La devoción de la Armada española hacia la Virgen queda magníficamente reflejada en la Salve Marinera, el himno que le dedica a la que es su patrona, la Virgen del Carmen, y que fue la que le cantó la Escuela Naval de Marín al Papa Benedicto XVI durante la que ha sido, hasta la fecha, su última visita a Santiago de Compostela.
 
 
  
          Pocos saben, sin embargo, que tan bella letanía fue compuesta en 1870 por el músico español Cristóbal Oudrid (18251877), y no precisamente para la Armada, sino para una zarzuela titulada “El molinero de Subiza”, estrenada en Madrid el año 1.870, con libreto de Luís Eguilaz.
  

           Oudrid nació en Badajoz en 1.825. Su abuelo había sido soldado de Napoleón, y conoció España durante la Guerra de la Independencia, país en el que quiso la fortuna, acabara sus días exiliado. En cuanto al padre de Cristóbal Oudrid fue, como él, músico. Oudrid aborda la temática militar en varias de las obras de su repertorio y no sólo en “El molinero de Subiza”, así, curiosamente siendo nieto de quien era, en “El sitio de Zaragoza”.
 
            Según el capitán de navío Marcelino González Fernández, la Salve marinera es de uso reglamentario en la Armada por virtud de una orden ministerial de 16 de noviembre de 1942.
 
            La letra de la Salve Marinera es la siguiente:
  
Salve, estrella de los mares,
de los mares iris de eterna ventura
salve fénix de hermosura
madre del Divino Amor.
 
De tu pueblo a los pesares
tu clemencia dé consuelo
fervoroso, llegue al cielo,
hasta Tí, hasta Tí nuestro clamor.
 
Salve, Salve, estrella de los mares.
Salve estrella de los mares.
Sí, fervoroso llegue al cielo
y hasta Tí y hasta Tí nuestro clamor.
 
Salve, estrella de los mares
estrella de los mares,
salve, salve, salve, salve.
 
 
            En cuanto a la expresión que le da comienzo, “estrella de los mares”, es tributaria de la plegaria atribuida al santo carmelita San Simón Stock, al que se le apareció la Virgen del Carmen, la cual reza como sigue:
 
            “Flor del Carmelo Viña florida, esplendor del cielo, Virgen fecunda, singular. ¡Oh Madre tierna, intacta de hombre, a todos tus hijos proteja tu nombre, Estrella del Mar!”.
 
            Y ésta está probablemente inspirada, a su vez, en el himno titulado Ave Maris stella (Salve Estrella del mar) dedicado a la Virgen y hallado en un manuscrito de San Gall en tiempos tan tempranos como el s. IX.
 
 
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