Las imágenes de los confesionarios en el Parque del Retiro nos muestran que el acceso al perdón y la reconciliación están disponibles donde menos nos lo esperamos. El sacramento del perdón nos transforma en la medida que seamos capaces de comprender que Dios nos tiende la mano para el cambio. Si no acercamos a confesar con la premisa de que nada va a cambiar en nosotros o con la certeza de que es un simple trámite, perderemos el tiempo. Tampoco es positivo reclamar el perdón desde el miedo o desde una imposición formal. El acceso a los sacramentos debe ser libre y consciente.
Los jóvenes de la JMJ tienen la oportunidad de tocar la Gracia de Dios diariamente y eso es una maravilla. Sólo puedo animar a jóvenes y menos jóvenes a aparcar la dinámica del festejo de la JMJ e introducirse en el Misterio de Dios que nos transforma.
“Yo que peco siempre, debo tener siempre un remedio” Concluyo con una típica conversación sobre el tema:
Pero si me gusta se como soy. ¿Por qué buscar cambiarme? Mejor disfrutar de mi que oponerme a como soy. No se trata de oponerse a cómo somos, sino de buscar ser mejores. Si nos entendemos como medios de disfrute de nosotros mismo. ¿Qué nos sucederá cuando nos duelan las huesos por artritis? ¿Dejaremos de tener sentido? ¿Hemos nacido para aprovecharnos de nosotros mismo y de los demás?
¿Qué remedio tengo? ¡Soy como soy!. Únicamente tenemos remedio en Dios, ya que mi naturaleza no es capaz por si sola de transformarse en algo diferente. Evadir el problema que somos responsables de nosotros mismos, no conlleva que desaparezca. Podemos postergarlo años o décadas, pero terminaremos obligados a buscar qué hacer con nosotros mismos?
¿Ser algo diferente? ¿Para qué? Es complicarnos la vida. Si algo no cambia en mi “ser”, siempre estaré sometido a las mismas esclavitudes, ideologías, temores, envidias, rencores, etc. La misma conversión es una transformación interior, que nos posibilita acceder al camino de la transformación en profundidad. La santidad no es más que eso: transformación.
Pero los santos eran ya gente estupenda. No necesitaban este tipo de cosas. Los santos eran tan humanos como cualquiera de nosotros. Eran tan tendentes a las envidias, rencores, temores como cualquiera, pero hubo un día en que decidieron dejar que Dios actuara en ellos. Les abrieron las puertas a la Gracia y eso les fue transformando día a día. La apertura a la Gracia pasa por el perdón y reconciliaron con Dios.
¿Dónde acceder a la fuente del agua que nos transforma? Desde los sacramentos y dentro de ellos, el sacramento del perdón es un instrumento especialmente pensado por Dios. ¿A que esperamos? ¿A qué tememos?
Quienes estéis en Madrid y cerca del Retiro… es el momento. The time is now!