Entre las 18h-19h de la tarde fueron masacrados 15 religiosos de la Orden Hospitalaria que trabajaban en el Sanatorio de Calafell (Tarragona). El 25 de octubre de 1992 Juan Pablo II los beatificaba junto a otros 56 mártires hospitalarios que murieron durante los primeros meses de la persecución religiosa: ¡71 en total!

Y es que, como narra el Hno. Félix Lizaso Berruete, Postulador General de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios de 1989-2009, en su obra “Beatos Braulio María Corres, Federico Rubio y compañeros mártires. 71 Hermanos de San Juan de Dios testigos de la Misericordia hasta el martirio” (Madrid, 1992) la persecución religiosa desatada en España en el transcurso de la Guerra Civil (1936-1939) afectó, con toda su virulenta crudeza, a los establecimientos benéfico-hospitalarios de la Orden de San Juan de Dios, cobrándose un importante número de víctimas, entre los religiosos y confesos, así como también un notable número de enfermos.
 
Así nos lo resume Joan Vendrell en su interesante blog:
http://vendrellcampmany.blogspot.com/2011/02/los-martires-hospitalarios-del.html
 
El Sanatorio Marítimo de San Juan de Dios, de Calafell (Tarragona) fue uno de ellos. Alrededor de las 14:30 horas del día 24 de julio de 1936, la Casa fue invadida por un grupo de milicianos armados, que se apresuraron, unos a detener a los Hermanos, y otros a registrar el establecimiento en busca de armas, que no encontraron porque no las había. Posteriormente el Superior les sirvió una merienda y al atardecer se despidieron prometiendo volver al día siguiente con personal, para hacerse cargo del hospital, no sin antes espetarles: “-¡Quítense los hábitos; ya nadie viste hábitos; todos somos iguales!”.
 
Se durmió poco aquella noche. Los profesos hicieron las guardias. A las 04:00 horas de la mañana se celebraron las misas. Alrededor de las 18:00 horas se presentaron de nuevo los milicianos, exigiendo las llaves al Superior para hacerse cargo de todo. Se permitió a los Hermanos seguir con sus trabajos, en espera de que llegasen las suplencias. A partir de aquel momento ya todo fue intranquilidad, temores, sobresaltos y desconfianza.
 
Al día siguiente, domingo 26 de julio, al levantar a los niños de sus camas y rezar, se les prohibió hacerlo, burlándose y mofándose de la religión, y a cambio de rezos les prometieron un camión repleto de juguetes, les aseguraron que proyectarían cine en la capilla y que serían despertados con el grito de "¡No hay Dios!", y ellos contestarían "¡Viva el comunismo!".

 
A media mañana del día siguiente llegaron algunas mujeres, que se dedicaron a comer y a beber hasta quedar algunas de ellas ebrias, mientras gritaban desenfrenadamente. “¡Estos frailes son nuestros criados; ya era hora que esto cambiara!”
 
El martes, día 28, los milicianos eliminaron todo vestigio y señal religiosa del sanatorio. Los Hermanos prepararon sus efectos personales y algunos libros. Se les proporcionó documentación para trasladarse a Francia. Tenían la creencia de que aquel día abandonarían libres el establecimiento.
 
El miércoles, día 29, les prometieron que al día siguiente saldrían todos juntos en dirección a Barcelona. Y a las 9:00 horas de la mañana del día 30 el jefe de los milicianos los reunió para decirles:
 
Los que quieran marcharse, pueden hacerlo, pero no podemos darles salvoconducto ni documentación alguna ni respondemos de sus vidas una vez salgan de la Casa. Los que quieran pueden quedarse con nosotros”. La mayoría optó por salir, por entender que si se quedaban corrían el peligro de perder sus almas. Los jefes de los milicianos decidieron dejar ocho Hermanos para el servicio del sanatorio. Los restantes, salieron en dos grupos, uno hacia la estación de San Vicente, y el otro, hacia la de Calafell.
 
Poco después los milicianos entresacaron al Hermano Constantino Roca y junto a la vía férrea, lo ametrallaron. Más tarde, recogieron a los otros en una misma camioneta y siguieron juntos la etapa final. Primero fueron llevados a la Plaza de El Vendrell, donde se había congregado un enorme gentío enfurecido profanando la iglesia del municipio. Al ver a los religiosos, quisieron apoderarse de ellos, pero se los llevaron con la camioneta tomando la carretera con dirección a Barcelona.
 
A la salida del término de Calafell fueron interceptados por otro grupo de milicianos, que les obligaron a bajar poniéndose en fila. Cuatro de ellos fueron separados del grupo por ser muy jóvenes (eran profesos), y los quince restantes fueron acribillados a balazos de fusil.
 
En el asesinato participaron unos 19 milicianos, mientras los religiosos caían inertes al suelo al grito de “¡Viva Cristo Rey!”. Eran alrededor de las 18:00 horas de aquel funesto 30 de julio de 1936.

 Martirio de los Hermanos de San Juan de Dios de Calafell, obra de José Luis Fuentetaja, 1997 (OHSJD).
 
Los 15 mártires Hospitalarios del Sanatorio de Calafell
 
Beato Braulio María Corres Díaz de Cerio
Niñez y adolescencia. Natural de Torralba del Río (Navarra) el 26 de junio de 1897. Era hijo de Anacleto Corres Pérez de Albéniz y Luisa Díaz de Cerio Quintana, modestos labradores y muy buenos cristianos, que procrearon 8 hijos, siendo Braulio el primogénito. Fue bautizado al día siguiente de haber nacido, 27 de junio de 1897, imponiéndosele el nombre de Pablo. El día de san Pedro y san Pablo recibió el sacramento de la confirmación de manos del Arzobispo de Burgos Fr. Gregorio Mª Aguirre, siendo administrador apostólico de Calahorra.
El hogar familiar, la parroquia y la escuela local, con su popular y buena maestra doña Fermina, fue donde recibió su primera formación y fina educación cristiana, haciendo de monaguillo en las funciones religiosas. Desde muy niño quedaron manifiestas sus excelentes cualidades humanas de inteligencia, voluntad, carácter y buena índole personal.
A los 13 años sintió en su interior la inclinación para hacerse religioso y expuso a sus padres su deseo. Éstos, siendo el hermano mayor y estando el padre enfermo del corazón, se opusieron. Aceptada la decisión de momento y continuando inquieto en su voluntad, poco tiempo después escribió una carta muy sentida dirigida a su padre, el cual comprendiendo el profundo deseo de su hijo, accedió a su voluntad y le dio licencia.
El 15 de diciembre de 1910 ingresaba en la Escuela Apostólica del Sagrado Corazón de Jesús de los Hermanos de san Juan de Dios, en Ciempozuelos. En la misma se preparó intelectualmente haciendo los estudios de humanidades, incluso latín, y la carrera de enfermería con gran aprovechamiento, destacando igualmente por sus cualidades morales y buen espíritu; tuvo como director espiritual al beato Juan Jesús Adradas. Habiendo tomado el hábito en que se le cambió el nombre de Pablo por el de Fr. Braulio María, el 8 de septiembre de 1915 hizo su entrada canónica al noviciado en la Casa de Carabanchel Alto, y un año después, el día 15 del mismo mes, emitía la profesión de los votos temporales. Los votos solemnes los hizo el 19 marzo de 1921.
Sacerdote hospitalario celoso. Después de la primera profesión, residiendo en Ciempozuelos, los superiores le destinaron a estudiar la carrera sacerdotal, filosofía y teología, que siguió con mucha entrega y responsabilidad.
Ordenado sacerdote el sábado santo 15 de abril de 1922 en El Escorial, celebró la primera Misa solemne al día siguiente, día de Pascua, en Ciempozuelos. Su primera actividad sacerdotal fue la capellanía del sanatorio psiquiátrico de Ciempozuelos y director espiritual de la Escuela Apostólica, que desempeñó con celo verdaderamente apostólico y mucho fruto. Sobresaliente sacerdote hospitalario y hombre de profunda vida espiritual, cultivó de modo particular la vida ascética y mística, versando frecuentemente sobre estos principios sus conferencias e instrucciones. Era sabio director de almas, teniendo mucha correspondencia epistolar en este sentido; daba Ejercicios espirituales, en lo que consiguió mucha práctica y experiencia; trabajó mucho por la promoción de las vocaciones hospitalarias, preparando folletos y publicaciones orientativas y era muy delicado en su trato con los demás.
El año 1931 fue nombrado Maestro de Novicios en Carabanchel Alto, continuando en 1934, al organizarse las tres Provincias españolas, en Calafell, al mismo tiempo que consejero provincial.

Joaquín Sorolla pintó en el año 1899 este cuadro, titulado “¡Triste Herencia!”, recoge la conmovedora escena de decenas de niños enfermos (escrofulosos, raquíticos, tullidos y poliomielíticos), del Asilo-Hospital de San Juan de Dios, bañándose desnudos en la Playa del Cabanyol (Valencia), bajo la atenta y amorosa mirada de un Hermano de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Seguro que esta escena se repitió con los Hermanos mártires en el Sanatorio der Calafell.
En preparación al martirio. Vivió con especial inquietud y entereza de espíritu los días de la incautación del sanatorio de Calafell por los milicianos, manifestándose sin arredrarse su disposición personal de aceptación, de ofrecimiento a la voluntad de Dios, de oración y desagravio por los pecados y desacatos propios y ajenos y de implorar la misericordia divina. Pasaba en consecuencia cuantos ratos le eran posible de rodillas en la capilla. Su preocupación y esfuerzo mayor eran los novicios tratando, en combinación con el superior, de salvar la vida de los mismos, aunque no lo logró. Ante la lógica inquietud y tensión de ellos, siempre se mantuvo cerca para orientarles y apoyarles. Y ante el peligro, les invitó a prepararse para lo que pudiera suceder con actos de desagravios, oración, visitas al Señor, etc. Estimulándoles, llegó a decirles: “-Hoy se escribe una página de oro en la Historia de nuestra Orden y esa página la ocupará la Provincia de Aragón, la Provincia de San Rafael”.
Desde el 22 de julio de 1936, en que fue incendiada la iglesia del pueblo de Calafell, se vivía dentro del sanatorio un ambiente tenso, pues los milicianos se hacían presentes con registros, amenazas, eliminación de signos religiosos, etc. El 25 por la tarde exigieron las llaves y se adueñaron del sanatorio. Los Hermanos seguirían mientras llegaba otro personal.
Personalmente, ante todo ello, el beato Corres soportó con gran paciencia y mansedumbre las frecuentes vejaciones e injurias y, afrontó con serenidad y fortaleza cristiana el martirio.
El último día en casa, 30 de julio, el Beato Corres celebró la Misa “muy de madrugada” y antes de repartir la comunión-viático, proféticamente, les dispuso para la ofrenda final:
Vais a recibir de mis manos pecadoras el Cuerpo adorable de Cristo, oculto en esta pequeña hostia. Yo no lo sé, pero tal vez sea la última vez que lo recibimos oculto bajo estos velos de pan en este destierro; pronto, muy pronto, vamos a tener la dicha de contemplarle sin velos, tal cual Él es, y poseerle sin temor de perderle. ¡Oh, qué dicha la nuestra si el Señor nos concediera tanta felicidad! Ánimo y adelante, hasta el martirio, si es preciso”.
 
Mártir de la fe y de la Hospitalidad. Sobre la una de mediodía salieron del sanatorio; lo hicieron en dos grupos; el beato Braulio acompañó al que se dirigió a la estación de Calafell, aún con una pequeña luz de esperanza.
Pero mientras esperaban al tren, llegaron unos milicianos, detuvieron a todos y se los llevaron en una camioneta a Vendrell, juntándolos en la plaza con los de san Vicente, y colocándolos entre amenazas contra la pared. Después, se los llevaron dirección a Barcelona. Mientras viajaban, el beato Corres intuyendo el final, les dijo: “Hijos míos, ahora nos van a matar; haced un acto de contrición, que os voy a dar la absolución, y absolvió a todos”. Pasado un kilómetro y medio de Calafell, muy próximo a la finca denominada Corral del Rión, eran obligados a descender de la camioneta. Mientras se colocaban en fila junto a la cuneta, el beato Corres invitaba a todos a mirar al cielo y a perdonar a los asesinos; uno gritó “¡Viva Cristo Rey!”, que fue coreado por todos, y sobre las 67 de la tarde caían asesinados 14 Hermanos de san Juan de Dios, entre ellos nuestro beato Braulio Mª Corres, que murió de rodillas, con las manos juntas delante del pecho, repitiendo: “Dios mío, perdónales, que no saben lo que hacen”. Era el segundo de la fila. Al morir mártir tenía 39 años de edad y 21 como Hermano de san Juan de Dios.
Los vecinos de Calafell recogieron aquella misma tarde los cadáveres y los subieron al cementerio, donde todos juntos fueron sepultados al día siguiente (31.07.1936). El 23 de junio de 1940, colocado cada mártir en una urna individual, fueron trasladados a la cripta preparada “ad hoc” en la iglesia del sanatorio de Calafell.
Traslación de los restos a Sant Boi de Llobregat. Más adelante, fueron trasladadas todas las urnas de Calafell al Sanatorio Psiquiátrico de los Hermanos de san Juan de Dios de Sant Boi de Llobregat, donde fueron inhumados en una capilla de la iglesia (2526.09.1972). Finalmente, los días 1114 de febrero de 1992, antes de su beatificación, se llevó a cabo el reconocimiento, tratamiento de conservación y colocación de los restos en sendas urnas con los restos de cada mártir, que fueron acomodadas en otra capilla de la misma iglesia de Sant Boi de Llobregat.
La urna con las reliquias del beato Braulio Mª Corres quedó identificada con su nombre, fecha de su nacimiento, martirio y beatificación en una placa adosada a la misma urna.
Escritos del beato Braulio María Corres. Constituyen 6 volúmenes de la documentación presentada al Proceso de su martirio, en Barcelona.
De ellos destacamos estas obras ya publicadas en vida del beato Corres:
·         He aquí el Joven mío, La Escolanía Hospitalaria del Sagrado Corazón de Jesús, Madrid 1929 (Vol. 4, pp. 16);
·         Historia del Sanatorio de San José de Ciempozuelos, Madrid 1926 (Vol. 5, pp. 111).
 
 
En la página de la Orden Hospitalaria
 
http://www.sanjuandedios-fjc.org

Nos encontramos con el Diccionario de Historia Eclesiástica de España, suplemento II del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
http://www.sanjuandedios-fjc.org/pre/htm/Portal%20Juandediano/PDF/Diccionario_CSIC.pdf
 
            Se trata de un pdf de 277 páginas con una extensa biografía, entre otros, de cada uno de los 71 mártires de San Juan de Dios beatificados el 25 de octubre de 1992.
 
 
La película “Raza”
 
La película “Raza” de José Luis Sáenz de Heredia, con guión de Jaime de Andrade (Francisco Franco) que narra la vida de cuatro hermanos, Isabel, Pedro, José y Jaime, hijos del capitán de navío Pedro Churruca y descendientes de Cosme Damián Churruca, “el más sabio y valeroso marino de su época”. A lo largo de los años, Isabel se casará, Pedro llegará a ministro durante la II República, José se convertirá en oficial de infantería y Jaime se convertirá en fraile. Al final de la película que se hizo en 1941 (y apareció remasterizada en 1950 con nueva sincronización de diálogos y música) aparece el martirio de Jaime. Tras entrar en la Orden de los Hermanos de San Juan de Dios aparece, presuntamente, en el sanatorio de Calafell (Tarragona)… Allí se nos ofrece la escena del martirio de los Hermanos de San Juan de Dios de Calafell, recreándola falsamente en la playa.