El otoño avanza y comienza a dejarnos ya esas "hojas muertas" de las que hablaba el poeta: "Las hojas del otoño flotan sobre tu brisa y caen en el estanque solitario del alma...". Pero también, el otoño nos abre los surcos de la tierra para la siembra. Sor Cristina de Arteaga, monja jerónima, nos dejó un hermoso poema, titulado "Sembrad", que es una maravilla. Dice así:
"Sin saber quien recoge, sembrad,
serenos, sin prisas,
las buenas palabras, acciones, sonrisas...
que se lleven la siembra las brisas.
Con un gesto que ahuyenta el temor
abarcad la tierra,
en ella se encierra
la gran esperanza para el sembrador.
¡Abarcad la tierra!
No os importe no ver germinar
el don de alegría;
sin melancolía
dejad al capricho del viento volar
la siembra de un dia.
Las espigas dobles romperán después.
Yo abriré la mano
para echar mi grano
como una armoniosa promesa de mies
en el surco humano".
Bellísimo poema para disponernos a sembrar con ilusión en este nuevo curso pastoral, tomando la semilla del corazón de Dios y colocándola en nuestras manos con ilusión, para arrojarla después, con infinita esperanza, a la besana de la historia, al surco abierto de nuestros hermanos.
Antonio Gil