Mañana jueves 14 de julio y hasta el 11 de agosto, tendrá lugar este curso online promovido desde el sitio web cirilus.net, durante cuatro semanas o 30 horas cronológicas. Consta de cuatro partes: la Creación, el Padre creador, el Hijo reconciliador y el Espíritu vivificador. Hablamos con el profesor que lo imparte, el Sr. D. Christian D. Yamanija Yraha, pero antes ponemos un breve perfil biográfico suyo.
Ha sido Director Pastoral y profesor de religión del colegio “La Unión” en Lima, Perú. Profesor en el Seminario “San José” de la Prelatura de Ayaviri. Director espiritual en el Seminario “San José” de la Prelatura de Ayaviri.
También ha sido columnista en el Periódico “Tribuna de Petrópolis” (Brasil) y en los periódicos “Perú Shimpo” (Periódico de la colectividad peruano-japonesa), “Japón en español” y “Franja nikkei” (Japón).
Sr. Yamanija, en primer lugar quiero preguntarle, sin ánimo de discriminar a nadie, ¿qué rasgos característicos pueden identificar o diferenciar a un cristiano católico de uno que no lo es: creer en el Credo Apostólico según la formulación de Pablo VI o en el Niceno constantinopolitano, en los dogmas,... de la Iglesia Católica?
Creo que el componente más característico de un católico es (o debería ser) su propia vida. Y con ello nos referimos a una vida según el Señor Jesús y lo que Él quiso para los miembros de su Iglesia. Es a partir de una opción honda y sincera que se configura la existencia viva y práctica del cristiano católico. Ella lo lleva a una adhesión radical (no en el sentido de cerrada, sino más bien que sea una adhesión “de raíz”), abierta y podríamos decir hambrienta de la Verdad del Señor. Y Él mismo nos llega a través del medio que Él quiso: la Santa Iglesia Católica asistida por el Espíritu Santo que “nos explica todo” lo que Jesucristo hizo y enseñó.
Es a partir de esta opción de fondo que uno acoge y se adhiere a lo que constituye el “Depósito de la fe” que está contenido en la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición. En esta adhesión integral a la Palabra de Dios escrita y oral el fiel católico va avanzando por la acción de la gracia y su libre cooperación en la unificación de su vida, superando el falso hiato entre fe y vida. Además va adhiriéndose a la verdad integral de la fe, evitando el escoger entre “lo que me gusta” y lo que “no me gusta” de la enseñanza de la Iglesia para abrirse a todo el conjunto confiado a Ella por el Señor y expresado en su Magisterio.
¿Qué respondería usted a alguien que le dijera la siguiente afirmación: "todos somos Iglesia y todos estamos en comunión eclesial"?
El anhelo de comunión es constitutivo del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios comunión de Amor. Es por ello que la afirmación propuesta manifiesta este profundo anhelo de unidad que el Señor Jesús mismo quiso para la Iglesia: “Que todos sean uno”, lo cual es muy humano y, en Dios, es llevado a su plenitud.
Pero es verdad también que la comunión no es fruto únicamente del anhelo de unidad. No basta con el querer o el afirmar que estamos unidos para realmente estarlo, así como no basta decir que somos Iglesia sin haber recibido el sacramento del bautismo y profesar la integralidad de la fe católica. La comunión también es exigente, ya que implica la entrega de sí mismo al otro pero no en términos subjetivistas sino más bien, en la verdadera fuente de la real y plena comunión que es el mismo Dios.
Así, una comunión verdadera en la Iglesia se da a partir de la adhesión al Señor Jesús que es el Camino, la Verdad y la Vida y que nos ha dejado como gran regalo a la Iglesia y Su Verdad (en mayúsculas porque es el mismo Cristo) depositada en ella. Ello nos une en el amor que es la fuente de la real unidad.
¿Cómo puede conjugar bien un cristiano católico de hoy en día su identidad, y la expresión firme de sus convicciones en materia de libertad religiosa, con su aceptación hacia todos los que no piensan ni sienten como él, sobre todo cuando la relación de la Iglesia con el mundo se vuelve a veces si no tensa y hostil, sí muy incomprendida y llena de prejuicios, en diversas partes del mundo?
Creo que la mejor manera de iluminar este desafío es como la Iglesia lo hace; es decir, mirando al Señor Jesús. Porque ella es continuadora de la misión de salvación y reconciliación de Jesucristo en el mundo y es a Él a quien debemos mirar para responder a los desafíos que nos tocan vivir.
Ciertamente el Señor tuvo que afrontar una realidad análoga a la expresada en la pregunta. Y vemos que lo que primó fue la caridad. Esta caridad nos lleva a acoger a los demás como hermanos (aunque piensen y vivan de manera distinta a nosotros), y también nos mueve a testimoniar y anunciarles la vida del Señor y su verdad. Esta verdad no es nuestra verdad, sino la de Jesús a quien servimos y proclamamos.
Este anuncio debe estar impregnado por el respeto a la libertad del otro que puede acoger o rechazar lo que anunciamos (como sucedió en la propia labor apostólica del Señor) pero al mismo tiempo, debemos tener la firme serenidad y confianza en el Señor Jesús y su amor a los demás. Creemos que ésta es la mayor caridad que podemos vivir con todas las personas: ofrecerles el tesoro de la fe que hemos recibido en Cristo.
Este anuncio no será siempre aceptado y quizá conllevará el rechazo. La caridady la esperanza deben primar en esto ya que lo que nos impulsa es el amor de Dios que mueve los corazones y que además es el mismo Señor nos ha dicho que “ningún discípulo es más grande que su Maestro” y es el mismo Maestro quien murió en la cruz y resucitó cumpliendo la misión de anuncio y de reconciliación.
¿Es necesario hoy en día un mayor conocimiento, profundización y reflexión sobre el Catecismo de la Iglesia Católica por parte de los que se dicen, nos decimos, cristianos católicos? ¿se observan muchas lagunas en la exposición de la fe en los ámbitos catequético, de enseñanza religiosa escolar y por parte de periodistas de información religiosa y comunicadores cristianos en general?
Es conocida la frase de San Agustín: “nadie ama lo que no conoce” y creo que ella responde a la pregunta. Por otro lado, podemos decir que lo que se conoce poco o a medias, también se ama de manera proporcional. Y nosotros como cristianos católicos estamos ante algo muy grande, ante un Misterio, el cual es una persona real que nos invita a conocerlo y amarlo, y que al vivirlo así, encontraremos el sentido de nuestra existencia, de nuestra misión y del mundo.
Por otro lado, no nos encontramos solamente ante la necesidad de conocer el contenido de nuestra fe sino que también nos vemos ante la imperiosa obligación de saber cómo nuestra fe ilumina la realidad del mundo actual. Es por ello que quien se sabe parte de la Iglesia, se sabe también partícipe de su misión desde la realidad particular y específica que le toca vivir. Este es un llamado grande y hermoso que implica el conocer, amar y profundizar el contenido de nuestra fe que nos lleva al encuentro con el Señor que siendo “el mismo ayer, hoy y siempre” ilumina la realidad del misterio de Dios y del hombre, y que nos ofrece la gracia y las luces para poder anunciar Su vida en la construcción de un mundo más justo, fraterno y reconciliado, es decir, verdaderamente humano. Creo que al comprobar que todavía no tenemos un mundo así, verificamos que existen entre los católicos creyentes las “lagunas” que usted menciona, y en todo caso, la urgencia de dar respuestas desde lo que creemos y vivimos a los demás.
Por último, profesor Yamanija, ¿cuántas personas espera que se apunten al curso on-line que usted va a impartir? ¿qué perfil es el mayoritario: sacerdotes, religiosos/as o fieles laicos?
Esperamos unas 20 personas como grupo, para dar una buena asistencia personalizada a cada alumno a través del sistema on-line en la plataforma que utilizamos. En caso de que la convocatoria sea mayor, programaremos el curso para una segunda fecha.
El grupo mayoritario es de fieles laicos, lo cual es alentador, ya que evidencia el interés de los laicos por su formación cristiana y por el mayor conocimiento de las enseñanzas de la Iglesia.
¡Muchas gracias, Sr. Yamanija!