Podríamos definir la felicidad como la paz del alma del que se siente bien consigo mismo y con todo lo que le rodea.

Pero esta felicidad tiene enemigos. Y, paradójicamente, el peor enemigo somos nosotros mismos, por los obstáculos que ponemos a nuestra propia felicidad.

He aquí algunos:
1.- Malos recuerdos del pasado que me perturban porque no me decido a olvidarlos.

2.- No saber perdonar, que me amarga el corazón.

3.- Baja autoestima que no sabe apreciar lo que tiene y sólo lamenta lo que le falta.

4.- Ser negativo y pesimista. Insatisfecho de todo, sin saber disfrutar de nada.

5.- Poner la felicidad en cosas materiales y no en la satisfacción de saber que Dios está contento de nosotros.

6.- Pero sobre todo olvidarse de lo maravilloso que es tener esperanza de la gloria eterna.

JORGE LORING, S.I.
jorgeloring@gmail.com
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