LO QUE NO TIENE
Nunca olvides que basta una persona o una idea
para cambiar tu vida para siempre,
ya sea para bien o para mal.
-Brown Jordan-
Cuando estudiaba Derecho en la Universidad de Londres, un profesor de apellido Peters le tenía bastante animadversión al alumno Gandhi.
En cierta ocasión le tendió una trampa:
—Señor Gandhi, Ud. está caminando por la calle y se encuentra con una bolsa; dentro de ella está la sabiduría y mucho dinero, ¿cuál de los dos se lleva?
—¡Claro que el dinero, profesor! —respondió Gandhi sin titubear.
—Yo, en su lugar, hubiera agarrado la sabiduría, ¿no le parece?
—Cada uno toma lo que no tiene, respondió Gandhi.
Dejando aparte el fondo de ironía del relato, la anécdota nos puede llevar a la humildad: «Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y en obrar de acuerdo con este conocimiento» (Real Academia Española).
Hay un prejuicio sociocultural que confunde humildad con frustración, baja autoestima o depresión: «Mira que humilde es; camina siempre con la cabeza gacha, mirando hacia el piso y encima lo agreden ¡y no defiende sus intereses!».
Es un error; Dios no quiere ni busca seres deprimidos e inmotivados. Humildad no es negación ni encogimiento, es reconocer tanto las debilidades como las capacidades y obrar de acuerdo con ambas. Ser consciente de que las virtudes que poseemos fueron adquiridas debido a la aprobación de un Creador que nos las otorgó.
Es esta conciencia de uno mismo en relación con la grandeza humana lo que permite a la persona humilde ser excelente.
Y es el humilde, entre otras muchas cosas, un buen amigo, pues consciente de la pequeñez del ser humano, refrendará y ensalzará los logros de los demás con independencia de lo grandes o pequeños que estos sean, al comprender el significado profundo que estos tienen para quienes, como él, luchan cada día por alcanzar sus sueños.
No confundamos la humildad con la resignación o el menoscabo de nuestras propias capacidades, pues el humilde, a base de experimentar y de entender la vida desde ese punto de vista, ha sido capaz de advertir su propio potencial y de aprender a ponerlo en valor al servicio de los demás.
Es esta la paradoja de la humildad, y es por ello por lo que los grandes genios, como las grandes personas, suelen ser humildes. Y mientras más humildes, más grande aparecen ante nuestros ojos.
¿Sabiduría?, ¿dinero?, ¿salud?, ¿alegría?... Imitemos a Gandhi y tomemos lo que no tengamos. Pero sin ironía hiriente.