El otro día conocí a una persona que me contaba que era malísimo hablando en público, pero que comprendía que era una habilidad importante en el trabajo y en la vida, por lo que quería mejorar. Y se apuntó a un grupo de gente que tenía el mismo interés que él. Este grupo se reunía cada quince días, en sesiones en las que cada uno de los miembros exponía algo o daba un discurso en frente de los demás.

Me comentaba mi conocido que el ir al grupo había funcionado como magia: “ahora me siento muy seguro cuando hablo delante de gente” Esta persona sabía lo importante que es tener un grupo, buscar gente con interés común para cualquier cosa de la vida, ya que hacer cualquier cosa solo es muy difícil.

Por eso es una gran hipocresía la de las personas, de las que he conocido bastantes, que cuando oyen hablar de un grupo de cristianos, de una asociación, de una parroquia, comentan: “a mí es que no me gustan los grupos, no me gusta asociarme” Y digo hipocresía porque:
¿Seguro que lo que ocurre es que no le gustan los grupos? Yo creo, más bien, que no le interesa el cristianismo.

D´Artagnan.

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