Estás agregado a las ovejas: huye de los lobos; no te apartes de también a quienes pusieron en duda todo esto y no te fíes incautamente de ellos si no es tras un larguísimo tiempo de penitencia. Se te ha transmitido la verdad del señorío del Dios único. Distingue las explicaciones como se pueden distinguir las hierbas. “Sé un buen administrador, quedándote con lo bueno y absteniéndote de todo género de mal” (cf. I Tes 5:21-22). Y si alguna vez has caído en todo esto, odia el error una vez reconocido. Pues te será un camino de salvación si expulsas el vómito: si lo aborreces en tu interior, si te apartas de estas cosas no sólo con los labios sino con el corazón; si adoras al Padre de Cristo, Dios de y los Profetas; si reconoces que es bueno y justo el Dios uno e idéntico. El cual os conserva a todos estables en la fe, protegiéndoos de toda caída y de toda ofensa: en nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis VI, 36)
Estamos en verano y el estío nos predispone a una cierta pereza y melancolía. Parece que todo se detiene, todo se ralentiza. Hasta parece que se desvanece en este tiempo de calor. Quizás el verano sea un tiempo apropiado para la reflexión tranquila y sosegada de de Dios. Pero también es un tiempo que nos predispone a relajar el compromiso diario con Dios.
No nos apartemos de , no la dejemos de lado olvidada hasta septiembre. Busquemos los ratos adecuados para leer y reflexionar. Ratos de oración y adoración. Es un tiempo adecuado para visitar el Sagrario, cuando nos sea posible.
nos mantendrá en la verdad, incluso en estos meses de verano. No olvidemos orar por nuestros sacerdotes, diáconos, obispos y por el Santo Padre.