¿Acaso algunos tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen, tienen nariz y no huelen?
Hace unas horas que vengo de Cibeles de estar en la fiesta de acogida del Papa, y de asistir maravillado a diversas actividades culturales de la JMJ. Me gusta que haya personas creyentes de verdad, me gusta muchísimo, me “mola”-como dicen los más jóvenes- profundamente, me alegra el corazón. Y creo que Dios es la gran necesidad de todo hombre, de aquel que lo acoge y ama y de aquel que no.
Es evidente (se puede ver y demostrar de contínuo) que no somos los creyentes personas que andemos a la gresca, con insultos, mofas y agresiones, de modo ignorante y zafio, reaccionando en contra de quien no cree o se expresa de otro modo de forma libre y pacífica. Somos más bien respetuosos los creyentes o eso me está pareciendo viendo y escuchando, con los ojos y los oídos bien abiertos a todo lo que pasa en la JMJ de Madrid, por ejemplo, en esta fiesta de fe, en este “encuentro de los jóvenes con Dios” como nos ha dicho el Papa.
Los jóvenes, como nos dijo ayer S.S. Benedicto XVI, pueden y deben ser interlocutores responsables de Dios cuando descubren a Cristo en su propia vida, sin avergonzarse de él nunca, porque lejos de quitar nada nos lo da todo. No se puede ser libre sin ser a la vez responsable, y esto ya nos lo decía el beato Juan Pablo II. No puede haber verdadera libertad de expresión sin el respeto debido y la responsabilidad madura (civil y penal, en su caso) por lo que hacemos.