Escribir, pensar, soñar, dejar

que la vida fluya por las manos

sentir cómo sucede en silencio

el tiempo y el verbo necesario.

 

Confesión vulnerable a otros ojos,

a otro corazón compañero, sensible,

en la constante presencia sabia

de un Dios que es Verdad y Palabra.

 

Permitir por un instante que las frases

no rimen adrede, tan sólo salgan

y vayan cargando –con ellas- entre líneas

nostalgias, deseos, luces y hermosura.

 

Deleite sencillo que pasa, que surca

un espacio, un tiempo distintos,

que no por ilógico e irreal en apariencia

menos presente en un ser que se desgrana.

 

Sentir en los dedos la urgencia,

y en el corazón la juvenil impaciencia

de borrar ya la distancia

entre mi impúdica sinceridad y tu presencia.

 

Escribir porque sí, libremente,

sin otro motivo que el de mostrar

una pequeña habilidad, sin presunciones,

un regalo íntimo de amistad.