Con el título "Mañana del 29 de agosto, en el Monte Candina de Liendo", este fue el artículo que colgué el 29 de agosto de 2011, sobre don Pedro de Asúa. Dios mediante, comienza el goteo de nuevos mártires camino a los altares. Su proceso de canonización se inicio el 14 de mayo de 1964. Ayer el Santo Padre firmaba el decreto de martirio para el sacerdote vizcaíno. Os dejo este artículo sobre su vida.
Siervo de Dios Pedro de Asúa Mendía Nació el 30 de agosto de 1890 en Balmaseda (Vizcaya). Su padre, el abogado Isidro Luís de Asúa y San Millán, era natural Abando (Bilbao); voluntario en la guerra carlista, fue secretario del juzgado de primera instancia e instrucción del distrito de Balmaseda. Su madre, fue Francisca Mendía Conde, natural de Balmaseda. Pedro hizo sus estudios primarios en los jesuitas de Orduña. En 1906 obtuvo el título de bachiller.
Siervo de Dios Pedro de Asúa Mendía
Desde octubre de 1906 hasta diciembre de 1914 estudia arquitectura en Madrid. Joven de gran tesón y fuerte curiosidad intelectual, aprovechó muy bien los años de carrera, incluyendo visitas al extranjero, como un famoso viaje a Túnez y Egipto con sus compañeros de carrera en 1911. En su diario hace un elogio del hospital de San Pablo, obra de Domenech y Montaner. Sobre la Sagrada Familia de Gaudí dice: “A mi parecer es una obra concienzuda en cuanto a la resolución del problema arquitectónico, pero el estilo gótico desaparece a veces por las genialidades del autor, que está en pugna con las leyes elementales de la arquitectura”.
El 11 de marzo de 1915 recibe el título de arquitecto y el mismo año le vemos trabajando en el proyecto del Coliseo Albia de Bilbao, un teatro con una capacidad para 3.000 personas que se estrenó con la Ópera “Otelo”. En 1917 comienza las escuelas Mendía de Balmaseda, que quedaron terminadas en otoño de 1920.
La vocación sacerdotal vino poco a poco. En aquellos estudios tenía cierta ventaja, a saber, la buena formación que traía de Orduña y de los años de Arquitectura. Ordenado en 1924, ya para entonces se había encargado de muchas edificaciones y restauraciones en la diócesis, cuyo nombramiento de arquitecto oficial fue hecho por el obispo Múgica. Pero sobre todo estaba en camino el gran encargo: el Seminario de Vitoria, cuyas obras duraron cuatro años (19261930). Obra arquitectónica admirable, cuyo eco llegó a todo el mundo. Y escenario de unos años brillantes de educación y cultura, que han sido recogidos principalmente en los dos tomos de “Historia del Seminario de Vitoria”, de Andrés Ibáñez.
Así que, este gran edificio fue inaugurado por Alfonso XIII, el nuncio Tedeschini, el obispo Mateo Múgica, el anterior obispo Fray Zacarías Martínez y otras autoridades el 28 de septiembre de 1930. Ya en su alocución, Fray Zacarías Martínez dijo textualmente: “¡Alabanzas infinitas al insigne, tan insigne como modesto, sacerdote e ilustre arquitecto, D. Pedro de Asúa, quien, además de haber ideado y dirigido con tanto acierto tan gran obra, y de haber aportado su prestación material, se ha obstinado en no querer recibir los merecidos aplausos que le tributamos!”. Y aquel día, aquel gran día para él, no le pudieron encontrar. Si había algún rasgo de carácter en Pedro de Asúa, era su extrema humildad. Imagínese cómo pudo recibir el rango de Monseñor concedido por Pío XI; dicen que sólo una vez se puso las vestimentas correspondientes.
Siendo arquitecto diocesano de Vitoria realiza una serie de reparaciones en diversos pueblos pertenecientes a la diócesis. Proyectó también las siguientes obras: Escuelas de Getxo, Nuestra Señora de Los Ángeles, Romo (Las Arenas), Casa de las Hijas de la Caridad de Güeñes, Iglesia de San Cristóbal de Vitoria.
Perseguido por el delito de ser sacerdote, en aquel ambiente enloquecido de la Guerra Civil, unos milicianos le asesinaron entre Castro Urdiales y Laredo, el 29 de agosto de 1936, en el monte Candina de Liendo (Cantabria).
Un pastor de Liendo encontró un cuerpo sin vida en un calero, donde había sido arrojado varias semanas antes. Nadie pudo identificar a quién pertenecía. Pasó algún tiempo hasta que dieron con las claves para saber que se trataba de él: un reloj con dos inscripciones “P.A.” y “Recuerdo de la familia Sota. Sopuerta 1931” (regalo de agradecimiento a las obras que dirigió de manera desinteresada en la Iglesia de Mercadillo de Sopuerta); y la plma estilográfica que siempre llevaba consigo. Tenía 46 años
Sus restos fueron llevados en 1956 a la capilla del seminario de Vitoria-Gasteiz. Su proceso de beatificación se inició el 14 de mayo de 1964.
El miércoles 11 de abril de 1956, el diario ABC ofrecía la crónica del discurso del ministro de Justicia, Antonio Iturmendi, en la inauguración de las fiestas jubilares del Seminario diocesano de Vitoria (se cumplían 75 años de su creación y 25 de la inauguración del edificio), con cuyo motivo tuvo lugar la apertura del proceso de beatificación de Monseñor Asua, cuyos restos fueron trasladados a la capital alavesa, en presencia del Doctor Peralta, obispo de la diócesis, junto con el doctor Ángel Suquia Goicoechea, rector del Seminario (de 19551965, futuro Cardenal-Arzobispo de Madrid).
Llegan a Vitoria los restos de Don Pedro Asúa
A las cinco de la tarde llegaron a esta ciudad, procedentes de Balmaseda, los restos de don Pedro Asúa, sacerdote arquitecto del Seminario, asesinado por los milicianos en 1936. Desde Balmaseda habían acompañado los restos cerca de un millar de personas, que se trasladaron en 15 autobuses y numerosos coches de turismo. Fueron recibidos los restos, con cruz alzada, por todos los alumnos del Seminario y más de 300 sacerdotes… El féretro fue llevado a hombros de cuatro profesores del Seminario, organizándose así el cortejo, que penetró en la capilla del centro, donde se cantó un nocturno pontifical y un responso, siendo depositados después en el mausoleo construido a tal efecto en la capilla del Seminario.
A continuación de este acto se efectuó otro de apertura del proceso de beatificación y la constitución del tribunal eclesiástico… Finalmente, don Antonio Iturmendi pronunció su discurso:
“…La grandiosidad, instalaciones y nobleza de construcción de este Seminario son dignos del sentido religioso que matiza la vida de los hombres de este trozo de nuestro indisoluble solar nacional, de la decisión apostólica que determinó su erección y del genio creador, del anhelo insaciable de conquista de almas y del amor a Dios del que fue su Siervo fiel D. Pedro Asúa y Mendía, sacerdote y arquitecto, que proyectó y dirigió su construcción, y puso en su cometido lo mejor de su inteligencia y los más férvidos y puros anhelos de su alma. En coincidencia feliz con la conmemoración jubilar, la Providencia ha dispuesto que hoy se reciban los restos de monseñor Asúa en la casa en que se formó sacerdotalmente y en la que pocos años después habría de desplegar las dotes creadoras de su técnica y su espíritu de servicio a la Santa Madre Iglesia, y precisamente en este día de gozo se proceda a la constitución del Tribunal y a abrir la causa de su beatificación”.
El señor Ministro, continúa refiriendo la crónica, “aludió después a las virtudes cristianas de la familia de monseñor Asúa y a los fervores eucarísticos de éste y su caridad impresionante, que culminaron con el más grande galardón, la palma del martirio, en plena Cruzada de Liberación Nacional, el 29 de agosto de 1936”. Y tras seguir desarrollando como “el católico no puede ser neutral”, finalizaba diciendo:
“Para el logro de tan nobilísima y cristianísima ambición, pongamos los ojos en monseñor Asúa y venzamos, como él lo hiciera, el desaliento en la fe. La furia desatada de un sectarismo feroz lo eligió como víctima propiciatoria en aquellos días memorables que dieron lugar a la luminosa pastoral colectiva del Episcopado español, demostrativa de los hechos, fundamentos y finalidad verdadera de la Cruzada”.