En el año 2000 la colección Planeta+Testimonio tuvo la valentía de poner a una de sus obras este título: “La gran persecución. España, 19311939”. Se trataba de un trabajo del prestigioso historiador, el sacerdote Vicente Cárcel.
Y es que, desde la quema de conventos en mayo de 1931 hasta el fusilamiento del Beato Anselmo Polanco en febrero de 1939, en España se sufrió una gran persecución, especialmente la desatada coincidiendo con los seis primeros meses de guerra civil, en la zona de obediencia republicana, contra los católicos de cualquier condición.
En ese periodo de 1931 a 1939 cabe destacar los asesinatos de sacerdotes y religiosos producidos en la revolución de octubre de 1934, desatada principalmente en Asturias.
Ahora no queremos volver a llenar estas líneas de números, nombres y citas. Para ello ya hay muchas publicaciones y aquí se ha presentado y, Dios mediante, se seguirán presentando diferentes artículos sobre la cruenta persecución religiosa que asoló la España de los años 30.
         Tan sólo dos aclaraciones:
 
¿De quiénes vamos a hablar?
Como hemos repetido en infinidad de ocasiones no hablamos de política ni buscamos nombres para aquellos que asesinaron a nuestros mártires. Presentamos testimonios de fe. Así lo puntualiza el Beato Juan Pablo II durante la misa de canonización de los mártires de Turón, el 21 de noviembre de 1999:
No son héroes de una guerra humana en la que no participaron, sino que fueron educadores de la juventud. Por su condición de consagrados y maestros afrontaron su trágico destino como auténtico testimonio de fe, dando con su martirio la última lección de su vida”.
Bien, pues lo que el Papa Juan Pablo II refiere de los Hermanos de La Salle, puede decirse de los Obispos martirizados, de los miles de sacerdotes y religiosos asesinados, de los miles y miles de laicos “que afrontaron su trágico destino como auténtico testimonio de fe”. De ellos vamos a hablar a lo largo de estos meses.
 
Bitácora martirial
Nos dicen las enciclopedias que “en la marina mercante, se conoce con el nombre de cuaderno de bitácora al libro en el que los marinos, en sus respectivas guardias, anotan las observaciones atmosféricas para la determinación de la situación del buque, así como cuantos acontecimientos de importancia ocurran durante la navegación”.
De forma genérica hablamos hoy en día “bitácora de trabajo” para referirnos a un cuaderno en el cual estudiantes, diseñadores y trabajadores de empresas en general, entre otros, desarrollan su trabajo, anotan cualquier información que consideren que puede resultar útil para su trabajo.
Animados por el Presidente de la Fundación Regina Martyrum, don José Javier Echave Sustaeta del Villar, elaboramos este diario o bitácora martirial en el que, siempre que la técnica nos lo permita, presentaremos día a día, a aquellos que hace 75 añosafrontaron su trágico destino como auténtico testimonio de fe”.


Muchas de las biografías aparecen en las páginas web de las diócesis u órdenes respectivas. Las citamos para agradecerles sus trabajos y dar así a conocer las historias que iremos presentando. Elaborado de esta manera nos hará entender la dimensión de esta gran persecución sufrida por la Iglesia.