En la parábola de los dos hijos enviados a la viña, Jesús nos presenta dos clases de personas:
Los primeros son los escribas y fariseos que se consideraban fieles cumplidores de la voluntad divina y sin embargo vivían alejados de él en la sinceridad de su alma. Llegó S.Juan Bautista invitando a la penitencia y a la conversión pero ellos no le hicieron caso. Están representados por el hijo que dice “voy”, pero de hecho no va.
Los segundos son aquellos publicanos y pecadores que escucharon la predicación de S.Juan Bautista, se convirtieron, hicieron penitencia y cambiaron de vida. Están representados por el hijo que al principio dijo “no voy” pero después recapacitó y fue a trabajar. Obedeció, agradó a su padre con las obras.
Con este ejemplo, Jesucristo nos invita a esforzarnos por cumplir la voluntad de Dios y Él mismo nos da ejemplo en el ejercicio de esa virtud. San Pablo en la segunda lectura de la Misa dice que “siendo Dios, se humilló a Sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de Cruz”.
Obedecer a Dios significa identificar nuestra voluntad con la suya, querer lo que Él quiere, hacer lo que Él manda, dejar de hacer lo que Él mismo prohíbe. Éste es el único camino para alcanzar la santidad, la salvación del alma. Ahora bién ¿Dónde y cómo conocemos la voluntad de Dios?
1. Dios nos manifiesta su voluntad a través de los Diez Mandamientos que son la expresión de todas las obligaciones y la norma práctica para que nuestra conducta esté dirigida a Dios. Cuando más fielmente los cumplamos, tanto mejor amaremos lo que Él quiere.
2. Dios se nos manifiesta también a través de los preceptos de la Iglesia.
3. Las obligaciones del propio estado determinan lo que Dios quiere de nosotros según las circunstancias en las que se desenvuelve la vida de cada uno. No hay amor de Dios ni santidad posible cuando no se cumplen con fidelidad las obligaciones familiares, profesionales y sociales
4. Por último, también se nos manifiesta la voluntad de Dios en aquellos sucesos que Él permite o nos envía con una providencia oculta que los ordena y dispone para nuestro bien y el de los demás aunque en muchas ocasiones no podamos entenderlo o a nuestra voluntad le cueste admitirlo.
En resumen, como explica, con mucho más detalle, dom Vital Lehodey en El Santo abandono, Dios nos hace conocer su voluntad por las reglas que nos ha señalado o por los acontecimientos que nos envía. He ahí la voluntad de Dios significada y su voluntad de beneplácito.
- Voluntad significada porque nos ha significado y manifestado cuanto Dios quiere y se propone que creamos, esperemos, temamos, amemos y practiquemos. La conformidad de nuestro corazón con la voluntad significada consiste en que queramos todo cuanto la divina Bondad nos manifiesta ser de su intención. Abraza cuatro partes, que son: los mandamientos de la ley de Dios y de la Iglesia, los consejos, las inspiraciones, las Reglas y las Constituciones.
- Voluntad de beneplácito, la que hemos de considerar en todos los acontecimientos, en todo lo que nos sucede;en la enfermedad y en la muerte, en la aflicción y en la consolación, en la adversidad y en la prosperidad, en una palabra, en todas las cosas que no son previstas.