Cuando hemos celebrado la fiesta del patrono de España, ponemos al Apóstol Santiago como modelo e intercesor no solo individualmente para cada uno de nosotros, sino también como miembros de una de las naciones más antiguas y de historia más gloriosa que es España, la tierra en la que él mismo anunció el Evangelio.
Leemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, como en los primeros pasos del cristianismo naciente en Jerusalén, los representantes del Sanedrín, los mismos judíos que habían condenado a muerte a Jesús, pretendieron imponer el silencio a Pedro y a los Apóstoles: “os hemos ordenado -les dijeron- que no enseñéis sobre este nombre, y habéis llenado Jerusalén de vuestra doctrina y queréis traer sobre nosotros la sangre de ese hombre”. Pero Pedro y los Apóstoles respondieron: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Cfr. Hch 4, 33; 5, 12.27-33).
Por obedecer a Dios antes que a los hombres, Santiago fue el primero que llevó este testimonio hasta la muerte: "bebió el cáliz del Señor" (prefacio), cumplió lo que había proclamado junto con su hermano Juan: Podemos (Evangelio, cfr. Mt 20, 28).
“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Esa es la mejor lección que puede darnos Santiago a los que somos cristianos y españoles.
1. Una comunidad cristiana como la nuestra, que se alegra de tener a Santiago como patrono y protector, debe dar testimonio de Cristo aún en medio de circunstancias adversas. A él no le dejaban hablar del Resucitado, pero "obedeció antes a Dios que a los hombres", y siguió anunciándole.
Si obedecemos a Dios antes que a los hombres, aprenderíamos la gran lección de Santiago: la fidelidad a la fe, el esfuerzo por propagarla, por defenderla si hace falta ("se conserve la fe en los pueblos de España", prefacio; "sea fortalecida tu Iglesia y por su patrocinio, España se mantenga fiel a Cristo", oración colecta)...
Nuestro testimonio de Cristo y de su evangelio no puede descuidar ni el mundo de la cultura ni el de la economía ni el ambiente sociopolítico, ni los niveles de la enseñanza o el trabajo y la familia... A pesar de las dificultades que, como a Santiago y los demás apóstoles, nos salen al camino. Como les ha ocurrido a lo largo de los siglos a los mártires: pensemos especialmente en las víctimas de la persecución religiosa de 1936 cuyo 75 aniversario estamos conmemorando.
2. Pero también debemos aprender de Santiago el estilo que el apóstol aprendió de Cristo. La actuación de un cristiano debe ser valiente, sí, pero humilde, siendo conscientes de la necesidad de la gracia: "Sin mí no podéis hacer nada" (Jn 15, 5). Solamente cuando se quiere "servir" y no "ser servidos", se está dispuesto a dar la vida por el bien de los demás sin esperar nada a cambio ni recompensa en este mundo.
La Virgen María, que alentó los trabajos apostólicos de Santiago, nos alcance a los hijos de la España católica vivir nuestro cristianismo radicalmente, imitando a al Apóstol bajo cuyo patrocinio nos ponemos y obedeciendo a Dios antes que a los hombres.