Conceptos como austeridad o sobriedad, tengas poco o mucho, son como fantasmas que no vienen a cuento, que ya son ganas de aguar la fiesta, con lo bien que lo estamos pasando. Tan apegados estamos a la molicie, tan aturdidos y codorros.

La soberbia puede no dejar ver la miseria moral, viviendo en un frenesí suicida.

El hombre es un ser en interioridad.

Son cosas leves, sencillas. La brisa que junto con el ruido entra por la ventana. El reflejo del mármol y del espejo. Un poco de sol en la pared. Un piano que comienza a soñar -o sonar- su música justo al lado. El ventilador que me despeina. El alma que busca palabras. Un libro de Annabel Pitcher sobre la mesa. Un apunte de violín repentino.

Unos tipos, día y noche en la inmediaciones de nuestra casa. Pasan la vida bebiendo, desde primera hora. Porque les resulta amarga. Borrachos se mean, deambulan, se tumban en la acera, vomitan. ¿Unos desgraciados que molestan nuestras apacibles existencias? Pero la caridad debe sobreponerse al asco y a lo que se tercie. Son personas, almas que buscan una esperanza, un sólo punto de luz donde apoyarse. Algo, alguien.

A veces el mejor argumento es una caricia, o un beso, o ese abrazo donde todo se comprende.

 
La vida es la más excelsa novela de misterio. Todos buscamos su significado y el destino que nos aguarda. Con su dosis de intriga, que nos desvive.

Mi vida no es gran cosa, nunca lo ha sido y seguramente nunca lo será; pero dejando esto claro, debo de decir en justicia que el amor de Dios me ha regalado su sentido, su alegría; dicho amor ha conseguido que sonría en momentos complicados, que persevere y siga. Mi vida no es gran cosa, pero hay algo extraordinario en todo esto que vivo, o que me vive, y que consigue mantenerme el alma en vilo.

No siempre sirve la literatura. En su grandeza no acaba de saciar la sed de una continua insatisfacción. Podemos no querer reconocerlo, pero es así. Leemos y leemos. Con los años se nos cansa algo más que la vista. Libros de mil autores y materias. ¡Cómo los amamos! ¡Cómo nos deleitamos con su presencia! Los abrimos con esperanza y con una caricia. Leemos y releemos. Sin embargo… Lo saben ¿verdad? Hay algo más.