Créanme Vds. que es mucho el tiempo que llevo preguntándome de dónde salía esa denominación pretendidamente infamante de “Armada Invencible” para denominar a la que Felipe II envió a la pérfida Albión con la intención de destronar a Isabel I, único medio, por otra parte, de conseguir la doble finalidad de, por un lado, devolver Inglaterra a la obediencia romana que había abandonado su padre, el infame Enrique VIII el Uxoricida; y por otro, de poner punto final al incipiente pero cada más dañino pirateo inglés de los mares.
Ya casi había perdido toda esperanza de encontrar una respuesta cuando de repente, en la cadena Youtube, caigo casualmente sobre el documental titulado “Lucy Worsley, Royal miths and secrets: Elizabeth I, the warrior Queen”, “Lucy Worsley, mitos reales y secretos: Isabel I, la reina guerrera”, uno más de los muchos preparados y protagonizados por esa divertida y siempre instructiva historiadora que es la británica Lucy Worsley. Interesantísimo documental que recomiendo entusiásticamente a Vds. (pinche aquí para verlo, ojo, está en inglés sin subtitular) porque aporta un montón de claves sobre los hechos acaecidos en aquél aciago mes de julio del año 1588 en que Felipe II se planteó invadir Inglaterra.
Así, indica que, contrariamente a lo que gustan de creer los ingleses para magnificar la supuesta gesta,
- La Armada provisionada por Felipe II era la más grande que había atacado Inglaterra alguna vez, y que existen por lo menos otras dos más potentes que lo intentaron.
- Admite que la victoria inglesa tuvo poco de victoria y sí mucho de un cúmulo de circunstancias imponderables que terminarían conduciendo al fracaso y destrucción de la Armada Española. Por cierto, no de toda la Armada, sino sólo de una parte.
- Reconoce que episodios tan mitológicos como el famoso discurso de la reina arengando a sus soldados no se produjo antes de la batalla sino después, ¡once días después!, y que la que es su frase más famosa “tengo el cuerpo y la debilidad de una reina, pero el coraje y el valor de un rey” ni siquiera fue pronunciada, sino que es producto de ediciones posteriores del discurso.
- Desenmascara la fantochada según la cual, el pirata Drake, convertido a la sazón en jefe de la defensa inglesa, no dejó de jugar a los bolos mientras se producía la batalla.
- Habla del desastre mucho más importante de la llamada ”Contraarmada” inglesa, con la que Isabel, al hilo del fracaso español, intentó conseguir la victoria definitiva en la Guerra Anglo-española, relato premeditadamente extirpado de todas las crónicas históricas inglesas (y curiosamente, también de las españolas) aunque forme parte de la misma guerra.
- Y sobre todo, pone sobre la mesa cómo finalmente si en alguna batalla venció con toda claridad Inglaterra, es en la de la propaganda, arte que habla inglés y en el que desde luego nunca nos hemos desenvuelto bien los españoles.
Pero sobre todo, y como exponía al principio, explica, por fin, de dónde proviene la ominosa expresión “Armada Invencible” con la que, a fuer de ser sinceros, rara vez he oído a los ingleses denominar a una armada a la que generalmente denominan “The Spanish Armada”, habiéndola sentido más en boca de españoles que de británicos.
Pues bien, la famosa intitulación proviene del documento inglés titulado “Letter sent out of England to Don Bernardin Mendoza, Ambassador in France to King of Spaine declaring the state of England, contrary to the opinión of Don Bernardin and all of his partizans Spaniards and others”, “Carta enviada desde Inglaterra a Don Bernardin Mendoza, Embajador del Rey de España en Francia, declarando el estado de Inglaterra, contraria a la opinión de todos los partidarios de los españoles y otros”, en la cual se leen estas palabras:
“Here is the story of the infortunes of the Spanish Armada which they used to call INVINCIBLE [en mayúsculas en el original]”
Traducible como:
“He aquí la historia de las desgracias de la Armada Española que ellos [los españoles] llamaban INVENCIBLE”.
Lo más increíble del tema es que la carta ni siquiera es “auténtica”, es decir, nunca fue enviada al embajador español ni éste, en consecuencia, la recibió jamás, sino que es un fraude, una falsificación ("a forgery" la llama Worsley) cuyo autor, además, conocemos bien: William Cecil, valido a la sazón de la reina Isabel, que la habría confeccionado a los solos efectos de utilizarla, una vez más, como instrumento de propaganda.
Y con esta noticia y poco más me despido de Vds., no sin desearles como siempre que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
Si desea ponerse en contacto con el autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter @LuisAntequeraB