Es necesario tener claro que el Espíritu de Dios es quien nos inunda de Gracia y nos hace actuar según el plan que Dios tiene establecido. Ojo, Dios actúa en el mundo a través de nosotros. Si somos buenas herramientas en sus manos, el plan nos incluye. Si somos herramientas quebradizas y desafectadas, el plan de Dios tendrá que actuar por medio de otras personas y la Gracia no fluirá a través nuestra. ¿No es triste? La pregunta que todos debemos hacernos es si realmente deseamos ser herramientas eficaces en manos de Dios. También hay otra pregunta interesante. ¿Ayudamos a que los demás lo sean?
Consideremos el vino nuevo y el odre donde lo hemos de dejar fermentar. Es complicado que los jóvenes que vuelvan a sus casas puedan integrarse directamente en el ritmo normal de una comunidad asentada. El vino nuevo rompe los odres viejos, por lo que es necesario pensar en cómo darles a los jóvenes las herramientas para crear ámbitos comunitarios donde encausar y desarrollar el ímpetu del Espíritu.
No hemos de dudar de la capacidad de los jóvenes, ya que estaríamos, implícitamente, considerando la incapacidad de Dios. En todo caso, lo que necesitarán será un soporte que aporte experiencia y les ayude a resolver sus dudas. Los jóvenes son capaces de asociarse en las más diversas iniciativas sociales. ¿Por qué no asociarse de manera cristiana? ¿No hay asociaciones de fans de manga o de Star Trek? ¿Por qué no asociaciones de jóvenes seguidores de Cristo?
En las JMJs se podrían impartir talleres de comunidad para que los jóvenes conozcan las diversas formas que existen de conformar grupos, asociaciones y abordar proyectos comunes. Ayudémosles a ser buenas herramientas. También es necesario ayudarles a no sentirse solos e incapaces. Detrás de ellos está la Iglesia local, universal y Cristo. Una vez vuelvan a sus vida cotidiana, lo ideal es no quedarse parados y dejarse llevar por la depresión post-evento. La JMJ no puede ser una estación Termini, sino una rampa de lanzamiento. ¿Hacia dónde? Hacia el compromiso real y comunitario, de una vida se seguidores de Cristo.
Miremos la cara “menos buena” de las estadísticas: un 72,3 vienen a “vivir nuevas experiencias” ¿Dejaremos que todo quede en eso? Sólo un 65,9 dicen que quieren manifestar su compromiso con la Iglesia. Tenemos un 34% de jóvenes que necesitan descubrir el ámbito comunitario de la Fe. Un 48,7% vienen a descubrir el sentido de sus vidas. ¿Casi la mitad necesitan encontrar el sentido de si mismos? Tenemos que enseñarles que ese sentido está dentro de un grupo de creyentes y no viviendo la Fe aislados. Por último, únicamente el 48% dicen que vienen para contribuir a mejorar la sociedad. Con estas estadísticas, personalmente reflexionaría sobre la fase de preparación de las Jornadas. ¿Cómo les hemos preparado para el desafío que tienen delante?
Pero no desesperemos. Cristo es Esperanza. Los problemas son oportunidades de mejora, no fosas donde dejarse morir. Las Jornadas todavía no han empezado y seguro que el Espíritu palia nuestros errores. Seamos conscientes de todo lo mejorable para poner nuestra voluntad en ello.
No olvidemos la necesidad de regar en abundancia cualquier empresa con la oración. Se trata de ser buenas herramientas en manos del Señor y no herramientas sin dueño que se alquilen al mejor postor. Roguemos por los frutos de la JMJ. Los enemigos tienen más clara la importancia del evento y las oportunidades que tenemos en nuestras manos por Gracia de Dios. ¿Por qué se organizan para luchar contra ella? Porque es una oportunidad que no debemos dejar pasar. Dios esté con nosotros.