Venía el otro día un joven universitario perdido en la duda. Estuvimos hablando. Buscaba sinceramente la verdad, pero no sabía en donde estaba. Estaba recorriendo las distintas religiones y corrientes de pensamiento, pero ninguna la habían llenado hasta ahora. Se comprometió leer la Biblia de cabo a rabo para intentar descubrir lo que iba buscando. Tiene una cosa buena este chico: está abierto al diálogo desde la humildad del que busca sinceramente.
Como él hay muchos, pero no todos se atreven a dar el paso para desenredar su interior, venciendo las dudas que siembran en nuestra alma las corrientes de opinión, la filosofía laicista.
Y yo pienso que la pregunta que debemos hacernos no es ¿en dónde está la verdad? Sino ¿Quién es la Verdad? Y la Verdad es una persona: Jesucristo. Lo dijo él mismo. Y al Verdad no hará libres.
Siempre me ha gustado leer a Gandhi. Es un poeta siempre abierto a la trascendencia. No era cristiano, pero creía en Dios, y seguro que El estaba con él. Y se plantea este mismo tema. Ofrezco aquí una acertadísima exposición sobre la verdad.
¿Qué es la verdad? El asunto contiene sus dificultades. En lo que me concierne, las he resuelto diciendo que es la voz interna que nos habla. Me preguntarán: ¿Cómo sucede entonces que hay diversos espíritus que conciben verdades distintas y hasta opuestas?
Ocurre que el espíritu humano tiene que pasar por innumerables intermediarios antes de elaborar una conclusión, y su evolución no es la misma en todos.
La verdad jamás daña a una causa justa.
En la verdad, percibo la belleza: Ia descubro a través de la verdad. Todo lo que es verdad, no apenas las ideas exactas, sino también los rostros claros, los retratos fieles y los cantos más naturales son objetos de belleza, e inclusive de inmensa belleza a veces. Son poquísimos los que saben discernir la belleza que emana de la verdad.
Sin duda, lo que a uno puede parecer un yerro manifiesto, a otro puede parecerle sabiduría pura. Y nada puede hacer, aunque sea víctima de una alucinación.
No tengo nada nuevo para enseñarle al mundo. La verdad y la no violencia son tan antiguas como las montañas. Todo lo que hice fue tratar de experimentarlas en la mayor escala posible.
El silencio ayuda mucho a quien, como yo, procura la verdad. En un estado de silencio, el alma encuentra el sendero iluminado por la luz más clara, y lo que era esquivo y engañoso, es resuelto por una claridad cristalina.Nuestra vida es una prolongada y ardua búsqueda de la verdad. Y para alcanzar la cima más elevada, el alma requiere reposo interior.
Las creaciones realmente bellas aparecen cuando surge la comprensión verdadera. Si estos momentos son rarosen la vida, también son raros en las artes.
La verdad es como un inmenso árbol que brinda más y más frutos cuanto más se lo nutre. Cuando más hondo se excava en la mina de la verdad, más ricos son los descubrimientos de las gemas allí existentes, lo cual abre todavía mayores variedades de servicio al prójimo.
Cuando la contención y la cortesía se unen a la fortaleza, esta última se vuelve irresistible.
Si aspiramos a ser hombres que caminan con la cabeza erguida y no sobre cuatro patas, comprendamos de una vez por todas que debemos someternos voluntariamente a la disciplina y a las restricciones...
En todas partes veo que cunden la exageración y la mentira. Pese a todos mis esfuerzos, no alcanzo a saber dónde se esconde la verdad. No obstante, tengo la impresión de que me aproximo a ella, a medida que disminuye la distancia que me separa de Dios.
En verdad hay mucha mentira circulando por las calles de la vida. Ya no nos fiamos. Parece que las palabras, la palabra que damos, ya no tiene valor. Por eso hay recuperar el amor a la verdad. Y para eso hace falta mucha humildad. Ya lo decía Santa Teresa de Jesús: La humildad es andar en la verdad. Pues de nosotros depende.
Juan García Inza
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Benedicto XVI habla de la necesidad de buscar la verdad: