DEDICADO A LOS  SALESIANOS MÁRTIRES DEL COLEGIO DEL SANTO ÁNGEL DE SARRIÁ EN BARCELONA, BEATIFICADOS EL 11 DE MARZO DE 2001 POR EL BEATO JUAN PABLO II.
Los mártires de la Inspectoría Tarraconense de Barcelona
Si bien durante la Segunda República española los salesianos eran conscientes de la tirantez de la situación política y social, el alzamiento del 18 de julio de 1936 y la violenta persecución religiosa que siguió en muchas partes lo sorprendió en total indefensión. Allí donde arreció la furia anticlerical hubieron de sufrir tanto las personas -88 salesianos fueron asesinados y otros 18 desaparecieron o murieron en aquella coyuntura- como las obras educacionales.
En 1936, los salesianos profesos de la Inspectoría Salesiana Tarraconense de Nuestra Señora de la Merced, con sede en Barcelona, eran 249, y los novicios, 8. A ellos habría que añadir unos 10 estudiantes que se encontraban en Roma, Turín o Madrid, y unos cuantos profesos más que residían, en Hispanoamericanas, por motivos de servicio militar.
De todos los residentes en la Inspectoría, fueron asesinados 29, esto es, un 12% aproximadamente. En Barcelona o alrededores, las víctimas de la persecución fueron 21: las dos salesianas de la casa Santa Dorotea, de Barcelona-Sarriá, Alexandre Planas, un seglar que vivía y trabajaba con la comunidad de San Vicenç y 18 salesianos.
Dos libros nos narran los hechos sobrecogedores que vamos a narrar:
 
Así que ahora recordaremos a los 12 que estaban vinculados al Colegio del Santo Ángel de la casa de Barcelona-Sarriá: los sacerdotes Francisco Bandrés, Sergio Cid y Josep Batalla, los coadjutores Josep Rabasa, Gil Rodicio, Ángel Ramos y Jaime Ortiz, el joven salesiano Zacarías Abadía, y los estudiantes Felipe Hernández Martínez, Xavier Bordas Piferrer, Félix Vivet Trabal y Miquel Domingo Cendra;
 
Barcelona, 3 de agosto de 1936
Cuando estalló la persecución, Francisco Sánchez se refugió en casa de su hermana. Allí lo detuvieron los milicianos, lo condujeron a una checa y luego lo arrojaron al mar con una piedra atada al cuello. Sucedió en Barcelona el 3 de agosto de 1936. En su vida, la clase, el canto, el órgano, el confesionario y el púlpito fueron los campos principales de su trabajo. Era de carácter serio y exigente, pero revestido de exquisita afabilidad. Desde 1934 era el Director de la gran Casa de Sarriá, en Barcelona.
 
Beato Francisco Bandrés Sánchez
Era natural de Hecho, diócesis de Jaca y provincia de Huesca, donde nació el 24 de abril de 1896. Cuando tenía nueve años su familia se trasladó a Huesca e inscribió al niño en el colegio salesiano. En contacto con los religiosos se sintió llamado a la vida salesiana y fue acogido en la congregación el año 1914. Hizo el noviciado, los votos religiosos, y seguidamente los estudios eclesiásticos, ordenándose sacerdote el año 1922. Tras prestar diferentes servicios se le encomendó, en 1927, la dirección del colegio de Mataró, donde realizó una magnífica labor hasta 1934 en que fue enviado a dirigir la casa de Barcelona-Sarriá.
Era un verdadero hombre de acción y de gobierno. Cuando estalla la revolución del 18 de julio de 1936, procuró mantener la serenidad y confiaba en que la presencia de tantos internos en el colegio serviría de parapeto para que la casa fuera respetada. Pero el día 21 a las cinco de la tarde los religiosos fueron expulsados del colegio. El director le dio a cada uno cien pesetas y les dijo que cada uno buscara refugio donde mejor pudiera. No cabía hacer otra cosa. Él se fue junto con otro religioso a la casa de su hermana Pilar, que los acogió. Cuando supo la muerte de algunos religiosos quiso tomar el tren para dirigirse al extranjero, pero al carecer de pasaporte no le fue posible. En la noche del 3 de agosto varios milicianos se presentaron en casa de su hermana preguntando por don Ramón Cambó, que era el administrador del colegio. D. Francisco Bandrés dijo que no estaba pero que él era el director. Entonces fue arrestado sin que sirvieran sus alegatos de que su colegio hacía un gran bien social. Llevado al Hotel Colón, que era la sede del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña), le fue quitada la vida en los cuartos que sirvieron de calabozos. La foto nos muestra la fachada del Hotel Colón el 25 de julio de 1936.

 
Una foto
Esta otra foto,  una de las más famosas de la guerra civil española tomada el 21 de julio de 1936, está hecha en la terraza de dicho Hotel, del que hacía apenas unas horas habían sido desalojados los militares que, apoyando a Franco, lo estaban ocupando. El Hotel, que se convirtió en la sede del PSUC y de la JSUC, está en la esquina de la Plaza Cataluña con Paseo de Gracia. Al final de la fotografía se ve la Catedral de Barcelona. La protagonista es Marina Ginestà que entonces “tenía 17 años, un carné de las juventudes socialistas y el sueño de una revolución cuando en verano de 1936 posó orgullosa y desafiante en la terraza del Hotel Colón de Barcelona para el fotógrafo Juan Guzmán que tomo de ella una imagen simbólica que se convirtió en un icono de la resistencia”. En 2008 la agencia EFE, propietaria de la foto, la entrevistó en su residencia de París.


Pero lo cierto es que en “los calabozos" del Hotel se ha cometido el asesinato del Beato Francisco Bandrés. Setenta y cinco años después lo recordamos.
 
Barcelona, 4 de agosto de 1936
En lugares distintos de Barcelona fueron martirizados el 4 de agosto estos tres religiosos salesianos, uno de ellos sacerdote y dos coadjutores laicos, que formaban parte de la comunidad salesiana de Sarria.
 
Beato Josep Batalla Parramón
Había nacido en Abella de la Conca, provincia de Lleida, el 15 de enero de 1873 en el seno de una familia modesta. Ingresó en la congregación salesiana y a los veinte años profesó en Sarria. Hizo los estudios pertinentes y se ordenó sacerdote en 1900. Estuvo en varios destinos hasta que en 1909 es enviado a la casa de Barcelona-Sarria como confesor y enfermero. Allí estaría 27 años, haciendo una labor magnífica en la enfermería, por lo que le llamaban “san Juan de Dios”.
 
Beato Josep Rabasa Bentanachs
Había nacido en Noves de Segres, provincia de Lleida, el 26 de junio de 1862 en el seno de una familia pobre. Al quedar huérfano siendo niño, una señora se hizo cargo de él y en 1890 lo colocó como ayudante de cocina en el colegio salesiano de Barcelona-Sarria. Decidido por la vocación religiosa, fue aceptado en el noviciado y profesó en 1892. Destinado a diversas casas como cocinero, volvió a Sarria en 1923, siendo muy piadoso y ejemplar. Al cumplir los 70 años ya no tuvo fuerzas para llevar la cocina y fue exonerado del cargo, dedicando mucho tiempo a la oración. Cuando el día 21 de julio de 1936 la comunidad de religiosos fue expulsada de la casa, ambos religiosos consiguieron que Esquerra Republicana de Cataluña les concediera seguir en ella atendiendo a los heridos de guerra, ya que la casa se había habilitado como hospital de sangre. Pero el día 31 ambos fueron expulsados a la calle. Se refugiaron en casa de doña Emilia Munill, donde llevaron vida de mucha piedad y recogimiento. Tenían ya preparados los pasaportes para marchar a Italia pero en lugar de ir a recogerlos directamente se acercaron a la casa de Sarria a recoger alguna ropa, en el tranvía fueron reconocidos y entonces los arrestaron y asesinaron.
 
Beato Gil Rodicio Rodicio
El otro religioso salesiano muerto ese mismo día fue Gil Rodicio, coadjutor laico. Había nacido en Requejo (Orense) el 23 de marzo de 1888. Había sido alumno de la casa de Barcelona-Sarria, y profesó en la congregación en 1908. Desde 1921 estaba destinado en la casa de Sarria como panadero. Hacía su trabajo con gran espíritu religioso. Cuando fue echado de la casa el 21 de julio de 1936, lo hospedó don Alberto Llor, en cuya casa se dedicó a la oración y a sobrellevar su situación con paciencia. Denunciado, fue arrestado y llevado al comité que funcionaba en el Museo Naval. Pidió que a la familia que lo albergaba no la hicieran daño, y seguidamente fue asesinado.
 
Antes, el 27 y el 30 de julio

Los primeros, los tres más jóvenes
El Beato Felipe Hernández Martínez había nacido en Villena (Alicante), el 14 de marzo de 1913. Salesiano en 1930, se mostró dinámico y alegre en su trienio pedagógico realizado en Ciudadela. Terminado su primer año de teología en Madrid y destinado a Sarriá en el verano de 1936.



El Beato Zacarías Abadía Buesa, había nacido en Almuniente, provincia y diócesis de Huesca, el 5 de noviembre de 1913. Profesó como salesiano en 1930. Destinado al colegio del Santo Ángel de Sarriá para las prácticas pedagógicas (tirocinio), al concluir el curso 1935-1936, sólo deseaba comenzar a estudiar la teología, ordenarse de sacerdote y marchar a las misiones. Pero la revolución de julio deshizo brutalmente tales proyectos.


El Beato Jaime Ortiz Alzueta nació en Pamplona el 24 de mayo de 1913. Habiendo empezado a trabajar, regresa al Colegio porque quiere hacerse Salesiano para educar cristianamente a los futuros obreros. Profesa en 1932, se perfecciona en Mecánica cerca de Turín y asiste a la canonización de Don Bosco. Volvió a España en 1935 y lo destinaron a Sarriá.
Cuando se ven obligados a dejar el Colegio del Santo Ángel de Sarriá, Felipe, Jaime y Zacarías lo hacen juntos. Los tres se dirigen a una pensión de la calle Diputación, donde estaba hospedado un hermano de un joven alumno de la Escuela de Mecánica.
Esos primeros días se ponían en contacto con otros salesianos en lugares prefijados, para ayudarse y comunicarse las noticias más importantes. Los ratos que permanecían en la pensión, los dedicaban a la oración. A medida que pasaba el tiempo se iban dando cuenta de la verdadera gravedad de la situación. Habiendo encontrado la casa de un capellán, acudían con frecuencia para oír la Santa Misa y confesarse. Aconsejados que se abstuvieran de semejantes imprudencias en las circunstancias en que se encontraban, Felipe contestó: “Si he de morir, prefiero ver la muerte cara a cara y no ser sorprendido en la ratonera”.
Un atardecer, mientras los religiosos se encontraban en la pensión, fueron detenidos. Ante el Comité que les juzgó, Jaime, según un testigo, confesó su condición de religioso salesiano, y que su misión era la de educar a la juventud obrera, a la cual por la módica pensión de dos pesetas diarias, el colegio proporcionaba alimentación, educación y una formación profesional que les permitía ganarse honradamente la vida.
 
Beato Sergio Cid Pazo
Había nacido en Allariz (Orense), el 24 de abril de 1886. Decidido por la vocación religiosa, ingresó en el aspirantado de Barcelona-Sarria. Hecho el noviciado, profesó los votos religiosos el año 1906 y tras acabar sus estudios eclesiásticos se ordenó sacerdote el año 1912. Su destino como salesiano fue todo el tiempo en Sarriá como catequista o animador religioso de los estudiantes. Era un sacerdote celoso y muy estimado, cuyas virtudes todos apreciaban.
Al día siguiente a los sucesos del 18 de julio, que era domingo, en el sermón de la misa habló con entusiasmo del martirio por la causa de Jesucristo. Cuando tuvo que marcharse de la casa religiosa, parece que no halló ningún refugio sino que anduvo como un pordiosero por la ciudad hasta que fue arrestado yendo en un tranvía. Preguntado si era sacerdote salesiano, dijo que sí, y entonces fue obligado a subir a un coche y lo llevaron por la carretera de Sarriá hasta las proximidades de la estación del funicular de Vallvidriera, donde lo fusilaron. Su cadáver fue llevado al Hospital Clínico de Barcelona. Era el 30 de julio de 1936.
 
En otras fechas
El Beato Félix Vivet Trabal, nació en San Félix de Torelló (Barcelona), el 23 de enero de 1911. Salesiano en 1928. Ejemplar en su trienio pedagógico en Alcoy, pasó a cursar la Teología en la Universidad Gregoriana de Roma en 1934. Habiendo acabado el segundo curso y estando de vacaciones, encontró el martirio en Esplugues de Llobregat (Barcelona) el 25 de agosto de 1936.



El Beato Xavier Bordas Piferrer, nació en San Pol de Mar (Barcelona), el 24 de septiembre de 1914. Alumno de los Salesianos de Mataró, profesa más tarde en Gerona en 1932, y estudia Filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma, de donde regresaba el 17 de julio. Al acercarse de vacaciones a su casa, unos días más tarde es denunciado a los milicianos, y asesinado el 23 de julio de 1936 en Barcelona.



El Beato Miguel Domingo Cendra, nació en Caseres (Tarragona), el 1 de marzo de 1909. Salesiano en 1928, mereció la admiración por su entrega y acierto en el trienio pedagógico realizado en Mataró. Acabado su segundo curso de teología en Madrid, tras la dispersión obligada de Sarriá, va hacia su pueblo natal, es detenido en Arenys de Lladó y asesinado en Prat de Compte (Tarragona), el 12 de agosto de 1936.


El Beato Ángel Ramos Velázquez Nació en la ciudad de Sevilla el 9 de marzo de 1876. Primero fue colaborador de los salesianos, en las Escuelas profesionales de Barcelona-Sarria en 1894, atraído por el beato Felipe Rinaldi, donde mostró sus magníficas cualidades como maestro decorador. En 1897 decide la vida religiosa e ingresa en la congregación salesiana. Alegre, piadoso, sacrificado, humilde y muy trabajador, supo poner sus cualidades de artista al servicio de los fines de la congregación.
Cuando llegó la revolución de julio de 1936 buscó refugio en varias pensiones, pero un antiguo alumno lo vio por la calle y lo denunció. El religioso le dijo al denunciante que si le había hecho algún daño, y el joven le dijo que se lo habían hecho otros y que él pagaría por ellos. El religioso le dijo que deseaba que Dios lo perdonara como lo perdonaba él. Seguidamente se lo llevaron y ya no se supo más de él. Era el 11 de octubre de 1936.