Un hombre dijo: “Voy a hacer una empresa rentable, donde se pueda trabajar cómodamente. Me buscaré un socio, pero, eso sí, no quiero trabajar demasiado” Durante un tiempo comenzó su empresa con ilusión, pero llego una época en la que el negocio no iba bien, tenía que hacer horas extras y algunos sacrificios. Y como ya no disfrutaba, se dijo: “Esta empresa ya no me gusta. La cerraré, me buscaré otro socio y comenzaré de nuevo con otra empresa” Y la cerró.
Un joven pensaba: “Quiero ser un gran deportista y voy a entrenar para ser el campeón de los 100 metros lisos. Eso sí, si veo que no mejoro, pues intento otra prueba” Contrató a un gran entrenador y enseguida comenzó a mejorar. Cada mes que pasaba bajaba sus marcas, hasta el punto que el atleta pensaba: “Voy a estar al nivel de los mejores en un par de meses” Pero llegó un momento en que bajar no era tan fácil, meses de esfuerzos no se veían reflejados en sus marcas y, harto del esfuerzo, pensó: “No valgo para esta prueba, lo mejor será que empiece a entrenar para otra modalidad” Y lo dejó.
Estos dos casos tienen un denominador común: ambos protagonistas se habían dejado una puerta abierta, una salida de emergencia, para el caso en que llegasen dificultades. Y esto tiene mucho que ver con el matrimonio. Cuando uno se casa, piensa: “Quiero ser feliz, amar a mi esposa/esposo y ser amado”, pero mucha gente añade, por lo bajini, “Pero si la cosa no me va bien, me divorcio”, al igual que el empresario añadía que “No quiero trabajar mucho tiempo” o el atleta que “Si no mejoro, me paso a otra cosa”
La persona que no añade esa coletilla, que quiere un matrimonio para toda la vida, luchará contra las dificultades y tratará de resolver sus problemas, a diferencia del empresario y el atleta. Al fin y al cabo es su única posibilidad de ser feliz: se ha metido en un matrimonio y para tal cosa no hay salida. Su matrimonio está fundado sobre roca.
Sin embargo, la segunda persona tiene una mentalidad de “el amor se acaba” Y con esa mentalidad, cuando empiezan los problemas, su solución será el divorcio. Porque ¿qué se puede esperar de una persona que cuando se casa está pensando que se va a separar en X años? ¿Que el amor se acaba? ¿Podrá luchar una persona así? Quizá sí, pero desde luego si lo hace nunca podrá ser con la convicción y fuerza de la primera persona ya que sus cimientos, sus ideas, son arena Por ello, no importa cuantas veces vuelva a intentarlo, como el deportista que comenzaba una nueva prueba o el empresario que fundaba una nueva empresa. Sin cimientos, fracasará.
D´Artagnan.
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