Hace menos de dos meses, el 27 de junio de 2011, Benedicto XVI firmó el decreto por el que se reconoce el martirio de doce Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y una seglar que murieron asesinadas por “odio a la fe” en diversos lugares dentro de los límites de la archidiócesis de Valencia entre el 19 de agosto y el 9 de diciembre de 1936. Tras la firma de este decreto son casi 100 los mártires que serán beatificados en una fecha todavía por determinar.Esta Causa, encabezada por Josefa Martínez Pérez, natural de Alberique (Valencia), que fue martirizada en Llosa de Ranes el 15 de octubre de 1936, figuran un grupo de cinco religiosas y una seglar que fueron muertas en el picadero de Paterna el 9 de diciembre de 1936: María del Carmen Rodríguez Banazal (Orense, 1876), María del Pilar Nalda Franco (Cádiz, 1871), Estefanía Irisarri Irrigaray (Navarra, 1878), Josefa Laborda Goyeneche (Navarra, 1864), Isidora Izquierdo García (Burgos, 1885), y la seglar nacida en Bétera (Valencia) en 1892, Dolores Broseta Bonet.
Igualmente, pertenecen al grupo, Martina Vázquez Gordo (Segovia, 1865), martirizada en Algar de Palancia el 4 de octubre de 1936; Victoria Arregui Guinea (Vizcaya, 1894), que junto a Joaquina Rey Aguirre (Vizcaya, 1895), fue asesinada en Gilet el 28 de octubre de 1936.
Finalmente, incluye la causa a María Luisa Bermúdez Ruiz (La Coruña, 1893); María del Rosario Ciércoles y Gascón (Zaragoza, 1873); y Micaela Hernán Martínez (Burgos, 1881), que sufrieron martirio en Benavites (Valencia) el 19 de agosto de 1936.
La causa fue iniciada en la diócesis de Valencia 1966 pero quedó interrumpida y se reanudó en 1994.
Sierva de Dios Sor María Rosario Ciércoles
Nació en Zaragoza el 5 de octubre de 1873. Sus padres, Juan (guitarrista) y María, se preocuparon de darle una buena educación en el colegio dirigido por las Hijas de la Caridad. Curso los estudios de Música antes de ingresar en la Compañía. Desde joven participó en la Asociación de Hijas de María de la Medalla Milagrosa que vivía entonces su espiritualidad mariana con una exigencia fuerte de oración y servicio a los necesitados. En este ambiente percibió la llamada de Dios y decidió ingresar en la Compañía el 24 de octubre de 1892. Realizó el postulantado en el Hospital general de Madrid y terminado el Seminario, tuvo varios destinos, desempeñando su misión como organista, profesora de Música y manualidades profesionales: Escuelas de la Purísima de Barcelona, Colegio de Barbastro, Escuelas de la Milagrosa de Madrid y Colegio-Asilo de San Eugenio de Valencia. Tenía el temperamento enérgico, pero se dominaba mucho y se entregaba de lleno a su misión de educadora. Un detalle que ha pasado desapercibido en sus reseñas biográficas es que, durante su estancia en Barbastro, fue maestra de San Josemaría Escrivá de Balaguer, cuando este ingresó con solo tres años en el parvulario que las Paulas atendían en Barbastro.
El historiador Martín Ibarra, dice en su libro Semblanzas aragonesas de San Josemaría Escrivá de Balaguer (2004), en la p. 43:
También es importante el año 1905 porque Josemaría comienza a ir al parvulario de las Hijas de la Caridad, en la calle Romero, 37. Constaba de un aula con graderío donde por grupos separados las monjas iban instruyendo a los niños en el Catecismo, la Historia Sagrada y «lecciones de cosas», nombre sencillo referido a las Ciencias Naturales. En las paredes había colgadas láminas que ayudaban al aprendizaje de los niños. Ahí aprendió Josemaría a leer bien y a escribir, algo que siempre agradeció. Lola Lacau Ballarín recordaba las clases de catecismo y de piano de sor Rosario Ciércoles Gascón. Y entre otras cosas dice que «tengo muy vivo el recuerdo, casi como una fotografía, de las clases de catecismo y formación en el Parvulario. Se daban en una gran sala que tenía unos banquitos pequeños. En el centro se ponía Sor Rosario y los niños y las niñas se situaban en los laterales. Cuando algún niño o niña destacaban más por su viveza, aplicación y buena conducta, se le nombraba monitor, que venía a ser como un jefe de filas o de grupo, por ser alumno aventajado. Yo misma fui monitora. Josemaría también fue monitor, junto con otro chico, de Estada, llamado Paco Sitjar».
Llegada la persecución de 1936, fue expulsada y dispersada la comunidad del Asilo de san Eugenio de Valencia. El 27 de Julio, Sor Rosario con sor Micaela Hernán y sor María Luisa Bermúdez se trasladaron a Puzol, hospedándose en la casa n° 11 de la calle de San Pedro, donde vivía una Hermana carnal de Sor Concepción perteneciente asimismo a la comunidad del asilo de San Eugenio. Allí estuvieron muy vigiladas y amenazadas por los miembros del Comité comunista del pueblo. En la casa estaba también refugiado un sacerdote que celebraba la Eucaristía clandestinamente. El 17 de agosto de 1936 fueron apresadas y conducidas al Comité, juntamente con el sacerdote. Sor Rosario intentó defenderse y defender a sus hermanas, pero no logró nada. Las tuvieron toda la noche limpiando las dependencias. El 18 de Agosto, a las diez de la noche, llegó un auto a la puerta de la casa con hombres armados, que subieron al piso e hicieron bajar a las tres hermanas y las llevaron en el auto. Después de muchas averiguaciones, al venir la paz, se supo que las martirizaron moral y físicamente, siendo fusiladas, las tres unidas en fraterno abrazo, a las cinco de la mañana del 19 de Agosto, en el huerto de naranjos, en Benavites.
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