El encuentro tiene el objetivo de intercambiar experiencias y estudiar cuál es el estado de la pastoral universitaria en los países europeos. Compartirán y discutirán las posibles propuestas operativas a nivel europeo a la luz de la reciente Jornada Mundial de la Juventud y el Congreso sobre Pastoral Universitaria que acaba de terminar en Munich.
La Iglesia no puede ignorar el mundo universitario si desea que su presencia sea relevante en la sociedad. Aunque la universidad nació dentro de la Iglesia, con el transcurso de los siglos se ha ido convirtiendo más en una frontera que en un terreno fértil para el acompañamiento pastoral y la evangelización. Cultura y conocimiento necesitan estar impregnados de Fe para que sean realmente útiles a la sociedad. Si no es así, el conocimiento, desprovisto de humanización y trascendencia, termina siendo un elemento más de alienación para el ser humano. Quedarnos en un saber que no tiene más sentido que el que cada cual quiera darle, nos predispone a entendernos la sociedad y a las personas desde un punto de vista utilitarista y egoista.
Podemos hacernos dos preguntas interesantes ¿Cómo responde la Iglesia a la necesidad de impregnar la cultura y el conocimiento de Dios? ¿Cómo responde la Iglesia ante la una universidad enfrentada a Ella? Las intentaremos responder de forma unitaria, ya que están muy relacionadas.
En 2002, el entonces Cardenal Ratzinger fue invitado a pronunciar el discurso de cierre del congreso "Parábolas como mediadoras en la comunicación". El Cardenal Ratzinger, tomó la palabra para explicar la misión del cristiano en la cultura actual por medio de una brevísima referencia al profeta Amós: “Respondió Amós y dijo a Amasías: «Yo no soy profeta ni hijo de profeta, yo soy vaquero y picador de sicómoros.” (Amós 7,14). ¿Qué tiene que ver el árbol sicómoro con todo esto?
El Sicómoro es una higuera que produce un higo indigesto y con sabor desagradable. En tiempo de penurias, muchas personas se acercaban a estos arbustos para poder sobrevivir al hambre, a costa de su propia salud. Pero el Sicómoro tiene guardada un sorpresa extraordinaria. Si se realiza una incisión en el higo en un momento determinado de su maduración y de una determinada forma, el fruto madura con sabor agradable y además es mucho más digerible. ¿Por qué? Porque la incisión hace que desaparezca la sustancia tóxica que le da su mal sabor característico.
De esta forma, el picador de sicómoros se convierte en un personaje esencial en los tiempos de escasez, ya que su habilidad es capaz de transformar el fruto para beneficio de los más necesitados.
¿Podemos llevar la analogía a la cultura actual? Perfectamente. De forma similar al picador de sicómoros, el intelectual cristiano debe ser capaz de transformar la cultura actual (alienante y desprovista de sentido) en una cultura que hable de Dios y sacie las necesidades del ser humano. La cultura actual está cargada de frutos dispuestos a recibir el sabio corte del picador. El cristiano está llamado a realizar esta labor de mediación entre el Logos y la cultura.
El Logos es Quien actúa en el corte, permitiendo una maduración que haga posible comunicar el Mensaje y el Misterio de Cristo a través de la cultura que vivimos. Hemos de rogar a Dios que nos envíe el Espíritu Santo para ser capaces de dar el corte a los frutos de la cultura actual.
La universidad es el lugar ideal para que el corte se realice en el momento y lugar adecuado. ¿Cómo hacerlo? Es interesante leer el documento de la Santa Sede “Presencia de la Iglesia en la Universidad y en la cultura universitaria” (22 de mayo de 1994.) En este documento se indica que la pastoral universitaria tiene más relevancia de la que solemos pensar:
“La acción pastoral de la Iglesia en la Universidad, en su rica complejidad, comporta en primer lugar un aspecto subjetivo: la evangelización de las personas. En esta perspectiva, la Iglesia entra en diálogo con las personas concretas —hombres y mujeres, profesores, estudiantes, empleados— y, por medio de ellos, aunque no exclusivamente, con las corrientes culturales que caracterizan ese ambiente.
No hay que olvidar después el aspecto objetivo: el dialogo entre la fe y las diversas disciplinas del saber. En efecto, en el contexto de la Universidad, la aparición de nuevas corrientes culturales está estrechamente vinculada a las grandes cuestiones del hombre, a su valor, al sentido de su ser y de su obrar, y, en particular, a su conciencia y a su libertad. A este nivel, es deber prioritario de los intelectuales católicos promover una síntesis renovada y vital entre la fe y la cultura.”
Pero no es fácil que la Iglesia se haga presente en la universidad y hablo tanto de la universidad católica como de la pública. Los docentes católicos tenemos una gran responsabilidad entre manos y no podemos ejercerla como llaneros solitarios. El Espíritu se manifiesta en comunidad, por lo que necesitamos sentir a nuestro lado a la comunidad eclesial.
El ambiente universitario tiende a ser hostil a Dios. Recibe el testimonio cristiano de manera aséptica, prejuiciosa y hasta violenta. Recordemos los incidentes en la capilla del campus de Somosaguas (Madrid). Por desgracia, este frente antieclesial tiene a los estudiantes católicos como primeras victimas. Mons. Rafael Zornoza, Obispo de mi Diócesis, hizo unas declaraciones muy certeras sobre la oferta que la Iglesia debe hacer a los jóvenes y que pueden ser aplicadas directamente a la pastoral universitaria (ACI prensa) :
“la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011 (JMJ), dejó "una impronta decidida de nueva evangelización" y la confirmación de que los jóvenes no se conforman con las respuestas vacías que la sociedad le quiere dar a sus legítimas inquietudes”
"Cuando la Iglesia propone a Jesucristo, la vida en comunidad, salir de uno mismo, el amor cristiano… vamos contra una corriente ambiental, pero a favor de una corriente interior, la del corazón. El chico que se encuentra con esto se topa con lo bueno y ésa es la mejor propaganda. Nosotros no contamos con grandes medios ni márketing, pero sí con la acción de Dios"
Necesitamos una verdadera y clara presencia eclesial en la universidad. Una apuesta valiente que integre la moral y ética cristiana con la vivencia de la una comunidad cristiana en peregrinación. Si dejamos a los jóvenes solos ante la inmensidad de la cultura anticristiana, no esperemos que terminen sus estudios sin graves consecuencias en su desarrollo personal y espiritual. Después nos quejamos del alejamiento eclesial de la juventud y de los prejuicios que los intelectuales formados en las universidades.
Debemos recordar que la pastoral universitaria no sólo está enfocada a los estudiantes, también estamos implicados los empleados y docentes católicos que trabajamos en las universidades. Unidos podemos conformar comunidades capaces de dar transformar los frutos del Sicómoro en alimento de gran valor.
Dios nos ayude.