La JMJ es de una envergadura tal que los frutos no pueden ser menos que cuantiosos. El broche final es el encuentro con el Papa. Diríamos que es el plato fuerte, pero antes –ya ha comenzado- hay toda una programación que desborda la imaginación y la capacidad de cualquier experto en folclore. Hay una oferta fabulosa que abarca todos los ámbitos de la cultura: conferencias, cine, teatro, conciertos, exposiciones, encuentros multirraciales, celebraciones, multimedia… Y sobre todo, porque de eso se trata, mucha oración y reflexión.
El auténtico protagonista del evento es Jesucristo. Y lo van a encontrar en cada esquina de Madrid. Los jóvenes podrán dedicar tiempo a la Adoración, a la reflexión en silencio, a la recepción de los sacramentos, a la escucha atenta de la Palabra de Dios… Toda la programación tiene ese objetivo: el encuentro con Jesús, el Amigo que espera para dar vida e ilusión a unos corazones inquietos, indignados con el mal que hay en el mundo, pero no amargados ni revanchistas. El cristiano lucha por la verdad, la justicia, la caridad, el bien, la civilización del amor, pero con un talante evangélico. Audaces sí, luchadores también, pero con paz en el alma. Los cristianos debemos ser sembradores de paz y alegría por vocación divina, como diría San Josemaría Escrivá.
Da verdadero gozo, y hasta envidia, ver llegar a oleadas de jóvenes que vienen de todos los rincones del mundo, con una alegría contagiosa, dispuestos a lo que haga falta por ser fieles a Dios, que no molestan, ni perturban el orden público, que respetan a los que no piensan como ellos, y han hecho –la mayoría- un sacrificio enorme para costearse su viaje y estancia entre nosotros.
Las distintas parroquias de España están haciendo, estos días previos, de familia espiritual. Los cientos de miles de peregrinos se han esparcido por toda España, y están trayendo aire nuevo, de cristianismo joven, a nuestras comunidades muchas veces replegadas en su fe anquilosada. En la mayoría de los casos no hablamos la misma lengua, pero nos entendemos en el mismo idioma del amor cristiano.
Y caldeados sus corazones por la acogida afable de los pueblos de España, se disponen a recibir al Papa que viene de Roma a compartir sus ilusiones e inquietudes. Será el broche de oro de unas jornadas, la JMJ, que yo asocio a la Sagrada Familia por coincidir la iniciales con Jesús, María y José (JMJ). ¿Quien mejor que la primera familia cristiana para arropar a los que vienen buscando luz, calor y amor para sus almas?
Por todo ello el demonio está que trina. Es buena señal, ya que prevé el bien que se va a cosechar de esta siembra fabulosa. Y ahí tenemos a la siniestra criatura bramando por boca de unos pocos que se ahogan en su propia ignorancia. ¡Qué pena que no hayan encontrado todavía el tesoro escondido! Necesitan, como todos nosotros, ser salvados de la indolencia, de la apatía, del rencor, de la molicie, del odio… Todos somos pecadores, pero hay que buscar el perdón. La Iglesia está nutrida de gente capaz de lo peor, porque todos somos de la misma pasta, por eso necesita zarandeos de este tipo para que no nos durmamos y salgamos de las cloacas en que podemos caer.
Que nadie piense que la JMJ se erige en maestra indefectible para evangelizar desde la arrogancia. Los jóvenes de la JMJ vienen buscando la gracia de Dios que les reanime, y haga brotar de nuevo las semillas escondidas en algún rincón del alma. Buscan el soplo del Espíritu para que broten encendidas las llamas escondidas en el rescoldo de nuestra tibieza, como diría el libro Camino.
Una de las muchas religiosas contemplativas que está rezando intensamente por los frutos de la JMJ declara: Muchas veces es imposible ver el alcance de nuestra oración en la vida de los demás. A nosotras se nos pide la lucha, no las victorias. Las victorias las da Dios cuando quiere. Así es la vida de las religiosas: nuestras oraciones y sacrificios dan fruto allí donde Dios quiere. Esta es la auténtica JMJ.
Carla Diez de Rivera, Directora del Programa Cultural de la JMJ, en una declaraciones a la prensa, dice: No se puede entender nuestra cultura sin la profunda fe católica del pueblo español, y es algo que queremos manifestar sin arrogancia, pero con profunda y firme convicción.
Pues, pese a quien le pese, y en especial al demonio y sus adláteres, la JMJ está en marcha, y pedimos a Dios que los jóvenes reciban una inyección de optimismo para seguir luchando por un mundo mejor.
Nota: Observo que hay unos “comentaristas” de Blogs que lo único que buscan es meter el cenizo del comentario negativo y, sistemáticamente, descalificador de todo lo que se publica. Yo les invitaría a que, si no tienen nada positivo que decir, ni hacer crítica constructiva, que se abstengan, porque siempre quedan muy mal ante quienes tienen un poco de sentido común y una elemental formación. Hay otras páginas que tal vez estén más acordes con su modo de pensar. De todos modos, un saludo para todos.
Juan García Inza
Juan.garciainza@gmail.com