El mundo del periodismo avanza y se transforma vertiginosamente. O quizá se mejor decir que la transformación afecta a los medios de comunicación social. La técnica supera lo imaginado y ya podemos constatar cómo el periódico del kiosco se nos queda viejo antes de salir de casa, donde podemos leer las últimas noticias en nuestra pantallita particular, -el móvil que lo lleva todo incorporado-, contemplar las últimas imágenes e incluso adivinar las claves de los últimos acontecimientos. El periodismo seguirá colgado de esas tres interrogantes que configuran su silueta: "¿Qué pasa? ¿Por qué pasa lo que pasa? Y ¿por qué no pasa lo que tiene que pasar?".
Probablemente, el medio que mejores y más completas respuestas pueda ofrecernos sea el periódico, donde podemos encontrar noticias, -sobre todo, las que se producen en los ámbitos locales o provinciales-, y a la par, el análisis y la interpretación, -los hilos invisibles y ocultos-, de esas noticias. No siempre los medios reflejan la sociedad en que vivimos, pero casi siempre participan de sus luces y sus sombras. El sociólogo polaco Zygmunr Bauman ha acuñado en sus escritos el término "sociedad líquida", que utiliza con frecuencia para referirse a la sociedad posmoderna, caracterizada por la mutabilidad e inconsistencia, por el consumismo, por la fragmentación y la fragilidad, por el vacío moral y la ambigüedad.
En su reciente visita a Venecia, el Papa Benedicto XVI hizo suyo el término divulgado por el sociólogo polaco para advertir de los peligros que presenta la actual "sociedad líquida".
En su encuentro con el mundo de la cultura y de la economía, el Papa presentó una radiografía de la cultura "líquida", refiriéndose precisamente a su fluidez, a su poca estabilidad, a su preocupante relativismo, y frente a este modelo social y cultural, Benedicto XVI propuso un modelo de sociedad "de la vida y de la belleza". Se trata, ciertamente, de una opción, ante la que es necesario definirse y decidirse. El hombre es libre para interpretar, para dar un sentido a la realidad y, precisamente en esta libertad, reside su gran dignidad. Según el pontífice, también las opciones de carácter administrativo, económico, cultural y educativo dentro de una nación, de una ciudad, de un pueblo, dependen, en el fondo, de esta orientación fundamental, que podemos llamar política, en la acepción más noble y elevada del término: "Se trata, pues, de escoger entre una ciudad líquida, patria de una cultura que parece ser cada vez más la cultura de lo relativo y de lo efímero, y una ciudad que renueva constantemente su belleza, recurriendo a los manantiales benéficos del arte, del saber, de las relaciones entre los hombres".
Ahora que las vacaciones se extienden por playas y mares, será bueno contemplar tambien el proceloso mar de la historia, cuyo oleaje, a veces, amenaza con hacernos naufragar.