El significado profundo de los ataques del 11 de septiembre de 2001, por Hélios d´Alexandrie
Los más horribles crímenes tienen raíces mucho más profundas que las que ofrecen las explicaciones superficiales y estas sirven principalmente para desviar la atención de la verdad.
Hélios d´Alexandrie dice que Occidente, especialmente Estados Unidos, no son en absoluto responsables de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Los islamoterroristas que los perpetraron estaban cumpliendo una misión: impedir que los musulmanes tomaran conciencia de la crisis existencial que carcome y pone en peligro la supervivencia del Islam.
¿Por qué ellos nos odian? Esta es la primera pregunta que los estadounidenses se formularon a sí mismos después de la caída de ambas torres del World Trade Center.
"Ellos" son los musulmanes, los terroristas que secuestraron los aviones, sus jefes, que decidieron y planificaron el crimen, así como las multitudes que en las capitales árabes bailaron en las calles y aplaudieron el espectáculo de la tragedia.
Ese día fatídico del 11 de septiembre de 2001 todos nos declaramos americanos, nuestras elites tuvieron remordimiento justo después de haber expresado compasión por las víctimas, y revertieron la responsabilidad acusando a los Estados Unidos de ser la causa de sus propias desgracias.
Esto no son sino las teorías de conspiración que han atraído la atención del público, los ensayos y las disertaciones de los bienpensantes popularizaron la noción bien conocida que quien siembra vientos recoge tempestades. Estados Unidos devenía culpable del imperialismo hacia el mundo musulmán y lo tenía que pagar con su propia moneda.
Pero la ceguera que proviene de la fe anti-estadounidense ha impedido a nuestras elites intelectuales que captaran el verdadero mensaje de los ataques y fueran conscientes de que los Estados Unidos no eran el objetivo único ni el principal objetivo. Un crimen de este tipo no puede ser reducido a un gigantesco reglamento de cuentas, los que lo cometieron sacaron sus motivos en las profundidades de su psique: el 11 de septiembre es en sí misma un crimen existencial.
Los que continúan haciendo preguntas sobre el motivo del atentado deberían ampliar su visión y no simplemente mirar 20 o 30 años atrás. El terrorismo islámico no es el resultado de la generación espontánea, sus raíces se hunden en el Islam, en concreto en la historia del Islam: sus inicios, su expansión, sobre todo su apogeo y su decadencia larga y continua.
La historia está llena de estas expansiones fulgurantes que dan lugar a los imperios y civilizaciones, y el Islam es una de ellos, pero se distingue por la esterilidad de la herencia que dejó. El imperio islámico y la civilización del mismo nombre se apropiaron del patrimonio de civilizaciones anteriores, pero no pudieron ser un punto de salida, y mucho menos un trampolín. Las razones de este fracaso radican en el dogma y la cultura islámica que han logrado esclerosar el pensamiento, ahogar la creatividad y frenar la iniciativa. Algunos afirman que el Islam tuvo su renacimiento antes de hundirse en la Edad Media, pero me parece más exacto decir que el Islam tuvo su Edad Media (opulenta y brillante) antes de hundirse en la decadencia y la insignificancia.
Esta decadencia e insignificancia son una verdadera tragedia para los musulmanes, que sólo es comparable con la de su incapacidad colectiva para frenar el fracaso. El defecto no radica en el componente humano del homo islamicus, sino en sus componentes culturales e ideológicos, que están estrechamente relacionados con la identidad del musulmán, sin ellos no puede concebir la existencia y esta es la causa que él rechaza la verdad que libera.
Esta verdad tiene dos componentes: el Corán no es divino, fue escrito por hombres y no contiene ninguna verdad absoluta, Muhammad no es un ser perfecto y no merece ser tomado como modelo a seguir. Muchos eruditos del Islam han intentado valientemente de hacerlo saber en pequeñas dosis. Ello ha sido rechazado y los que han hablado han sido silenciados o han pagado con sus vidas por su audacia. Pero mientras que los musulmanes se tapaban los oídos y desviaban las miradas para no conocer la verdad, seguían buscando respuestas tranquilizadoras en cuanto al porqué de su decadencia y la insignificancia que la suerte les reservó.
Sin embargo la pregunta fue mal planteada, debido a que expresaba claramente la respuesta; los fundamentalistas formulaban así esta cuestión: ¿“Cómo llegaron los musulmanes a este punto, siendo que ellos poseen la única verdadera religión? La respuesta que se deriva naturalmente es que ellos [los musulmanes] fueron incapaces de aprovechar esta “ventaja incomparable y valiosa" que es el Islam para alcanzar la cima de la humanidad, ellos [los musulmanes] han sido impedidos por estos, que de lejos, son menos favorecidos en tema de religión, los judíos y los cristianos.
El conflicto fundamental que ha presidido los orígenes del Islam en Arabia y su posterior expansión, se encuentra reavivado (no se ha extinguido nunca totalmente); la marcha triunfal del Islam como lo desea Alá y su mensajero [Muhammad] se ve obstaculizado por los enemigos de Alá y el Islam, los mismos que en los primeros siglos.
Se trata obviamente de una cruzada de tiempos modernos, que tiene por armas materiales la ciencia y la tecnología, y por armas ideológicas las nociones de libertad individual, de democracia y de derechos humanos.
"El Islam es la solución", afirman los islamistas, ¡ el Islam e incluso en altas sobredosis! ¿El Islam? Por supuesto, pero también el rechazo de todo lo que es occidental y, especialmente, todo lo que es judío o cristiano. En la psique colectiva de las masas musulmanas, la herida narcisista se ha transformado en un absceso a fuerza de los sermones incendiarios e imprecaciones contra los infieles responsable del desastre que vio la Ummah [Nación musulmana]. "La agresión" judeo-cristiana justifica el llamado a la guerra santa, el Yihad. El enemigo debe ser derrotado, humillado y esclavizado por todos los medios disponibles, Alá ama a los que combaten contra sus enemigos y mueren en la batalla, ellos serán perdonados y tendrán el paraíso en recompensa.
El terrorismo islámico tiene sus raíces en la crisis existencial que viven los musulmanes. El Islam a pesar de las apariencias es una ideología en bancarrota, nadie lo experimenta más que los mismos musulmanes, y nadie lo niega tanto como ellos mismos. La crisis existencial es el conflicto entre el deseo reprimido por la libertad y la sumisión a la tiranía del dogma. Este conflicto dentro de la psique islámica se proyecta sobre los enemigos externos, los mismos que encarnan la libertad deseada [judíos y cristianos] pero profundamente rechazada; combatirlos exenta a los musulmanes tomar consciencia de la crisis existencial que les desgarra.
Pero el enemigo no es sólo Occidente, que encarna la libertad, lo son tanto o más los musulmanes que se dejan seducir por los encantos de la libertad, aquellos que tratan de resolver pacíficamente la crisis existencial que absorbe sus energías a riesgo de tener que bordear entre absolutos inconciliables. Los cientos de miles de víctimas musulmanas del terrorismo islámico, ilustran la dura realidad: ¡El Islam para sobrevivir no tiene más remedio que devorar a sus propios hijos!
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