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El miércoles 3 de agosto de 2011 asistí a la audiencia del Santo Padre en Castel Gandolfo, lugar a las afueras de Roma donde el Papa suele pasar el periodo estivo. Pese a lo inusual de una audiencia allá (tradicionalmente se tenían en el Vaticano, aunque fuera agosto: el Papa se trasladaba en helicóptero desde Castel Gandolfo a Roma y al finalizar regresaba a su residencia de verano), la afluencia de peregrinos hizo que la audiencia tuviera que ser en la plaza del pueblo y no en el patio del palacio papal (el motivo es que en el patio caben menos personas).
 
Me llamaron poderosamente la atención dos cosas: 1) la presencia de centenares de jóvenes que participarán en la próxima Jornada Mundial de la Juventud (además de los numerosos grupos peruanos, venezolanos, colombianos, mexicanos, polacos, chilenos, brasileños y japoneses, me sorprendió la copiosa delegación de las Islas Mauricio y el buen ambiente que traían) y 2) la cercanía de Benedicto XVI con la gente. Rompió el «protocolo» y se acercó a las multitudes para saludar.
 
Dicho esto, la catequesis del Santo Padre fue de lo más oportuna en el contexto del periodo de descanso o vacación que en la mayoría de los países del hemisferio norte se tiene por estas fechas. El Papa dio en poquísimo tiempo una estupendas recomendaciones de lecturas para este tiempo. Dado que aún no está traducida oficialmente la catequesis, ofrezco una traducción personal de los principales párrafos donde el Santo Padre ofreció sus recomendaciones de libros para estas fechas. Seguramente será de gran ayuda. La interesante introducción del Papa fue la siguiente:
 
«Cuando tenemos un momento de pausa en nuestras actividades, en modo especial durante las vacaciones, de vez en cuando tomamos en las manos un libro que queremos leer. Y precisamente sobre este primer aspecto quiero detenerme. Cada uno de nosotros tiene necesidad de tiempos y espacios de recogimiento, de meditación, de calma… ¡Gracias a Dios es así! De hecho, esta exigencia nos dice que no estamos hechos sólo para trabajar, sino también para pensar, reflexionar, o simplemente para seguir con la mente y con el corazón una narración, una en la cual identificarse, en un cierto sentido «perderse» para después reencontrase enriquecido.
 
Naturalmente muchos de estos libros de lectura, que tomamos en las manos en las vacaciones, son a veces de descanso, y esto es normal. No obstante, varias personas, particularmente si pueden tener espacios de pausa y de relajación más prolongados, se dedican a leer algo más “elaborado”».
 
Y a continuación hizo su propuesta convertida en reto:
 
«Quisiera ahora hacer una propuesta: ¿por qué no descubrir algunos libros de la Biblia, que normalmente no son conocidos o de los cuales tal vez hemos escuchado algún fragmento durante la liturgia, pero que no hemos leído por completo? En efecto, muchos cristianos no leen la Biblia nunca, y tienen de ella un conocimiento muy limitado y superficial».
 
Libros de una hora: primera recomendación del Papa

Hecho el reto pasa a la parte de las recomendaciones propiamente (la forma de enunciarlos la hice yo para facilitar el aprender los títulos y, eventualmente, poder recordarlos y leerlos):
 
«La Biblia, como dice el nombre, es una colección de libros, una pequeña «biblioteca», nacida en el curso de un milenio. Algunos de estos «libros» que la componen permanecen casi desconocidos para la mayor parte de las personas, también de buenos cristianos. Algunos son muy breves,
 
Como el «Libro de Tobías», una narración que contiene un sentido muy alto de la familia y del matrimonio;
 
o el «Libro de Ester», en el que la reina hebrea, con la fe y la oración, salva a su pueblo del exterminio;
 
o todavía más breve, el «Libro de Rut», una extranjera que conoce a Dios y experimenta su providencia.
 
Otras grandes obras maestras

Estos pequeños libros se pueden leer completos en una hora. Más empeñativos, y auténticas obras maestras, son:
 
«El libro de Job», que trata el grande problema del dolor por parte de un inocente;
 
«Qoelet», que impacta por la desconcertante modernidad con la cual pone en discusión el sentido de la vida y del mundo;
 
«El cantar de los cantares», estupendo poema simbólico del amor humano.
 
Como pueden ver, todos estos son libros del Antiguo Testamento. ¿Y el Nuevo? Sí, el «Nuevo Testamento» es más conocido, y los géneros literarios son menos diversificados. Sin embargo, la belleza de leer un Evangelio de corrido es descubrir, como también recomiendo los «Hechos de los apóstoles» o una de las «Cartas».
 
La breve catequesis del Santo Padre concluye con unas felices palabras de motivación: «En conclusión, queridos amigos, hoy quiero sugerirles tener al alcance de la mano, durante el periodo estivo o en los momentos de pausa, la Santa Biblia, para gustarla en modo nuevo, leyendo algunos de sus libros, aquellos menos conocidos y también aquellos más famosos, como los Evangelios, pero en una lectura continuada. Así, tomando los momentos de distención pueden convertirse, además de un enriquecimiento cultural, también en nutrimento del espíritu, capaz de alimentar el conocimiento de Dios y el diálogo con Él, la oración. Y esta parece ser una bella ocupación para estos días: tomar un libro de la Biblia, así tener un poco de distención y, al mismo tiempo, entrar en el grande espacio de la Palabra de Dios y profundizar nuestro contacto con el Eterno, precisamente como tarea en el tiempo libre que el Señor nos da».


 
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