Antes de comenzar el verano uno hace sus planes sobre tareas pendientes que le gustaría hacer según ánimo y presupuesto, lugares a los que visitar en base a compromisos con familiares y amigos sobre todo,… y descubres que quizá te metiste en más gastos de los que pensabas o que alguna circunstancia (incluida la metereológica, pero no sólo) no te permitió disfrutar todo lo que hubieras podido de otra forma. En mi caso puedo decir, a Dios gracias, que todo lo que me propuse y pude como plan para el verano lo he realizado.
Que el balance de este verano, del mío y del tuyo, no depende solamente del balance económico que hayamos podido realizar, tampoco de lo poco o mucho morenos que volvamos, de lo alegres o aburridos que hayamos podido sentirnos en más de una ocasión. Y es que tiene que haber algo más.
Dicen que uno es según cómo emplea su tiempo libre. Igual que se dice que en la mesa y en el juego se muestra el caballero, o algo así. En el ocio se desvela qué es lo que le mueve a uno. Pensemos estas vacaciones, para algunos ya pasadas, otros a punto de finalizar e incluso otros más repartidas pero que en cosa de un mes o así también acabadas. Podemos echar un poco la vista atrás, hace total unos días, y preguntarnos qué ha sido lo mejor que nos ha pasado, qué experiencias, qué lugares, qué personas, en qué situaciones,… hemos estado, tales que ha habido un poco de todo: maravillosas, curiosas, sorprendentes, graciosas,… y espero que hayan sido mínimas las que no nos hubiera gustado tener.
Uno escucha en esos lugares de vacaciones y, sobre todo, en los medios de transporte que nos han llevado a ellos o nos han alejado para devolvernos a nuestras casas a personas que han tenido todo tipo de experiencias, que confrontadas con las nuestras, nos hacen sentirnos más humanos y cercanos. Y es que en todo encuentro tenemos la posibilidad de crecer, de madurar. Y desde un punto de vista creyente Dios saca bien de todo lo que nos pasa y en todo momento podemos sentir, si estamos atentos, Su mano providente y de Padre Bueno para con todos.
El viaje que tuvimos a Inglaterra, el encuentro de la JMJ con el Papa en Madrid, la semana en la Costa Brava han sido hitos de un verano que me ha servido en todo momento para dar gracias a Dios. Mis vacaciones acaban, eso sí, pero no el recuerdo y las vivencias pasadas, muy agradables, en cada uno de esos lugares que desde aquí he querido compartir, con todos, de forma más intensa desde el 29 de junio que comencé esta nueva singladura en este nuevo blog “Echad vuestras redes”.
Ahora ya en la víspera de mi nuevo comienzo en el trabajo, al que quiero acudir con todas las fuerzas, ilusión y ganas posibles, llevo esas baterías recargadas con los ojos llenos de maravillas vistas de paisajes y gentes de Inglaterra; del rostro amable, tierno y cercano del Papa; con esos amaneceres, mar, playa y atardeceres de la Costa Brava; con mis oídos llenos de naturaleza libre y viva; de juventud alegre y comprometida; de ecos de olas y murmullo de brisa suave; con mis pies que han seguido las huellas de un Newman, un Chesterton o un Shakespeare; o en un Madrid cambiado a lo peregrino en compañía de amigos; o en una playa inmensa mojándolos en la orilla en la que nos paseábamos la familia de un lado a otro; con mis manos tendidas y gesticulando ante amigos nuevos intentando comunicarme en un idioma que cada vez se hacía más cercano; estrechándolas una y otra vez a los amigos del corazón, según Cristo, que desearías ver más de continuo para no parar nunca de crecer; y jugando con ellas y el agua y la arena en medio….
Todo el cuerpo ya así recargado se pone en movimiento agradecido a un Dios que me ha dado vocación, trabajo y apostolado, que en mi caso es manifestación el segundo de la primera cumpliendo a la vez el tercero, y, como decimos algunos: lo paso muy bien y encima me pagan. Pues eso, que no dejo de pedirle por quien no lo tiene, y que sea nuestro esfuerzo el procurar que otros lo tengan y hacer posible que en medio del desarrollo del nuestro otros se beneficien, maduren y crezcan, porque en este “negocio” de la educación en que andamos metidos nos dedicamos, o eso intentamos, a procurar en otros la apertura del conocimiento a la totalidad de lo real. Y eso, para ser un trabajo o misión hacia fuera primero, me parece, que ha de serlo desde dentro.
La tarea que me viene a continuación va a ser muy cuantiosa, no sólo debido a mi trabajo ordinario, sino sobre todo también porque “mi tiempo libre” quiero dedicarlo a terminar la Licenciatura de Ciencias Religiosas, un curso a distancia muy completo de actualización como profe, y no sé que más ahora mismo, por lo que probablemente tenga una menor frecuencia de apariciones por este blog. Pero siempre que haga falta, y cuando crea conveniente mi reflexión, investigación o aportación testimonial (propia y ajena en forma de entrevista o colaboración externa) acerca de la actualidad, aquí estaré con mucho gusto.