“Si hablas de, o haces, lo que te apasiona, inevitablemente acercarás a los que comparten eso contigo y rechazarás a los que no. Tratar de evitar eso es una estupidez.”
Es cierto que si no hablo de cristianismo, me evitaré ese rechazo o esas discusiones que quizá salgan, pero ese no es lo más importante. Lo importante es que si me callo, no podré acercar a los que comparten eso conmigo. Y no me refiero solo a otros cristianos: me refiero principalmente a gente que está arrastrada por el ambiente, pero que quiere algo mejor en su vida. Gente que anhela ser feliz. Gente con la que nunca hubiera imaginado que podría conectar en este tema.
Una anécdota: iba con un ex-compañero de estudios en el coche y salió el tema de la amistad. Le comenté mi punto de vista cristiano y ahí se quedó el tema. Volvimos a vernos un año después y, para mi sorpresa, me comentó directamente: “La verdad, eso que me dijiste sobre la amistad la otra vez, me ha hecho pensar un montón” Y seguimos profundizando en el tema.
En este caso, hablar sobre cristianismo acercó a alguien, y a alguien del que nunca hubiera pensado que era “de los míos”. Si no hablas, nunca sabrás quienes necesitan que lo hagas. Si lo haces, te sorprenderá quién va a responder. En mi caso, mereció la pena.
D’Artagnan