reglas, cambio de constituciones, hábitos… pero, en realidad, seguimos hablando de la presencia secular de las monjas cistercienses de San Benito junto a la muralla del Charcón de Talavera de la Reina [parte de la muralla desde la huerta de las monjas].

POR PRIMERA VEZ UN PADRE DEL CÍSTER EN SAN BENITO

El libro de crónicas en su página 81 comienza titulando: «Continuación de la crónica histórica de este Monasterio de San Benito. 18-VI-1953. Daré comienzo a este relato desde el año 1921 por ser lo que conoce la religiosa más antigua que hoy existe en el Monasterio: Rvda. Madre Rosa García (Priora)».

Durante siglos cada monasterio de religiosas cistercienses se regía para vivir su vida consagrada según tradiciones antiguas [aquí, las Constituciones de la Reforma de Castilla] o según indicaban algunos capellanes y celosos sacerdotes que les daban Ejercicios Espirituales [en este de San Benito de Talavera había intervenido algún padre jesuita]. Pero llegado el año de 1921, por primera vez, fueron visitadas por un cisterciense: «pues hasta este año no habían visto nunca un padre de nuestra Orden por este monasterio».

Se trataba del padre Juan de la Cruz Sola, Prior del monasterio cisterciense de Nuestra Señora de la Trapa del Val de San José de la Aldehuela (Getafe-Madrid) [Los monjes estuvieron en dicho lugar desde 1889 a 1927. Ese año se les encomendó refundar el antiguo monasterio de Santa María la Real de la Oliva, magnífica joya del arte cisterciense].

«15 religiosas por sus consejos y nuestros grandes deseos pedimos al superintendente (encargado de las monjas en la diócesis) permiso para levantarnos a las dos de la madrugada a rezar maitines [antes se rezaban a las seis de la tarde] y desde esa fecha, no hemos dejado de levantarnos a cumplir esta observancia de nuestra santa regla y el Señor nos hace y concede tal gracia de ir todas a alabar al Señor en este bendito horario.

En el año 1924 solo quedamos 9 religiosas (8 de coro y una hermana). Nos habló el padre Juan de la Cruz de las Constituciones de la Zaidía que habían abrazado el monasterio de San Clemente y las de Santo Domingo el Antiguo (de Toledo), a pesar de ser tan poquitas, nos faltó tiempo para abrazar dichas constituciones con un gran contento y satisfacción. En presencia de dicho Padre tuvimos la votación el día de N. P. San Roberto, lo cual hasta ahora las observamos».

[Nota de redacción. El Real monasterio de la Zaidía, nombre popular del Real Monasterio para señoras nobles que quisieran ser Religiosas Cistercienses era un convento de mujeres situado a orillas del Turia, junto al poblado conocido como Marchalenes (hoy es un barrio de la ciudad de Valencia). El monasterio fue fundado por doña Teresa Gil de Vidaure, tercera esposa de Jaime I].

La cronista sigue explicándonos que [el Prior del Val de San José] nos enseñó «todas las ceremonias, usos y costumbres cistercienses. Se cambió el santo hábito que era hecho con muchos pliegues, la correa debajo del escapulario y por encima de este y cosido a él un cordón blanco, llamado sobrecinta que terminaba en una borla y, al lado derecho, un gran rosario. La cogulla por delante llegaba un poco más debajo de la cintura, forma de roquete y por detrás con cola, las mangas anchas en forma de pico bajaban hasta los pies. La toca cuadrada por delante pequeña en proporción a las de ahora, sujeta a la cabeza por delante con una especie de rostrillo formando un pico en la frente, a ella se cosía el velo con muchos pliegues formando copete y en el pico que caía por la frente una borla negra».

[A la izquierda el habito de las monjas de Zaidía en el siglo XVIII y a la derecha, un grabado de una monja del Císter de Tulebras (Navarra), que sería lo más parecido a lo descrito en el texto].

[Arriba, monjas cistercienses de las Huelgas de Valladolid en una foto del primer cuarto del siglo XX con el hábito descrito por Madre Rosa García. Abajo, las monjas cistercienses de Talavera de la Reina en una foto de mitas del siglo XX, con el hábito que tomaron en 1923].

«En esta visita del referido Padre cambiaron por completo este fantástico hábito, por el sencillo que ahora llevamos (bajo estas líneas) adaptando todas sus vidas según las constituciones referidas. Todo este cambio se hizo en el año 1923 en que volvió a visitarnos el referido Padre».

He querido imaginarme aquel día de 1953 mientras la monja cronista escuchaba a la única monja viva que le tocó vivir aquella época… describiendo aquel hábito, aquellas vivencias, aquella vida. He querido imaginarme este día de 2023, ¡un siglo después! cuando las monjas de San Benito lean estas líneas.