En la mañana del día 4 de Julio, Benedicto XVI inauguró la muestra preparada en festejar sus sesenta años de sacerdocio. Allí el Santo Padre leyó un discurso que no tiene desperdicio y del que comparto con usted algunos pasajes.

Quizás se pregunte la razón para que los artistas y la iglesia se unan con un objetivo común. Ciertamente Dios es Caridad y Belleza. Los artistas toman el reflejo de Dios para realizar sus obras. A su vez, sus obras nos permiten ver a Dios reflejado en ellas. Esta simbiosis es muy valorada por el Santo Padre, que aprovecha la ocasión para catequizarnos en su Misterio:

 
 «En Cristo coinciden la verdad y la caridad. En la medida en que nos acercamos a Cristo, también en nuestra vida, la verdad y la caridad se funden. La caridad sin la verdad sería ciega; la verdad sin la caridad sería como «címbalo que retiñe» (1 Co 13, 1)»

 
El lenguaje que utiliza Su Santidad tiene claros ecos del episodio evangélico de la samaritana en el pozo de Jacob (Jn 4, 7-24). Cristo le pide agua a la Samaritana. La samaritana sorprendida se acerca a Cristo y entabla una profunda conversación. Igual que al samaritana, necesitamos acercarnos a Cristo para ver unidas caridad y verdad.

 
Y precisamente de la unión, quiero decir de la sinfonía, de la perfecta armonía de verdad y caridad, es de donde mana la auténtica belleza, capaz de suscitar admiración, maravilla y alegría verdadera en el corazón de los hombres.

 
La palabra sinfonía está muy bien elegida. Me recuerda un texto de San Clemente de Alejandría que utiliza este símil (Protréptico. XII, 120). La samaritana se sorprende y Cristo le dice: “«Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.» ¿Agua viva? ¿De dónde mana esa agua? La samaritana está cada vez más aturdida. Pero aún así empieza a sentirse en sintonía con Cristo. Por eso le pide de esa agua Viva. Ella la necesita como nosotros necesitamos la verdad y la caridad.

 
El mundo en que vivimos necesita que la verdad resplandezca y no sea ofuscada por la mentira o por la banalidad; necesita que la caridad inflame y no sea derrotada por el orgullo y por el egoísmo.Necesitamos que la belleza de la verdad y de la caridad toque lo más íntimo de nuestro corazón y lo haga más humano.”

 
Dice Cristo a la samaritana: "Todo aquél que bebe de esta agua volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, nunca jamás tendrá sed; pero el agua que yo le daré se hará en él una fuente de agua que saltará hasta la vida eterna" Deberíamos de preguntarnos si nuestra obras son fuentes de esa Agua Viva, o solo son seca estética sin más sentido que agradar a los sentido. Cristo pide a la samaritana que traiga a su marido, pero ella confiesa que no lo tiene. Cristo le exhorta a ordenar su vida de una forma más humana y con un corazón que refleje la belleza y verdad. Un corazón vivo que es fuente de Agua Viva

 
Para terminar, Su Santidad  nos exhorta de manera muy interesante:

 
“no separéis jamás la creatividad artística de la verdad y de la caridad”

 
El arte que pretende ser reflejo de Dios no puede realizarse desde la mentira y la falta de afecto con nuestros hermanos y la creación. Crear estéticas vacías que pueden engaña a los ojos, nos lleva a vaciar el corazón y sumirnos en desesperanza

 
“no busquéis jamás la belleza lejos de la verdad y de la caridad”

 
La belleza se hace arte, cuando la obra que realizamos está cargada de significado y este significado va mucho más lejos de lo inmediato y cotidiano.

 
“al contrario, con la riqueza de vuestra genialidad, de vuestro impulso creativo, sed siempre, con valentía, buscadores de la verdad y testigos de la caridad”

 
El artista se hace receptáculo de la Gracia e inspiración de Dios y por medio de su arte, acerca la trascendencia del Reino al mundo. Pero la búsqueda no es algo en que nuestras fuerzas sean suficientes. Sin El no podemos nada. Esta búsqueda no es más que dar un “sí” consciente y pleno que permita a Dios manifestarse por medio nuestra. Este “sí” crea un vínculo sagrado entre Dios y nosotros. La obra así realizada dará noticia de Dios y unirá en el amor-caridad a todos los que tengan oídos para oír y ojos para ver.

 
“haced que la verdad resplandezca en vuestras obras y procurad que su belleza suscite en la mirada y en el corazón de quien las admira el deseo y la necesidad de hacer bella y verdadera la existencia,…”

 
El Santo Padre nos señala algo muy importante, la finalidad del arte: ayudarnos a la conversión. Convertirnos por medio de la Belleza y la Verdad. Así nuestra vida será bella y verdadera. Todo tendrá sentido y nosotros seremos parte de ese sentido.

 
“…toda existencia, enriqueciéndola con el tesoro que nunca se acaba, que hace de la vida una obra maestra y de cada hombre un extraordinario artista: la caridad, el amor”

 
El Santo Padre vuelve a hablarnos con ecos del episodio del pozo de Jacob. El tesoro que no se acaba es el Agua Viva que quita la sed para siempre. Esta agua es Dios mismo que se revela a nosotros por medio de la belleza y caridad implícita en toda obra de arte. Arte fundamentado en la Belleza y la Verdad.

 
Dios nos conceda capacidad para dar ese “sí” que supone colaborar con Su voluntad.